domingo, 13 de julio de 2008

EL GRAN AUSENTE …


En noviembre del 2007, se conmemoraba en Córdoba el 50 aniversario de la inauguración de la Universidad Laboral de Córdoba. A ese acto asistieron según la prensa local unos quinientos alumnos, los cuales vivieron una importante jornada de convivencia.

El reencuentro de los antiguos alumnos, fue el justificante principal del acto. Los discursos, lo políticos y la parafernalia que rodearon el acto, adoleció de una ausencia importante. Ausente, que ni los disertadores, ni la prensa local, en sus confundidas crónicas, tuvieron la delicadeza de mencionar: Me refiero al primer rector de la Universidad.

El padre Fray Miguel Fraile Cobos, fue el primer Rector

de la Universidad Laboral de Córdoba.

Gran experto en temas de formación profesional fue el alma en el arranque de dicha Universidad.

A muchos antiguos alumnos nos gustaría saber las razones de la inesperada marcha del padre Fraile.

Con fecha 04/11/2007, el diario CORDOBA, publica una crónica del citado evento en donde de forma inexacta dice:

“El padre Cándido Aníz, primer rector de la Universidad Laboral de Córdoba dijo en su intervención con motivo del 50 aniversario de la inauguración de la Universidad. –La génesis de la Universidad Laboral fue una inspiración carismática que tuvo enemigos desde el primer momento”.

Queriendo entender las palabras del padre Cándido hemos de suponer que la “idea” de la Universidad Laboral de Córdoba, desde siempre tuvo a muchos detractores, principalmente entre la clase política que no se resignaban a admitir que una dictadura hubiera tenido esa “ocurrencia”.

Para muchos la Universidad Laboral ha sido una cosa muy incomoda de digerir. Incluso hay muchos antiguos alumnos que al orientar sus vidas por los senderos de la vida política, hacen omisión voluntaria de su estancia en la Universidad, ya que por alguna razón ese detalle no vende o les puede afectar negativamente en su curruculum-vitae. En Córdoba hay bastantes casos de estas omisiones.


A mi amigo Eulogio, para que su hija Patricia no me riña por lo del pelo…


Hoy he recibido una carta con la que me pongo en comunicación con el compañero Eulogio después de 48 años. Por dicha carta quedo enterado de cómo se encuentra actualmente y que tiene una hija, un hijo y un maravilloso nieto.

En dicha carta me manda un recorte del DIA DE VALLADOLID, donde aparece una foto con el siguiente pie: “Emotivo encuentro. Un grupo de 20 antiguos alumnos de la Universidad Laboral de Córdoba se dieron cita el pasado viernes en los Zagales de la Abadía para celebrar un encuentro que ha tardado 40 años en producirse. Faustino Rollán se encargó de organizarlo todo para que los ex compañeros de la primera y cuarta promoción se unieran con el objetivo de rememorar una de las épocas más bonitas de sus respectivas vidas.”

En la foto se pueden ver, Pipe, Eulogio, Fidel Flores, Faustino Rollán etc. Ese recorte de periódico y el encuentro que relata, me ha demostrado una vez más que el grupo de “Valladolid”, ha sabido mantener y cultivar aquella convivencia que un día tuvieron en la Universidad de Córdoba. Siento sana envidia, de ver que nosotros, los externos que vivimos en Córdoba, no hemos sabido cultivar esa noble amistad y camaradería de la que ustedes continuamente nos estáis dando ejemplo. No cabe duda de que la buena armonía y amistad que ustedes demuestran ahora, no es casualidad, es una consecuencia de aquellas experiencias vividas en la Universidad.

El otro día me llamó el compañero Mena Simón y hablando de este tema me contó que todavía mantiene entre sus agradables recuerdos, el día que se tuvo que marchar a residir en Córdoba para terminar el peritaje. No puede olvidar el momento de la despedida de aquellos compañeros de la tercera planta del Colegio y sobre todo del abrazo y las lágrimas que se le escaparon al “duro” de Ángel Gallardo.

Los seis meses que estuve de interno en Sevilla, me permitieron la posibilidad de comprobar que el sentido de la integración, la solidaridad, y la camaradería que se daba en los internos, era una cualidad de superación que brotaba de aquella ordenada y juvenil convivencia.

Por eso aquí y ahora quiero comentar al resto de compañeros las experiencias y la opinión que saqué de un compañero con el que estuve en el Colegio Gran Capitán, San Alberto y Bartolomé Esteban Murillo en Sevilla, en donde coincidimos seis meses en plan de internos. Ya que el no hablaba, hablaremos de él.

Eulogio López Álvarez, era alumno del colegio Gran Capitán. Como buen leonés era muy callado y prudente, pero en el terreno deportivo era un consumado líder. Como portero de balonmano enseñó a muchos lo que era aquella especialidad deportiva que para muchos de nosotros era totalmente desconocida, sobre todo en Córdoba. El Sr. Omar fue el que mejor supo reconocer la valía de este portero, puesto que lo tuvo a sus órdenes un poco tiempo. Pero fue pasando los años cuando dicho profesor se encontró en Madrid (calle Bailen), con Juan Cebrián Quesada, buen extremo zurdo (del Luis de Góngora), que estaba haciendo el servicio militar. Lógicamente hablaron de balonmano y entre otras cosas le dijo: -Si a Eulogio y a Primitivo, en vez de pillarle en Córdoba, les hubiera pillado en la escuela de Automovilismo de Madrid, hubieran jugado con toda seguridad en cualquier equipo importante del balonmano nacional de aquellos tiempos, como eran At. Madrid, Barcelona o Granollers, porque calidad individual a ambos les sobraba.

Como portero de fútbol fue indiscutible en el equipo de la Universidad Laboral de Córdoba, y en el poco tiempo que estuvo en la de Sevilla, también fue titular. Hasta el Córdoba CF. Llegó a interesarse por el. Yo a principio de los sesenta fui socio del At. San Lorenzo y tuve contactos con muchos peloteros, que se habían enfrentado con el siempre “temible” equipo de la Universidad. Entre los comentarios y al compás de una cerveza, se hablaba de Carreño, de Viana, de Alcantarilla, de Barbarín, de Torres Cabrera, de De la Haba, de Ojeda, de Navas Linares, etc. etc. pero de manera muy especial de Eulogio, porque la sobriedad en su caso iba cogida de la mano de una gran intuición. La espectacularidad, la suplía con una gran eficacia. Era un gran portero.

En atletismo tampoco se quedaba atrás, cumpliendo en la mayoría de las disciplinas con rendimiento notable y destacando bastante en el lanzamiento de peso, donde solamente le aventajaba Gonzalo Fernández de Córdoba, que era el campeón. A última hora ya, el fallecido y recordado Alberto Tabares, se le emparejó un poco. En natación en cambio, no era tan bueno, ya que el compañero Pedro Flores le aventajaba siempre.

En el plano profesional y como estudiante siempre estaba a la cabeza de cualquier clasificación. Captaba las cosas al vuelo y solamente su discreción y austeridad le hacía presentarse como persona de poca ostentación. Esa cualidad no le impidió alcanzar puestos de gran responsabilidad en su pasada vida laboral.

La opinión que se tenía de él como compañero era inmejorable. Su sentido de la solidaridad, su idea de la lealtad, le hacía un compañero excepcional. Tenía sus valores muy claros y era muy respetuoso con los de los demás. Era esplendido con lo que tenía y austero con lo que no tenía. Yo coincidí con él en Sevilla unos seis meses, en el día a día. Pedro Flores fue testigo de esta convivencia en la misma planta del Colegio Bartolomé Esteban Murillo.

A Sevilla acudimos a realizar unos cursos de utillaje para dar el salto al mundo del trabajo en Madrid, en las empresas Bressel y Marconi. Y nuestra convivencia en Sevilla, nos hizo que formáramos un binomio muy resolutivo y eficaz. Era como si el pusiera la reflexión y el pensamiento y yo lo expresara. Y así, más o menos lo teníamos estudiado para cuando fuésemos a Madrid. Por navidades visitamos la empresa en Madrid, y nada más llegar nos alojaron en la calle Azcona n 52, que era donde estaba ubicada la Escuela de Capacitación de Trabajadores, que casualmente fue fundada en 1942, por el padre Fray Miguel Fraile Cobos, primer rector de la Universidad Laboral de Córdoba.

En aquellos tiempos toda la parte posterior de dicha escuela ubicada en pleno centro de Madrid, era autentico campo, el servicio de comedor era atendido por unas señoritas, pero sobre todas, destacaba una que servía el mostrador. Al paisano de Juan Rodríguez Rivas, hubo necesidad de contenerle. Fue Eulogio, el que de forma paternal le dijo “Me cago en la puta…calmate, o te pego una …” Finalmente todo fueron risas y buena armonía.

Desde el primer momento le caímos bien al jefe de Fabricación Sr. Cabanas, Después de enseñarnos con detalle las instalaciones, entablamos una amena conversación en la puerta de su despacho. Al hablarle de Córdoba, me dijo que a su señora le gustaba mucho la ciudad y que un antepasado suyo, había estado de monje en el Monasterio de San Jerónimo, y entonces yo aproveché la oportunidad para hablarle de la Mezquita, de Medina Azahara, y de nuestras cosas de Córdoba. Rematé el asunto en el tema de Monasterio de San Jerónimo, indicándole que el gran erudito cordobés Ambrosio de Morales, entró en dicho convento y para no caer en tentaciones…se aplastó los cojo… con la tapa de un pesado arcón. Otro que estuvo a punto de entrar en dicho Monasterio fue el Gran Capitán.

Fuimos a visitar a una empresa de Legazpi y por el camino sacamos la conversación sobre algo que nos había comentado el desaparecido Diego Parejo Polo, en el sentido de que un hijo de este señor había jugado al balonmano con el compañero Gascón Álvarez. Este comentario me permitió decirle que Eulogio era un gran portero de balonmano.

Curiosamente y por aquellos tiempos, navidades de 1961, vimos en las paredes de la calle Azcona las primeras pintadas contra el gobierno.

La muerte de mi padre precipitó las cosas y tuve que abandonar con mucha pena mi proyecto de Madrid, dejando a mi compañero Eulogio, sin su otra “mitad”. El dice que me fui un poco por la puerta de atrás . Pero la verdad es que no tuve más remedio que hacerlo. No obstante yo me fui un poco más tranquilo porque lo dejé con su amigo Salvador Artigas Hernández, que había llegado también a Sevilla con varios compañeros más procedentes de Córdoba.

Yo me fui convencido de que el amigo Artigas iba a cuidar de él pues talante y “piquito” no le faltaba. En una ocasión comentamos medio en serio medio en broma que el tal Artigas era capaz de venderle a un gitano un borrico sin dientes. Al compañero salmantino José Manuel Sánchez, le hubiera venido muy bien como apoderado en sus correrías taurinas en vez de Mariano del Águila.

Parece que fue ayer cuando estábamos comiendo en el Colegio Bartolomé Esteban Murillo de Sevilla, en una mesa en la que se solía sentar con nosotros, Juan Rodríguez Rivas y un paisano suyo, toledanos los dos, de Villaluenga de la Sagra. El “rubio” como cariñosamente le decíamos, era un gran fresador, buen deportista y mejor defensa lateral. Era un tipo muy simpático y con muy buenos golpes, además sentía una gran admiración y respeto por Eulogio. Mientras comíamos le solía dar bromas hablándole de las mismas muchachas que servían la comida y Eulogio por toda contestación le solía decir -“rubito” del demonio, no me compliques más la vida-.

Y es que Eulogio tenía muy claros sus sentimientos, su “rubia” de Cacabelos como decía el, no se la quitaba en ningún momento del pensamiento. Al principio de estar en Sevilla, llevaba su sentido amoroso con cierto disimulo, más tarde y al ver que algunas noches lo sorprendía soñando poco más menos que en voz alta, decidió decirme que en Cacabelos había una “chica rubia”que lo tenía loco. Un día recuerdo que me enseñó una foto de ella y más tarde me pidió que le ideara frases bonitas para ponérselas él en una carta. Las tardes y los anocheceres para él se le hacían de una añoranza extrema. Eulogio, creo que estaba locamente enamorado de su chica..

La cosa se complicó aún más cuando fuimos a ver el estreno de la película el Cid Campeador en el cine Lope de Vega. Aquello fue impresionante, sobre todo cuando se llega a las escenas en las que Doña Jimena, (Sofía Loren) “padece” y “sufre” por el amor del Cid. Allí la mayoría de los jóvenes que estábamos teníamos entre 18 y 21 años, y era lógico que muchos tuvieran en sus pueblos, o en sus ciudades, un pedacito de novia. Al salir de la película con los ojos llorosos, parecía que habíamos estado todos viendo un serial de aquellos famosos “Ama Rosa”.

Terminado el cine acudimos a la Plaza del Cid, para coger el autobús de vuelta a la Universidad. Pero conociendo que había otro coche posterior, decidimos dar una vuelta por la cercana Plaza de España, allí me empeñé en enseñarle a mi amigo Eulogio y al “rubio” un mosaico entre los miles que habrá en toda la plaza, que representa la torre de la Malmuerta, la herrería de Mariano el Cojo (hoy farmacia) y Casa Paco Acedo.

Luego contemplamos el resto de los monumentos que formaron parte de la Exposición Iberoamericana, que fue inaugurada en el año 1929. El comisario de dicha exposición fue el cordobés José Cruz Conde, alcalde de Córdoba y que fue llamado a presidir ese proyecto, con el total disgusto del alcalde de Sevilla de aquella época.

D. José Cruz Conde. fue el padre de D. Antonio Cruz Conde, posiblemente el alcalde más importante que ha tenido Córdoba durante el siglo XX, entre las obras más significativas realizadas durante su mandato se encuentra la Universidad Laboral de Córdoba.

En el año 1966 la Cenemesa, pasó a llamarse Westinghouse, y los pedidos de nucleares crearon varias vacantes en el taller de Herramental, especialmente en fresadora Hidrotic. A una plaza de estas optó el compañero Aranzana, que venía desde la empresa Marconi en Madrid. (había estado con nosotros en Sevilla) Y al coincidir con él en el patio, rápidamente le pregunté:

-Aranzana, ¿como te han ido las cosas por Madrid?, bien, en líneas generales bien, me contestó, lo que pasa es que quiero volver a Córdoba. Entonces se me vino a la cabeza Eulogio y le pregunté: -¿Aranzana, todos los que se fueron a Madrid, que fue de sus vidas, de su trabajo, de sus novias etc.? y él me contestó, -La gran mayoría han dejado a sus novias y se han casado con muchachas de Madrid- Aquella contestación tan seca y rotunda me causó una sensación de pena.

Con el primer compañero que me puse en contacto por Internet, fue con Teodoro Pérez de Pedro, el cual amablemente, me habló de que en Valladolid, coincidía con Felipe Esteban, con Ángel Gallardo, con Eulogio, con el padre Zabalza, etc. y lo primero que le pregunté fue: -Me puedes confirmar con quien se casó Eulogio- y él a los pocos días me contestó –Eulogio se casó con su rubia de siempre y tiene una hija y un hijo.

Este detalle me alegró enormemente porque una vez más Eulogio López Álvarez, demostró que es hombre de fundamentos arraigados en su corazón, y en su sentido de la lealtad. Eulogio, en su caminar por la vida, supo ser fiel a si mismo.


AYER Y HOY


Esta es la plaza de las Tendillas en el año 1964, cuando España ganó el campeonato de Europa con el gol de Marcelino.

Este partido lo vió el compañero Antonio Murillo Murillo junto a varios amigos en la terraza del bar Colon. A pesar de que estaban en vísperas de la reválida, ellos disfrutaron con el famoso gol de Marcelino.

Cualquiera que le viera al amigo Antonio Murillo, (natural de Peñarroya, pero afincado en Zaragoza), la cara de satisfacción que presentaba él y sus compañeros, se podría decir que venían de una fiesta o baile del mismísimo Hotel Montes, en donde habrían disfrutado de la imaginaria compañía de una “pelirroja·, llamada “la Benavente”. Esta mujer con sus andares y sus contoneos, además de su especial forma de mirar, tenia locos a muchos jóvenes de aquella época en la Universidad. No en balde era considerada como el “icono prohibido” de los sótanos.

Según me cuenta Paco Estévez Jurado (el chuli), por aquellos primeros tiempos había un hermano lego que de vez en cuando solía hacer algunos recorridos de vigilancia por los dichosos sótanos, montado en una pequeña motocicleta, sobre todo cuando advertían que algunos alumnos se paseaban por los sótanos como si fuera la Calle Cruz Conde. Paco Estévez, dice que él fue perseguido varias veces en compañía de De la Haba Acosta, antes de que los expulsaran.


En este año se han celebrado otros campeonatos de Europa y como todos sabemos, España ha sido campeona esta vez con el gol del “niño” Torres.

Fue tal la explosión de jubilo que se produjo en Córdoba que muchos aficionados abarrotaron dicha plaza con numerosas banderas españolas.

Como pueden ver ustedes hasta el mismo Gran Capitán fue obsequiado con una bandera de España.

Al final de la década de los años setenta esta plaza de las Tendillas fue escenario de varias manifestaciones. Cada grupo humano llevaba su propia bandera y al coincidir en la plaza del caballo, hubo unos enfrentamientos terribles, donde las puñaladas, los palos y el pánico fueron el colofón de una absurda guerra de banderas. En aquellas fechas nadie se hubiera atrevido a ponerle al Gran Capitán cualquier tipo bandera.


LA PARADA DE CAÑERO

El recorrido del autobús a Córdoba solía hacerse a una velocidad media de 60 Km/h. velocidad por otra parte autorizada al vehículo como indicaba una placa que llevaba en la parte posterior izquierda. No cabe duda que Abilio era el que más corría.

Lo primero que se dejaba atrás era la casa del encargado de los jardineros de la Universidad, Juan Gómez, luego llegaba la casilla de peones camineros al empezar la bajada de la cuesta. La casilla de peones camineros desapareció hace tiempo. La casa del jardinero aunque abandonada aún existe al borde de la carretera escondida debajo del puente que da acceso al polígono de las Quemadas.

Bajando la cuesta de Rabanales se dejaba a la izquierda una fuente situada al borde de la carretera, fuente que fue eliminada por contaminación a mitad de los años 60, a consecuencia de la instalación de una fábrica de cervezas que empezó llamándose El Águila y después de varios nombres ahora se llama Alhambra.

En la inicial cervezas el Águila trabajó Manuel Pineda Medel, compañero muy apreciado del colegio Gran Capitán, y gran amigo de Aurelio Sepúlveda Mora. Actualmente el compañero Pineda, vive en Huelva en donde se ha jubilado por enfermedad.

Una vez bajada la cuesta de Rabanales lo primero que veíamos a la derecha era la Cerca de lagartijo, con su espléndido cortijo.



En vuestras idas y venidas a Córdoba pudisteis contemplar este esplendido caserío con su famosa cerca.

Hoy que los rumanos lo inundan todo, este es el aspecto que presenta aquel cortijo. Más adelante llegábamos a San Carlos, después a la choza del Cojo. Un poco más adelante pasábamos el puente sobre el arroyo pedroches. Poco después llegabais por fin a Cañero. Estabais en Córdoba.


La Cerca Lagartijo fue propiedad del famoso torero del mismo nombre Rafael Molina Lagartijo 1841-1900. Este famoso torero cordobés fue denominado primer Califa del toreo y mantuvo unos apasionantes duelos en los ruedos con el famoso torero Frascuelo.

Se cuenta que en aquellos tiempos de la desamortización en España (1855-1974), el país atravesaba por continuas crisis de paro y endeudamiento, y entonces el torero para dar trabajo a los parados que abundaban como siempre en Córdoba, ordenó que le hicieran una cerca bastante sólida y de envergadura para lo que se estilaba por aquellas épocas, su intención era entre otras darle el mayor trabajo posible a la cuadrilla de albañiles que del barrio de San Lorenzo, venían todos los días a trabajar. Una vez terminada la cerca, se llegó el maestro de obras a la casa del torero en la calle Osario y le dijo –D. Rafael, el trabajo ya está hecho- y él después de pagarle lo que aún le debía, le preguntó, -Y ahora que vais a hacer- Na, D. Rafael, de momento no tenemos na a la vista. Y ya que casi se marchaba el maestro de obras, salió Lagartijo y le dijo –Antonio, desmontar poco a poco la cerca y la volvéis a levantar otra vez, mañana te espero en el Mercantil, para ajustar el precio.

Después de la cerca Lagartijo viene la Choza del Cojo, su estructura en ruinas se ha conservado hasta hace bien poco. Se sabe de su existencia desde el 1862.

En la parada de Cañero se bajaban bastantes alumnos externos, así como mujeres y empleados. De los alumnos de aquellos años voy a mencionar a un par de ellos.

-Juan Quirós Reyes, se hizo perito Industrial y desarrolló su trabajo en Córdoba en la fábrica de cementos Asland, siendo un compañero muy aficionado a la lectura, el libro que más feliz le hizo fue el Libro del Maestro, que en aquellos tiempos, contenía todas las repuestas a las preguntas de inglés del libro MÉTODO DE INGLES, de Lewis Th. Girau, libro primero, que nos exigía el padre Ramón Madrid. El libro se lo facilitó su hermano que se dedicaba a la enseñanza. A partir de este libro las “chuletas”, de inglés ya se “producían” en serie y de forma generalizada. Al compañero Quirós, aunque buen estudiante, necesitaba la seguridad “ansiolítica” de la “chuleta”. Con ella en el bolsillo aunque no la utilizase, rendía el doble en los exámenes.

-Rafael Pedraza, compañero del colegio Gran Capitán, gran dominador del idioma Británico, por lo que tenía cautivado al difunto padre Ramón Madrid con el variado timbre de sus pronunciaciones. Raro era el día que no lo sacaba a la pizarra para ejemplo y admiración de sus compañeros. Se comentó por el barrio de Cañero que en 1966, estuvo a punto de acudir a Palomares requerido por un colaborador del Sr. Fraga para ser el interlocutor con los americanos para el asunto de la bomba del B-52..

-Rafael Natera Hidalgo, este compañero no contento con su titulación de Perito Industrial, se hizo Ingeniero Superior, opositó a Hacienda y se hizo alto funcionario en la Delegación de Córdoba. Más tarde obtuvo la licenciatura de Derecho, y actualmente tiene un gabinete de asesoramiento fiscal y da clases en la Facultad de Derecho de Córdoba.

Pero de todo este impresionante dossier lo que más me asombra de este compañero del Colegio San Alberto, es que sigue aún con la costumbre que tenía por aquellos tiempos de visitar casi a diario al Beato Martín de Porres.

El otro día me lo encontré por el Gran Capitán y le comenté que si podía hacer mención de esta devoción y me dijo: -Claro que si, no tengo ningún inconveniente, al contrario me siento muy orgulloso.

Manuel Estévez