domingo, 24 de febrero de 2013

Sobre una fotografía del sr. Sanz de Lara


Os envío una fotografía cuyos sujetos son los siguiente 1º El profesor de Matemáticas Sanz de Lara, hombre modélico en su forma de explicar y con gran capacidad didáctica. 
Fue Jefe del Departamento de Matemáticas en aquellos tiempos iniciales 1956-1962. 

Siempre llevaba un lápiz en su bolsillo superior de una especie de guayabera que utilizaba, de la marca Johann Sindel, y con resolvía todo lo que le preguntabas. Explicaba de forma maravillosa y le daba puntos por los apuntes bien hechos.



Un día del año 1965, estaba yo trabajando y allí habíamos planteado la discusión de una complicada ecuación, que para
los compañeros de trabajo nos resultó poco menos imposible solucionarla. Al bajarnos en el autobús de la fábrica, en el
mismo Bar Colón, allí estaba él, con otro profesor Juan García, pero al que le planteamos el problema fue a él. El, de forma solicita sacó su lápiz de madera de cedro y en un periquete nos resolvió la discusión de toda la mañana.

En segundo lugar está el Padre Gangoiti, un dominico muy preparado en Teología, y que se pudo considerar en aquellos
tiempos como una auténtica lumbrera. Terminó en Roma, en un centro acorde con su preparación. Su presencia en la Universidad Laboral de Córdoba, fue la prueba de aquí tuvimos de lo mejor en cada especialidad.

Luego está el Sr. Homar, mallorquin, familiar del extremo del mismo nombre que jugó el partido de ascenso a primera para
el Córdoba, en Abril del 1962. El Córdoba ganó en Huelva 0 - 4 y el extremo Homar, fue un hombre decisivo. El Sr. Homar
su pasión era el balonmano, y  ahora recordamos cuando vemos que España se queda campeona del mundo, como él,
siempre que podía insistía: "Atrás, atrás, manos arriba, Pipe, más incisivo, Primitivo, más movimiento, de la Haba, entra
por la izquierda como un torero, Gonzalo, aguanta ahí como pivote. Todo esto se le oía a este formidable profesor, y que
hemos podido comprobar de que en todo llevaba razón. Se marchó la de Universidad muy pronto.

En cuarto lugar, y con el palillo de dientes en sus manos, el padre Castiñeyra, que puedo hablar poco de él, pues simplemente lo conocí de vista.