martes, 1 de mayo de 2012

El tren carreta y Legazpi


En el mes de diciembre 1961, (18/12/1961), nos montamos en el “Tren Carreta” a las cuatro de la tarde en Sevilla y llegamos a Madrid a altas horas de la noche. Al principio del viaje, todo era contar chistes, relatar historietas, pero a medida que iban pasando las horas, todo el mundo quedó volcado  por el cansancio y la rutina del viaje.


 En nuestro vagón íbamos entre otros, el bejarano, Fernando Martín, Juan Rodríguez,  Ángel García, Manuel Aguza, Eulogio López, uno que le llamábamos el “boquerón” (de Málaga), otro que era Naranjo, (el valenciano), el Sr. Villota, y yo.

El tren en el que nos metieron era lamentable, tanto por la precariedad y la dureza de sus asientos, como por la desesperante lentitud de su marcha. No había estación en la que no tuviera que parar y en la mayoría de los casos para “dejar paso” a cualquier tren que rápido venía detrás. Al pasar de Córdoba, ya llegó como hemos dicho el cansancio y fue en Villa del Río, donde yo comenté que era el lugar de nacimiento del locutor deportivo Matías Prats. Todos me oyeron menos el Sr. Villota, que con la boca entreabierta ya estaba roncando. El “cachondo” de Naranjo, aquel simpático valenciano, que tenía su habitación llena de Poster de “Juan y Junior”, quiso gastarle una pequeña broma, pero se impuso el criterio del respeto del resto.

Y es que el Sr. Villota, (maestro de torno), era una buena persona, solamente que como buen sevillano, era algo fanfarrón. Si hablaba del Rocío, daba la impresión de que “masticaba” la arena de las marismas, y si hablaba de fútbol, pocos habían como “Pepillo”, (delantero sevillísta), y que por aquellos tiempos había fichado por el Madrid. Nadie sin embargo discutía su categoría profesional, pues sin duda tenía que ser un buen tornero, para estar en la nómina de unos talleres (Universidad Laboral de Sevilla), que estaba regentada por los Salesianos y que éstos por su dedicación inmemorial a las Escuelas profesionales, tenían acreditados seglares en todas las profesiones.   

EN LA CALLE AZCONA

Llegamos a Madrid, bien avanzada la noche y nos alojaron en lo que en aquellos tiempos se llamaba “LA ESCUELA DEL TRABAJO, de la Calle Azcona. Curiosamente esta Escuela, fue fundada por el Padre Fray Miguel Fraile, que fue el primer Rector que tuvo la Universidad Laboral de Córdoba.

Aunque llegamos ya avanzada la noche, nos llamaron  la atención de dicha calle, de que tenía en sus paredes próximas a la Escuela, unas pintadas de aquellas prohibidas en la época. Una de ellas decía: “LIBERTAD Y AUTOGESTION” y otra “ABAJO EL RÉGIMEN MILITAR”, pero la que era más reiterativa era: “LIBERTAD PRESOS POLITICOS”. Todas estas pintadas, estaban “disimuladas” con rayas que hacían difícil su lectura..

El objetivo de aquel viaje de cinco días a Madrid, era el de visitar y tomar contacto con las empresas para las que estábamos haciendo el Curso de Utillaje en Sevilla. Unos iban para visitar las instalaciones de MARCONI, y otros los de la BRESSEL. A los que nos tocó visitar ésta segunda, pudimos comprobar que estás instalaciones estaban ubicadas en una zona casi despoblada de la zona de CHAMARTIN.

EN LA FÁBRICA

El acceso a la fábrica en aquel día frío de diciembre, lo pudimos localizar por los cientos y cientos de pequeñas huellas de zapato de tacón, (zapato de mujer), que se señalaban en aquel terreno despoblado que era de greda. Efectivamente, allí vimos a muchas mujeres trabajando, tanto en la línea de mecanizado (tornos automáticos, de alimentación vertical), como en una gran sala de verificación y muestreo de piezas. Las primeras con batas azules y las otras con batas blancas. Muchas mujeres, y aquello era como nuevo, en el concepto que muchos teníamos de una empresa.

(Valga como anécdota, que la gran mayoría de los que fueron a Madrid, con novia desde sus pueblos, al final se casaron con gente de la empresa,).

Con nosotros venía el Sr. Casillas (coordinador del Curso) y el Sr. Villota, que nada más llegar nos presentaron al Sr. Cabanas, un maño muy agradable y simpático, que era el Jefe de Fabricación. Entre otras cosas, esta empresa fabricada el simpático despertador de la marca CID, que tanto abundaba por aquellos tiempos en nuestras mesillas de noche y encima de nuestras cómodas. También tenemos que decir que posteriormente y en esta fábrica ocupó un puesto de cierta relevancia en fabricación, Enrique Ares Ares.

Este compañero tuvo la desgracia de que falleció en una sucursal bancaria de Gandia (Valencia), al producirse un atraco y encontrase allí casualmente con su señora y su hija. Al parecer a uno de los atracadores se le disparó la escopeta, pillándole de lleno a nuestro compañero. Enrique Ares, fue un alumno del Colegio Luís de Góngora, y saltó a las páginas de la prensa de Córdoba, porque había inventado un carburador que permitía que los coches funcionasen con gas-butano. Fue un hombre de mucha valía y destacó en los medios intelectuales de Córdoba.

En aquella primera mañana de nuestra visita a la fábrica, Eulogio y yo, estuvimos dialogando con un fresador, bigotudo y simpático, que resultó ser de Martos (Jaén), y que por las tardes daba clases de violín en un colegio cercano de monjas. Luego pudimos comprobar que abundaban lógicamente los trabajadores de Ávila, de Segovia, de Cuenca, de Puente Geníl, y de todas las partes de España. También nos enteramos de que la empresa Bressel, tenía un equipo de Balonmano, en competición nacional. Al parecer el compañero, Gascón García Álvarez de Sotomayor, por esta razón del balonmano, era conocido del hijo del Sr. Cabanas. 

EN LEGAZPI
  
Con ánimo de que ampliásemos nuestros conocimientos-empresa, el Sr. Cabanas, nos organizó una visita a una fábrica de Moldes de Inyección, ubicada en la zona del Barrio de Legazpi, el negocio tenía el nombre de INYECCIONES MADRID, y no nos recibieron bien, pues sólo nos dejaron “husmear” el taller de inyección, en donde nos cansamos de ver máquinas de la casa Sandretto, que con su operario al frente “expulsaba” una pieza de plástico en ciclos de tiempos muy cortos. Al taller de moldes, en donde estaban las fresas, los tornos, y los ajustadores, lo vimos desde lejos, pues el “encargado” un tal Peribañez, que era de Huesca, y al parecer muy receloso. Sólo nos enseñaron la máquina “Punteadora”, marca “HIDROTIP”, que se encontraba en una cabina ambientada y en la que el operario libreta en mano, iba fijando las “coordenadas”, en donde tenía que hacer el taladro o la perforación. Recuerdo que la “silueta” a mecanizar (taladro, perforación o hembra), la delimitaban con una serie de “puntitos a modo de referencia” que luego servía de referencia para el ajustador, que con la ayuda de una pequeña lupa, sabía hasta donde debía llegar el “desbaste”. Para conseguir luego la silueta o ajuste final fino.



Contrasta la existencia de aquellos medios de mecanizado y ajuste, con las máquina de  “perforación por hilo continuo”, o centros de mecanizado, que existen en la actualidad. Nos parecerá mentira recordar todos aquellos bancos de ajuste que había en la Sección de Talleres, en donde los profesores,  Sr. Alejandro San José, Sr. Pedro Obdulio Gallardo, Sr. Manuel Cano, Sr. Manuel Valle, Sr. José Acero, Sr. Francisco Valenzuela, Sr. Efrén Núñez, y Pedro Pérez, que aunque era tornero, empezó en la Sección de Ajuste de los Talleres Pre-vocacionales, se empeñaron en que aprendiésemos a limar plano y a escuadra, solamente utilizando las limas.

LOS CAFESES

Por las razones que hemos dicho, la visita resultó poco menos que un fracaso, al no poder observar nada de moldes. Quizás en compensación por ello, y dado que era por la tarde, el Sr. Cabanas, nos invitó a un café. Nos sentamos en una terraza que se llamaba “Café Legazpi”. Éramos catorce y para calcular la cuenta a pagar, el ínclito Sr. Villota, como acostumbraba a hacer siempre, sacó su “regla de cálculo logarítmica”, (que la llevaba siempre en el bolsillo superior de la chaqueta, como si fuera un bolígrafo más). No es que en el café nos echaran “azúcar de risa” es que nos mondamos de risa, cuando éste hombre, sevillano de pro, se quiso dar de hombre fino en el hablar y dijo: A ver cuantos CAFESES NOS HEMOS TOMADO PARA CALCULAR LA CUENTA”, Hasta el camarero que por lo visto era de Guadalajara, se mondaba de risa.

Volvimos en autobús y luego en Metro, haciendo trasbordo en Goya, y aún entrando por la puerta de la Residencia en donde parábamos, no se explicaba aún el motivo de aquella risa.

EL MINERO Y FIDEL CASTRO

Llegamos a la Residencia, poco más o menos con la hora de la cena empezada, por lo que pasamos al comedor y nos acoplamos en los sitios que quedaban vacíos. Nos tocó sentarnos en la mesa de unos residentes mineros de Gijón, que también estaban en la Residencia. Fue uno de ellos al que apodaban como “El faménculo” el que enarbolando un periódico MADRID, de aquella época, nos comentó de forma entusiasta que venía el discurso que había echado el día anterior Fidel Castro, en la Plaza de la Revolución “José Martí”,  para proclamar a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo. (22/12/1961).

1 comentario:

  1. En serio me pregunto, de donde sacas todos esos detalles en tus escritos? Tomabas nota de los acontecimientos in vivo? (jejeje).
    Un abrazo de Emilio Palma

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