En el mes de diciembre 1961, (18/12/1961),
nos montamos en el “Tren Carreta” a
las cuatro de la tarde en Sevilla y llegamos a Madrid a altas horas de la
noche. Al principio del viaje, todo era contar chistes, relatar historietas,
pero a medida que iban pasando las horas, todo el mundo quedó volcado por el cansancio y la rutina del viaje.
En nuestro vagón íbamos entre otros, el bejarano, Fernando Martín, Juan Rodríguez, Ángel García, Manuel Aguza, Eulogio López, uno que le llamábamos el “boquerón” (de Málaga), otro que era Naranjo, (el valenciano), el Sr. Villota, y yo.
El tren en el que nos metieron
era lamentable, tanto por la precariedad y la dureza de sus asientos, como por
la desesperante lentitud de su marcha. No había estación en la que no tuviera
que parar y en la mayoría de los casos para “dejar paso” a cualquier tren que
rápido venía detrás. Al pasar de Córdoba, ya llegó como hemos dicho el
cansancio y fue en Villa del Río, donde yo comenté que era el lugar de
nacimiento del locutor deportivo Matías Prats. Todos me oyeron menos el Sr.
Villota, que con la boca entreabierta ya estaba roncando. El “cachondo” de
Naranjo, aquel simpático valenciano, que tenía su habitación llena de Poster de
“Juan y Junior”, quiso gastarle una pequeña broma, pero se impuso el criterio
del respeto del resto.
Y es que el Sr. Villota, (maestro
de torno), era una buena persona, solamente que como buen sevillano, era algo
fanfarrón. Si hablaba del Rocío, daba la impresión de que “masticaba” la arena
de las marismas, y si hablaba de fútbol, pocos habían como “Pepillo”,
(delantero sevillísta), y que por aquellos tiempos había fichado por el Madrid.
Nadie sin embargo discutía su categoría profesional, pues sin duda tenía que
ser un buen tornero, para estar en la nómina de unos talleres (Universidad
Laboral de Sevilla), que estaba regentada por los Salesianos y que éstos por su
dedicación inmemorial a las Escuelas profesionales, tenían acreditados seglares
en todas las profesiones.
EN LA CALLE AZCONA
Llegamos a Madrid, bien avanzada
la noche y nos alojaron en lo que en aquellos tiempos se llamaba “LA ESCUELA DEL TRABAJO, de la Calle Azcona. Curiosamente esta
Escuela, fue fundada por el Padre Fray Miguel Fraile, que fue el primer Rector
que tuvo la
Universidad Laboral de Córdoba.
Aunque llegamos ya avanzada la
noche, nos llamaron la atención de dicha
calle, de que tenía en sus paredes próximas a la Escuela, unas pintadas de
aquellas prohibidas en la época. Una de ellas decía: “LIBERTAD Y AUTOGESTION” y
otra “ABAJO EL RÉGIMEN MILITAR”, pero la que era más reiterativa era: “LIBERTAD
PRESOS POLITICOS”. Todas estas pintadas, estaban “disimuladas” con rayas que
hacían difícil su lectura..
El objetivo de aquel viaje de cinco
días a Madrid, era el de visitar y tomar contacto con las empresas para las que
estábamos haciendo el Curso de Utillaje en Sevilla. Unos iban para visitar las
instalaciones de MARCONI, y otros los de la BRESSEL. A los que nos
tocó visitar ésta segunda, pudimos comprobar que estás instalaciones estaban
ubicadas en una zona casi despoblada de la zona de CHAMARTIN.
EN LA FÁBRICA
El acceso a la fábrica en aquel
día frío de diciembre, lo pudimos localizar por los cientos y cientos de
pequeñas huellas de zapato de tacón, (zapato de mujer), que se señalaban en
aquel terreno despoblado que era de greda. Efectivamente, allí vimos a muchas
mujeres trabajando, tanto en la línea de mecanizado (tornos automáticos, de
alimentación vertical), como en una gran sala de verificación y muestreo de
piezas. Las primeras con batas azules y las otras con batas blancas. Muchas
mujeres, y aquello era como nuevo, en el concepto que muchos teníamos de una
empresa.
(Valga como anécdota, que la gran
mayoría de los que fueron a Madrid, con novia desde sus pueblos, al final se
casaron con gente de la empresa,).
Con nosotros venía el Sr.
Casillas (coordinador del Curso) y el Sr. Villota, que nada más llegar nos
presentaron al Sr. Cabanas, un maño muy agradable y simpático, que era el Jefe
de Fabricación. Entre otras cosas, esta empresa fabricada el simpático
despertador de la marca CID, que tanto abundaba por aquellos tiempos en
nuestras mesillas de noche y encima de nuestras cómodas. También tenemos que decir
que posteriormente y en esta fábrica ocupó un puesto de cierta relevancia en
fabricación, Enrique Ares Ares.
Este compañero tuvo la desgracia
de que falleció en una sucursal bancaria de Gandia (Valencia), al producirse un
atraco y encontrase allí casualmente con su señora y su hija. Al parecer a uno
de los atracadores se le disparó la escopeta, pillándole de lleno a nuestro
compañero. Enrique Ares, fue un alumno del Colegio Luís de Góngora, y saltó a
las páginas de la prensa de Córdoba, porque había inventado un carburador que
permitía que los coches funcionasen con gas-butano. Fue un hombre de mucha
valía y destacó en los medios intelectuales de Córdoba.
En aquella primera mañana de
nuestra visita a la fábrica, Eulogio y yo, estuvimos dialogando con un
fresador, bigotudo y simpático, que resultó ser de Martos (Jaén), y que por las
tardes daba clases de violín en un colegio cercano de monjas. Luego pudimos
comprobar que abundaban lógicamente los trabajadores de Ávila, de Segovia, de Cuenca,
de Puente Geníl, y de todas las partes de España. También nos enteramos de que
la empresa Bressel, tenía un equipo de Balonmano, en competición nacional. Al
parecer el compañero, Gascón García Álvarez de Sotomayor, por esta razón del
balonmano, era conocido del hijo del Sr. Cabanas.
EN LEGAZPI
Con ánimo de que ampliásemos
nuestros conocimientos-empresa, el Sr. Cabanas, nos organizó una visita a una
fábrica de Moldes de Inyección, ubicada en la zona del Barrio de Legazpi, el
negocio tenía el nombre de INYECCIONES MADRID, y no nos recibieron bien, pues
sólo nos dejaron “husmear” el taller de inyección, en donde nos cansamos de ver
máquinas de la casa Sandretto, que con su operario al frente “expulsaba” una
pieza de plástico en ciclos de tiempos muy cortos. Al taller de moldes, en
donde estaban las fresas, los tornos, y los ajustadores, lo vimos desde lejos,
pues el “encargado” un tal Peribañez, que era de Huesca, y al parecer muy
receloso. Sólo nos enseñaron la máquina “Punteadora”, marca “HIDROTIP”, que se
encontraba en una cabina ambientada y en la que el operario libreta en mano,
iba fijando las “coordenadas”, en donde tenía que hacer el taladro o la
perforación. Recuerdo que la “silueta” a mecanizar (taladro, perforación o
hembra), la delimitaban con una serie de “puntitos a modo de referencia” que
luego servía de referencia para el ajustador, que con la ayuda de una pequeña
lupa, sabía hasta donde debía llegar el “desbaste”. Para conseguir luego la
silueta o ajuste final fino.
Contrasta la existencia de
aquellos medios de mecanizado y ajuste, con las máquina de “perforación por hilo continuo”, o centros de
mecanizado, que existen en la actualidad. Nos parecerá mentira recordar todos
aquellos bancos de ajuste que había en la Sección de Talleres, en donde los
profesores, Sr. Alejandro San José, Sr.
Pedro Obdulio Gallardo, Sr. Manuel Cano, Sr. Manuel Valle, Sr. José Acero, Sr.
Francisco Valenzuela, Sr. Efrén Núñez, y Pedro Pérez, que aunque era tornero,
empezó en la Sección
de Ajuste de los Talleres Pre-vocacionales, se empeñaron en que aprendiésemos a
limar plano y a escuadra, solamente utilizando las limas.
LOS CAFESES
Por las razones que hemos dicho,
la visita resultó poco menos que un fracaso, al no poder observar nada de
moldes. Quizás en compensación por ello, y dado que era por la tarde, el Sr.
Cabanas, nos invitó a un café. Nos sentamos en una terraza que se llamaba “Café
Legazpi”. Éramos catorce y para calcular la cuenta a pagar, el ínclito Sr.
Villota, como acostumbraba a hacer siempre, sacó su “regla de cálculo
logarítmica”, (que la llevaba siempre en el bolsillo superior de la chaqueta,
como si fuera un bolígrafo más). No es que en el café nos echaran “azúcar de
risa” es que nos mondamos de risa, cuando éste hombre, sevillano de pro, se
quiso dar de hombre fino en el hablar y dijo: A ver cuantos CAFESES NOS HEMOS
TOMADO PARA CALCULAR LA CUENTA”,
Hasta el camarero que por lo visto era de Guadalajara, se mondaba de risa.
Volvimos en autobús y luego en
Metro, haciendo trasbordo en Goya, y aún entrando por la puerta de la Residencia en donde
parábamos, no se explicaba aún el motivo de aquella risa.
EL MINERO Y FIDEL CASTRO
Llegamos a la Residencia, poco más o
menos con la hora de la cena empezada, por lo que pasamos al comedor y nos
acoplamos en los sitios que quedaban vacíos. Nos tocó sentarnos en la mesa de
unos residentes mineros de Gijón, que también estaban en la Residencia. Fue
uno de ellos al que apodaban como “El faménculo” el que enarbolando un
periódico MADRID, de aquella época, nos comentó de forma entusiasta que venía
el discurso que había echado el día anterior Fidel Castro, en la Plaza de la Revolución “José
Martí”, para proclamar a Cuba Territorio
Libre de Analfabetismo. (22/12/1961).
En serio me pregunto, de donde sacas todos esos detalles en tus escritos? Tomabas nota de los acontecimientos in vivo? (jejeje).
ResponderEliminarUn abrazo de Emilio Palma