sábado, 28 de junio de 2008

Las Ermitas de Córdoba y otras cosas …


Una vez más, uno comprende que en esta tierra (Córdoba) se le hayan quedado enredados para siempre el corazón y la memoria.

-Antonio Gala-

Las Ermitas de Córdoba son un lugar de paraíso para el disfrute de los sentidos, situado en la sierra de Córdoba en un precioso enclave llamado el Desierto de Belén. Las Ermitas representan un “archivo” histórico y recreado de la historia espiritual de Córdoba.

En tiempos de las persecuciones musulmanas eran famosos los monasterios de la sierra cordobesa, de los que aún quedan numerosos vestigios. Restos de este antiguo esplendor monacal son los ermitaños que vivieron en el Desierto de Ntra. Sra. de Belén, hombres constantes en su fe y sencillez, que ni la exclaustración de Mendizábal pudo extinguir.

En la década de los años cuarenta del pasado siglo aún florecían en vocaciones y observancia estos santos ermitaños; el ambiente que rodeaba su vida no podía ser más propicio para la unión con Dios. Pero comenzaron a escasear las vocaciones y algunas reformas, que se quisieron introducir para actualizar la vida de comunidad dividieron a los pocos miembros que quedaban. Unos se marcharon a Guadix (Granada), y otros se integraron en la orden de los Carmelitas. El obispo de Córdoba, de quien dependían los ermitaños que quedaban en la sierra de Córdoba, autorizó el 28 de enero de 1956, la fusión con los Carmelitas.

En las condiciones de fusión quedó reflejado el compromiso por mantener “las Ermitas”, como un lugar singular en la sierra de Córdoba. Actualmente aquel enclave depende de la Orden Carmelita de San Cayetano.

El primer ermitaño fue Francisco de Jesús, cordobés nacido en el popular barrio de San Lorenzo en 1673. En dicha iglesia se encuentra su partida de bautismo y de defunción. En el periodo de 1703 a 1709, se construyeron las trece casitas que servían de aposento para los ermitaños, siendo nombrado Francisco de Jesús como Hermano Mayor.

Uno de los ermitaños más singulares que pasaron por la sierra de Córdoba, fue Juan de Dios de Santiago, poseedor del titulo de Marqués de Villaverde, en aquellos tiempos.

Se trata de uno de tantos ermitaños que habiendo llevado una vida cargada de honores se retiró a este apartado rincón en donde falleció en 1788, por su forma de vivir, su espiritualidad y sencillez, fue muy querido por los cordobeses. Juan de Dios, Marqués de Santaella y Señor de Villaverde en su vida terrenal, tomó el hábito en 1780, cuando contaba 38 años de edad. El beato Diego José de Cádiz nos ha transmitido valiosas noticias sobre el modo de vida de este hombre, considerándolo como modelo de ermitaño.

Allá por el verano de 1964, se presentaron por la parroquia de San Lorenzo dos señores que venían buscando la partida de defunción del mencionado ermitaño, querían ver si aportaba algún dato aclaratorio sobre el original de su testamento. Este ermitaño al parecer no tuvo descendencia directa.

Desde Córdoba y mirando hacia las Ermitas se puede observar el imponente monumento al Sagrado Corazón de Jesús, que fue levantado en 1929 por Coullaut Valera por encargo del obispo D. Adolfo Pérez Muñoz. En las noches de verano es impresionante la visión que se nos regala a la vista cuando miramos hacia la sierra, y vemos la imponente estatua perfectamente iluminada dando vida y sentido a aquel marco incomparable de la sierra cordobesa.

Este monumento sufrió por los años 50 varios desperfectos a consecuencia de las importantes tormentas que con aparato eléctrico descargaron por la zona. En ambos casos el pararrayos de protección no actuó por no tener la toma a tierra en condiciones. En las dos ocasiones la estatua fue reparada por los Hermanos Rueda.

Un día, a primeros del año 1961, en compañía del padre Guillermo (“papá oso”, como cariñosamente le llamábamos) en una de esas visitas dominicales que tanto le gustaban a él, fuimos de excursión a las Ermitas. Y los quince o veinte voluntarios que acudimos quedamos maravillados del recorrido que amablemente nos explicó el fraile que hacía de portero y que pudimos contemplar. Después bajamos por la Cuesta del Reventón y salimos hacía el Hotel el Brillante, y cortando por la calle incipiente de El Mayoral llegamos al barrio del Naranjo. Allí el padre Guillermo nos presentó al padre “ladrillo”, el párroco de aquella pobre parroquia levantada en medio de un grupo de casitas contrahechas y fabricadas con materiales de adobe. El barrio era muy humilde, y el esforzado párroco había puesto en marcha una operación, que denominó “ladrillo”, para recabar materiales que dignificaran las viviendas de aquellos conciudadanos. Hasta el torero “El Cordobés”, que empezaba por aquellos tiempos, colaboró en un festival taurino. Afortunadamente, hoy el barrio del Naranjo es una zona residencial más de Córdoba. Al padre “ladrillo”, D. Agustín Molina Ruiz, el pueblo de Córdoba le dedicó un monumento en 1999, en una zona céntrica del barrio. Justa manera de que la sociedad recuerde a uno de sus buenos hijos.

También ocurrió en 1956…

Foto realizada en el año 1956 (Inauguración)

Primera fila

(Sr. Peña, Sr. Pérez, Sr. Espejo, Sr. Arenas, Sr. Castillo, Sr. Altés)

Segunda fila

(Sr. (¿?), Sr. Cabrera, padre Ezparza, Sr. Mateu, Sr. Carrillo, Sr. San José)

1.-Automoción

Sr. Rafael Peña Liñán, este profesor (perito industrial) junto al Sr. Espejo, Sr. Castillo, fueron los que dieron en la Universidad Laboral las primeras clases de Tecnología. Dichas clases se dieron en los Talleres Pre-vocacionales. Nos habló de empalmes en cables de alta tensión y por primera vez oímos la expresión“empalme catalán rápido”. Era un hombre de mucha experiencia. A principio de los años 60 se marchó al Brasil, volviendo años más tarde a España.

Coincidiendo con estas fechas entró en talleres de automoción un hermano suyo, llamado Manuel, que venía del Parque de Automovilismo de Córdoba, y enseguida destacó porque “esmerilaba” las válvulas como nadie. Al no conseguir la titulación tuvo que regresar de nuevo al Parque, en donde llegué a coincidí con él cuando hice la mili. Allí en el Parque se jubiló. De forma cariñosa he de mencionar que después de jubilado mantuvo un puesto de “arropías” en San Cayetano, en la misma puerta de Maderas Baldomero Moreno, S. A. en realidad más que vender lo que mantenía era animadas tertulias de fútbol y toros, de lo que era un gran aficionado. Ambos hermanos han fallecido.

2.-Tornos

D. Pedro Pérez Flores, era el responsable de la Sección de Tornos, con el tiempo entraron en la misma sección dos hijos suyos. Pedrito que así se llamaba el más joven, que se hizo más popular y conocido porque jugaba al fútbol en el equipo del Alcázar Viejo, en incluso llegó a enfrentarse con el equipo de la Universidad. El otro hijo de nombre Adolfo, recibía algunas bromas por llamarse igual que un antiguo obispo de Córdoba llamado Adolfo Pérez Muñoz. Todos ellos eran de Almería.

Un años después entró a trabajar un hermano de D. Pedro, que se llamaba Antonio y es el que hemos mencionado cariñosamente como el “Herrero”, que fumaba y solía beber los suyo. Telesforo Garrido Córdoba, lo conoció como nadie. Un día haciendo un recorrido rutinario, se presentó en su sección de forja el padre Cándido (rector), que al verlo trabajar sobre unas rejas, le preguntó –¿Antonio, este tipo de trabajo está incluido en el plan del curso?- a lo que Antonio Flores, replicó –no coño, estas rejas son para el “Yeti” (apodo con el que los maestros nombraban al ingeniero Jefe de talleres D. Arturo), ante esta contestación, el rector se marchó sin mirar ni tan siquiera para atrás. A pesar de su mal genio era un buen hombre y disfrutó enormemente cuando ya “talludito” le trajo la “cigüeña” un segundo hijo por lo que se volvió loco de alegría. El niño fue apadrinado por todos los profesores de taller. Tanto D. Pedro como D. Antonio, han fallecido.

3.-Ebanistería y Carpintería

D. Rafael Espejo Jiménez, Este profesor al igual que fue de los primeros en entrar en la Universidad, también fue de los que aguantó hasta la jubilación. De este gran profesional me es muy fácil hablar, pues con el tiempo y por vivir en mi barrio de San Lorenzo, he podido comprobar en el día a día su gran calidad humana y los valores de bien que atesora. Pertenece a una familia muy clásica y muy arraigada con las cosas de Córdoba, fue uno de los fundadores de la Peña los Emires. Ahora en su merecida jubilación después de dedicar el mayor tiempo posible a su familia, suele dar clases de dominó entre sus muchos amigos, pues de ese simpático juego también es un notable maestro. Gracias a Dios en la actualidad goza de un aspecto inmejorable.

También entró en los talleres de la Universidad, su hermano menor llamado Manolo. Hermano que además de ser un buen ebanista, era un gran aficionado al cante y buen “cantaor”. En la jerga del cante se le conoce con el apodo de “el Churumbaque”, y ha ganado importantes concursos. Al poco tiempo de permanencia en talleres, abandonó la Universidad y volvió a su trabajo en Córdoba.

4.-Máquinas Herramientas

D. Nemesio Cabrera Alcántara, Estuvo muy poco tiempo en la Universidad, y desde allí se colocó en la Cenemesa S.A., fábrica de Córdoba, con la categoría de Perito Industrial. En un principio estuvo de Jefe del Servicio de Tiempos de la Sección de aislantes de la División de Transformadores. Más tarde (1966), pasó a Jefe de taller de la División de Aparellaje. En la actualidad se puede ver por la calle Cruz Conde de Córdoba, paseando con un buen tono y todo su pelo blanco. Es hermano político de uno de los empresarios de joyería más importantes de Córdoba (Rafael Aguilar de Dios)..

5.-Artes Graficas

D. Manuel Arenas Raya, Este profesor estuvo poco tiempo en la Universidad, ya que las Artes Gráficas, las trasladaron a la Universidad de Tarragona. No obstante yo lo veía muchas veces al principio por los bares de San Lorenzo en animada charla con un impresor que vivía en la calle Ruano Girón. Sabemos que emigró a Hispano América y posteriormente volvió. Fallecido

6.-Modelos de Fundición

D. Antonio Castillo Perea, Un gran profesional con enorme experiencia en los “Carpinteros de Ribera”, no en balde vino de la zona de Cádiz. Hombre serio y muy ilustrado, llamaba la atención por su elegancia en el vestir. Era igualmente de elegante en la presentación de trabajos, a los que dotaba de una riqueza cromática especial. Gustaba mucho utilizar la bicicleta para los desplazamientos dentro de la Universidad. El Sr. Castillo pidió la excedencia y se marchó a Hispano América, volviendo a los cinco años de nuevo a la Universidad. Tuvo muchas dificultades para reingresar, al final estuvo acoplado al taller de Chapistería, en donde pasó muy malos ratos, terminando por marcharse. Fallecido.

Otro que también utilizaba mucho la bicicleta era el primer rector padre Fraile, al que vimos más de una vez por los pasillos del colegio montado en su bicicleta.

7.-Ajuste

D. Alejandro San José López, Era un profesional como la copa de un pino, su comportamiento con los alumnos, era respetuoso y aparentemente seco, pero sus propios compañeros aseguran a “boca llena”, que era un figura en todos los aspectos. Fue de los pocos de este grupo que tenía la titulación de Maestro Industrial. De su Valladolid natal, -a decir de él-, se vino a la Universidad de Córdoba porque le ilusionó mucho el proyecto inicial del padre Fraile. Con el paso del tiempo comprobó que este proyecto se desfondaba. Se casó un poquito “talludito” con una vallisoletana, y pidió el traslado a Zamora. Pocos años después murió relativamente joven dejando esposa y dos hijas. Fue un gran amigo de Juan González Sastre, profesor de automovilismo. A este último se le puede ver muchos días sentado en el Bar el Barril, de la Puerta Gallegos en Córdoba, alternando con antiguos compañeros..

8.-Construcción

D. Ernesto Mateu, Este profesor lo vimos durante estos primeros años por talleres pero creo honradamente que esta sección no debió funcionar nunca en esta Universidad, al menos yo no la advertí. Este Sr. fue de los primeros que tuvo una buena moto en la Laboral. Todos los fines de semana se desplazaba en moto hasta su Cádiz natal. Más tarde pidió traslado a la Universidad de Tarragona.

9.-Electricidad

D. Ángel Altés Serra, Este profesor debió estar poco tiempo en la Universidad pues yo no lo recuerdo mucho, parece ser que estuvo nada más que seis meses.

10.-Formación Religiosa

Padre Esparza, Este dominico debía tener alguna carrera técnica pues aunque era asesor religioso, los temas de taller los conocía perfectamente. En un principio estuvo al frente de los Talleres Pre-vocacionales, pero cuando se abrieron los Talleres Generales, trasladó allí su jefatura. Era el que realmente mandaba en el taller.

En los talleres pequeños se quedó el padre Leonardo Pérez, que fue una de las personas que impulsaron en Córdoba la Facultad de Ciencias Laborales. Con el tiempo este dominico se secularizó. Murió relativamente joven.

11.-Jefatura de Taller

D. Agustín Carrillo de Albornoz, Este hombre ejerció la jefatura de talleres hasta que llegó D. Arturo (Ingeniero que provenía de la Electro Mecánicas). El Sr. Carrillo, era hombre aparentemente sereno y muy coloquial. Todavía recuerdo cuando al medio día y nada más llegar al anfiteatro de los comedores, lugar donde comían los profesores, saludaba de forma ostensible y paternal a sus hijos que estaban de internos en el Colegio de San Rafael. Sus dos hijos hicieron peritaje. El Sr. Carrillo falleció

Aquellos talleres …

¡¡ Que Banco !! (Todos alumnos de Maestría primera promoción)

En este banco un ocasional fotógrafo captó uno de los mejores grupos de profesionales de todas las épocas del Colegio Gran Capitán.

1.-Salvador Artigas, que aunque no era ajustador bien podía ser el representante del grupo, ya que simpatía y “piquito” no le faltaba. Este compañero fue uno de los inventores del “Marketing”. Fue gran amigo de Eulogio en Córdoba y volvió a encontrarse con él en Sevilla.

2.-Eulogio López, un gran profesional y mejor mando intermedio como lo ha demostrado durante su vida laboral en FASA Renault. El talón de Aquiles del amigo Eulogio era el pelo, su temor a que el pelo se le cayera. Por las mañanas cuando se miraba en el espejo solía decir –me cago en la puta-, esto cada día esta peor, en clara alusión a su cabeza. Yo personalmente tengo una “deuda” con él que pronto se la pagaré.

3.-Miguel Velasco, aunque fue un consumado campeón internacional de ajuste, triunfó profesionalmente en la faceta de delineante en el Ayuntamiento de Málaga. Era un buen elemento, lleno de nobleza y sentido de la solidaridad.

4.-Rafael Gutiérrez, hizo peritaje y se que trabajó en Uralita. Gutiérrez, era un gran aficionado al fútbol. Para muchos de nosotros era como un hermano mayor. De él y de su paisano Francisco Castillo, aunque ellos no lo crean aprendimos muchas cosas buenas los más jóvenes.

5.-Rafael Ortega, el “gitano” como le llamábamos cariñosamente en el aula XXVIII, ha tenido que triunfar en cualquier sitio, pues calidad en todos los sentidos no le faltaba. Fue compañero mío desde el primer año que llegamos a la Universidad, se sentaba en la banca posterior a donde había dos auténticos “empollones” de aquellos tiempos, Jaime Pons Catalá, de Barcelona y Eulalio Vázquez Yague de Madrid.

6.-Serafín Guerrero, gran compañero y exquisito profesional de la ciudad del Santo Reino. Muy amigo de Fuentes Villarejo, en su época de internado. Me ha comentado el compañero Antonio Campos, (que por cierto disfruta reuniéndose con antiguos compañeros), que últimamente lo ha visto un poco aquejado de salud.

LA CORDOBA DE AYER Y LA DE HOY

Hotel Córdoba Palace 1956

AC Hotel Córdoba Palacio


Cuando Vds. Llegaron a Córdoba allá por el 1956, se acababa de inaugurar el Hotel Córdoba Palace. Este Hotel me trae a mi algunos recuerdos que quiero compartirlos con mis antiguos compañeros:

Yo presencié la obra de este hotel muy de cerca, pues recuerdo que le llevaba a mi hermano la comida todos los días, ya que estaba trabajando en la empresa Emilio Jordán, que fue la empresa que hizo la instalación eléctrica de dicho hotel, que por aquellos tiempos era de las más modernas que se hacían pues llevaban las habitaciones hasta “hilos de timbre”,

El padre Bartolomé Vicens, que nos daba matemáticas a los del aula XXVIII, nos habló largo y tendido de dicho hotel, ya que al parecer alguien de su familia tenía capital invertido en la propiedad.

El sueldo medio de un oficial de tercera instalador que trabajaba en el Hotel por aquellas fechas era de 768.-Pesetas al mes.

El litro de aceite de oliva costaba 12 pesetas.

-Un cigarro “Ideales”, (de papel amarillo), costaba dos “gordas”.

Seguimos con la historia…

En el año 1957, se produjeron unos incidentes muy graves en los territorios españoles de Sidi Ifni (lugar temido por los reclutas de reemplazo), al parecer y según nos contó el padre Pedraz, ( profesor de historia), se produjeron ataques en la frontera con Marruecos y cayeron unos 300 legionarios paracaidistas y fueron heridos más de 400. Se dio el espectáculo horroroso de que a un sargento paracaidista español, lo rajaron literalmente de arriba a bajo. El padre Pedraz, como profesor de historia nos tenía perfectamente informados de todos los acontecimientos. Al final una operación conjunta entre España y Francia, acabó con aquella guerra.

En Córdoba se produjeron muestras ostensibles de protesta por lo que le hicieron al sargento, y, hasta tal punto llegó la cosa, que grupos de gente incontrolada se presentaron en el hotel Palace y le “ajustaron” las cuentas al portero que era o vestía de moro, y desde entonces no se le volvió a ver por Córdoba.

Pues bien este hotel empezó a ser derribado el 2 de agosto del 2006, y el 15 de mayo del 2008, pasado se ha inaugurado a bombo y platillo este nuevo hotel que tendrá el nombre de AC Córdoba Palacio. El tipo de fachada ha levantado enormes polémicas en la ciudad pues da la sensación de que está hecho a base de chapas oxidadas.

El dueño del Hotel es el actual presidente del Córdoba CF. D. José Romero presidente de PRASA.

Manolo Estévez


sábado, 14 de junio de 2008

EL PASO INEXORABLE DEL TIEMPO


Hoy me ha llamado Felipe Esteban y me ha dado mucha alegría el poder hablar con el después de más de 48 años. Al principio le confundí con Eulogio pero él me rectificó –Soy Pipe-, es que me han dicho que has escrito algo sobre mi y te llamo para darte las gracias- Hombre, le dije, eso no tiene importancia yo he reflejado en mi colaboración la opinión que la mayoría del Colegio Gran Capitán de aquella época teníamos de ti. Que eras un -Hombre Bueno-

Me dijo también de que a pesar de que una vez jubilado no le gustaba utilizar el ordenador, iba procurar entrar en Internet para ver nuestra página. También me indicó que me iba a mandar una foto con los de Valladolid, para que pueda ver como se encuentran en la actualidad. Igualmente me comunicó que al gran medio-fondista de aquellos tiempos, Gallardo, le iban a operar de una cadera, eso no obstante, no le impide que siga siempre con el aire de líder “natural” que siempre tuvo. No obstante el paso del tiempo es inexorable.

A fuerza de ser sincero siempre he mantenido que los internos de aquella época estabais más integrados y armonizados en el colegio que nosotros los externos. Vds. lograron amistades más sólidas y duraderas que nosotros. Y como fiel reflejo está ese maravilloso grupo de Valladolid donde os seguís reuniendo con frecuencia. Ahora me explico porque Fernando Alonso ha podido ganar dos campeonatos del mundo con el R27. No cabe duda de que se ha tenido que notar vuestra estimable aportación en los circuitos y las suspensiones. Renault han sabido explotar al máximo la gran categoría humana y profesional de vuestro grupo de Valladolid que ha trabajado en esas instalaciones durante más de 38 años. Además tienen Vds. la ventaja de gozar de vez en cuando de la “bendición” siempre cariñosa del jovial padre Zabalza.

Nosotros en cambio los externos que nos quedamos en Córdoba, aún trabajando en las mismas empresas, lamentablemente no hemos cultivado esa amistad y simplemente nos hemos limitado al –hola y el adiós- Eso es un fenómeno que siempre me lo he planteado y nunca he llegado a entender. No cabe duda de que la convivencia en ese internado del Colegio Gran Capitán, os hizo más grandes de cara a la amistad y la solidaridad. De verdad que es para envidiaros.

Los antiguos romanos cuando moría un atleta miraban hacia el Cielo y decían que el astro de la vida el Sol, se fortalecía con el vigor de sus músculos. Los griegos en cambio cuando perdían un músico miraban al mar y admiraban el rizo de las olas, que según ellos reflejaban el humano acorde del músico que fallecía. Nosotros los compañeros de aquella época en el Colegio Gran Capitán sentimos la muerte de nuestro compañero Ramón, con un dolor que nos quema el corazón y una pena que se adentra en el horizonte de aquellos recuerdos….El buen recuerdo es tan bondadoso que nos mantiene eternamente jóvenes y nos permite vernos siempre llenos de vida…

Se me viene a la memoria el comportamiento de Primitivo Terrón Montero con el desaparecido compañero Diego Parejo, que pudo morir con más paz, agarrando la mano de su amigo del alma. Comportamiento que se vuelve a repetir con el reciente canto a la amistad que ha hecho Antonio Campos Carrasco por su amigo Ramón Bermejo Polo. su compañero del Colegio Gran Capitán tan dotado para el atletismo, para el fútbol y cualquier deporte que representara juventud.

Era muy bueno en salto de altura y mejor aún en el salto de longitud. En esta última disciplina mantuvo unos duelos muy interesantes con Álvaro Valcacer, “quien como buen leonés solía pegar muchas voces y era muy escandaloso”. No sé quien hablaba más si su paisano Eulogio o él. Hablando en serio tengo que reconocer que ambos eran de los compañeros más serios y buenos de fiar que había en el Colegio. Para ellos un apretón de manos valía más que siete contratos, y su discreción y austeridad no estaba reñida con su alto nivel de capacidad que demostraban frecuentemente en su trayectorias escolares. –Me cago .. en la puta-, era el insulto más grande que se les ocurría.

Ponía el amigo Ramón tanto interés en las competiciones de salto que en una ocasión y al tener una bota de clavos algo rota, se pinchó en un tobillo cuando caía al foso, ese accidente le tuvo más de un mes alejado de toda competición, incluso de su baile y su batería.

Antonio Armenteros

Estuvo allí…

Trabajó en el baile del cine España en aquellos años de 1957 al 1965. Ahora anda por mi barrio, pero por aquellas fechas vivía en la Huerta de la Reina en la calle Colombia muy cerca del citado cinema España en donde se daban los bailes que organizaba la empresa Cabrera, y en los que tocaban los Hermanos Díaz.

Estos hermanos según él, eran cuatro; Pepe tocaba el saxofón, Manolo (fallecido en Mayo pasado), tocaba la trompeta, Diego tocaba la pianola y Rafael (el besugo), tocaba la batería. Todos los hermanos se solían alternar con los instrumentos.

Siguió diciendo …

El local era como un patio grande en donde abundaban las macetas y hacía la parte derecha había dos viviendas en donde vivían el casero (gran amigo mío), y otro vecino más. El recinto estaba situado junto al Hospital Municipal y la calle Beatriz Enríquez. Lo acomodaban para el baile, incorporando una pequeña tarima para los músicos y una barra tipo ambigú (ahí trabajaba yo), en la parte izquierda en donde se solían vender gaseosas, refrescos y algunos “valgas”, hoy llamados “tintos de verano”.

Según Antonio Campos a ese baile es al que acudía el amigo Bermejo Polo todos los domingos que podía. Era curioso, mientras unos compañeros iban corriendo hacia las Tendillas para llegar a la telefónica, ellos corrían por el viaducto del Brillante hacia el baile.

Era tal la pasión que demostraba por tocar la batería que un día el amigo Campos le dijo al “Besugo” –deja a mi compañero que toque un poco que lo sabe hacer muy bien- a lo que el “Besugo”, más o menos de su edad, accedió y pudo comprobar lo bien que tocaba.

Me dice Armenteros que el “besugo”, era el más joven de los hermanos Díaz y podía tener más o menos la edad de Ramón Bermejo y por ello hicieron buena amistad, hasta el punto de que ya Ramón nada más llegar se incorporaba como un batería más. Solo su condición de estudiante interno, le privó de tocar en el año 1959 en la caseta Sobre La Marcha, una de las casetas de más postín de la feria de Córdoba.

Formó parte del grupo …

El otro día en el hogar del pensionista del Sector Sur, hablé con Diego Díaz, que me comentó que en la feria de aquel año, el trabajo les salía por las orejas y los Hermanos Báez, le pidieron un batería de apoyo, pues tenían que actuar en dos casetas importantes; en la de el Circulo de la Amistad y en la caseta Sobre la Marcha. Por ello le ofrecieron un turno de tocar a Ramón (el laboral), pero él renunció pues estaban los exámenes encima y aparte su condición de interno se lo impedía. Una lástima pues el chico de “la laboral” conocía todo el repertorio de Renato Carazzone, que era lo que se tocaba por aquellas épocas.

A estos bailes solían asistir antiguos compañeros externos como Juan Jesús Navarro Moreno, Paquito Estévez, Quirós Reyes, Francisco Espino, Manuel Huertas, Francisco Llorente y bastantes amigos suyos.

Conoció todos los ambientes …

Pero queriendo completar esta información hoy me he puesto en contacto con un antiguo compañero, Paquito Estévez Jurado que era asiduo a aquellos bailes y a todos los saraos festivos que había en Córdoba por aquellos tiempos. Estuvo en nuestro Colegio y se le apodaba cariñosamente con el mote de el “chuli”. Paquito desde muy joven estaba metido en todos estos jaleos y fiestas que se daban en Córdoba. El me ha confirmado que efectivamente vio varias veces al compañero Bermejo tocar la batería y que lo hacía muy bien por cierto.

También me ha insinuado que por aquellos tiempos hubo una buena “hembra” que tocaba algunas veces el saxofón y que demostró mucho interés por el compañero de Cáceres, Esta muchacha –me dice- creo que se marchó a la región de Murcia.

En cuanto a las fotos me dijo – en aquella época- no había fotógrafos para plasmar estos momentos.

El paso del amigo Paco Estévez Jurado por la Universidad, fue bastante efímero. Paquito, tenía un grupo de amistades en la Universidad que eran punto y aparte, porque nunca se adaptaron a la disciplina que se estilaba en el Colegio Gran Capitán.

Este grupo fue varias veces amonestado porque ellos en sus “comportamientos”, creían muchas veces que estaban en Córdoba. Para ellos los sótanos de la Universidad, eran una prolongación de la Calle Cruz Conde, con sus niñas incluidas…

Este grupo lo formaban habitualmente, Paquito Estévez, Olmo, el hijo del que tenía el bar en el Paraninfo, De la Haba “Di Fabini”, y Carmona “el Pelos”. Varias veces fueron expedientados por la dirección del colegio. Paquito y Carmona fueron expulsados, los otros dos se marcharon al poco tiempo. Ninguno terminó la Oficialía.

LA CATA DEL VINO

Estando en la cata vinícola que se celebra todos los años por el mes de mayo en la explanada del Pretorio, probé vinos de Montilla y Moriles, pero en un Stand, también probé un vino dulce que me recordaba el “Málaga Virgen”. Y como beber este vino y no acordarse de los malagueños del Colegio Gran Capitán de aquellos tiempos.

Miguel Velasco Galiana, es malagueño y era un tipo muy correcto y simpático. Disfrutaba mucho cuando Quirós Reyes, le decía cualquier chirigota y se reía a carcajada limpia con las cosas de Huertas de Gracia. Era noble y buen compañero. Todavía recuerdo lo que disfrutó el día 9 de noviembre de 1960, (entrábamos a talleres, 3 de la tarde), con la noticia que oyó en Radio Nacional, referente a que John Kennedy había ganado las elecciones americanas. No cabe duda de que el sentía simpatías por aquel líder.

Amaba el atletismo y era un enamorado del salto de altura en el estilo clásico, es decir el rodillo ventral. Aunque respetaba mucho a su paisano Plaza como saltador, no le gustaba su estilo de “tijera”. Tampoco le agradaba la técnica de acometida frontal de Fenollosa (del Colegio Luis de Góngora), campeón inalcanzable de la Universidad de aquellos tiempos.

Galiana tenía un brazo que era un “látigo” lanzando el disco, especialidad de la que fue un gran campeón. Pero también de sus brazos de atleta pendían una manos con tanta sensibilidad, que con las limas de precisión entre sus dedos lograba auténticas maravillas de calidad insuperable, dignas de un campeón internacional. Además tenía un arte especial `para manejar el “tiralíneas” y la “bigotera”, que contenían aquella oscura caja de compases que nos entregaron como material de dibujo cuando entramos en la Universidad.

La asignatura de dibujo por aquellos tiempos era bastante difícil, pues aunque dominaras los conceptos teóricos, tenias evidentes dificultades para representarlos en aquellas láminas a tinta, donde los “espesores”, los “empalmes” y los “centros” del dibujo en cuestión a tinta tenían una enorme dificultad.

Para colmo de los colmos, por aquella época tuvimos un profesor llamado Mateu, que aparte de explicarse muy mal, pues parece ser que el bigote le dificultaba la normal pronunciación, tenía el fatídico criterio de puntuar siempre con normas muy cicateras.

Este ocasional profesor lo único que tenía de positivo, es que de vez en cuando aludía a “sus chicas del Instituto”, y con ese rollo terminaba las clases. Fue un profesor con criterios incluso peores que el Sr. “Cotas”.

Pero al amigo Galiana esto no le importó, pues su porvenir se lo labró como Delineante en el Ayuntamiento de Málaga. Se ve que debió triunfar pues según me dice el Sr. Pantaleón, que últimamente se encontró con él en Málaga, vio como se acababa de bajar nada más y nada menos que de un Mercedes.

El paso inexorable de la vida y del tiempo, pues del PTV del Sr. Lubián que tanta risa causó al padre Bartolomé cuando allá por los años 58, irrumpió en la Universidad, pasamos al moderno Mercedes del amigo Galiana.

Fue gran amigo de Bermejo Polo y el montillano Antonio Marques y formaban un trío potencial de grandes atletas. Algún día espero poder preguntarle porque utilizaba el apellido de “Galiana”, cuando en realidad según dice él era “Galiano”.

La explicación que nos dé él por supuesto nos valdrá. Queremos creer que no obedecerá a un cambio de “chaqueta”, de esos que tanto se llevan ahora, pues el amigo Galiana, estoy seguro no es de esos “tipos”.

Manolo Estévez


domingo, 1 de junio de 2008

ÉRAMOS MUY JÓVENES…

Estamos en el mes de mayo, mes de las flores, de los patios y de las cruces. Mes de Córdoba por excelencia. Durante estos treinta y un días las calles de la ciudad de la Mezquita son un constante ir y venir de visitantes que recorren los barrios antiguos y admiran nuestros patios y monumentos. Son franceses, ingleses, alemanes y americanos, además de los educados y correctos japoneses.


Hablemos del Colegio Gran Capitán…

Allá por el 1957, el Padre Roces nos causó una grata impresión cuando, siendo educador del Colegio Gran Capitán, dio una charla cuaresmal en la que, entre otros comentarios, relató un accidente ferroviario que el había vivido por la zona de su Asturias natal. De su exposición, con sus alusiones a la fe y su conclusiones, la mayoría de nosotros apreciamos en él un educador espiritualmente muy preparado y con mucha claridad de ideas. Posteriormente, con su ascenso a director del Colegio, algunos observamos en este dominico una transformación que le forzó a mostrar una actitud de carácter que no se correspondía con el dominico que habíamos conocido anteriormente.

Frente al Colegio Gran Capitán teníamos la vía del tren y la carretera por donde se veían pasar toda clase de vehículos. Al estar por las mañanas en talleres, era por la tarde cuando en los recreos contemplábamos el paso inexorable de los trenes y los vehículos. Pasaba el “rápido”, con su máquina diesel que alcanzaba hasta los 60 kilómetros por hora. Eran unidades de tren compuestas de dos máquinas, una delantera y otra trasera, y en medio un conjunto de hasta cuarenta vagones, mitad madera, mitad metálicos. Siempre que pasaban nos asomábamos casi al borde de la vía para saludar a los viajeros, que desde las ventanillas nos correspondían en el saludo.

El paso del tren a esas horas de la tarde hacía que a muchos compañeros internos les entrara “morriña”. Recordaban sus casas, sus familias, sus pueblos y, algunos, hasta sus novias…

Lo mismo ocurría cuando por la carretera se veían pasar “las pavas”, nombre cariñoso que les daban los internos de Jaén y Granada a los coches de línea que iban para sus provincias. Unos compañeros que se significaban por sus “morriñas” con las “pavas” eran Luis Tudela y Antonio García.

También por esas horas, después de la merienda, pasaban los grandes camiones de Transportes Ochoa en dirección a Madrid. El paso de esos camiones iba acompañado por el suspiro de la mayoría de los compañeros internos, ya que sus sitios de origen rondaban por esas zonas del norte y centro de la Península. Se sabían de memoria cuál debería ser la hora de llegada de dichos vehículos. De algunos de estos compañeros (posiblemente ya jubilados) aún me acuerdo: Piñón Barberá, Eulalio Vázquez, Mural Vila, Ángel Gascón y Herreros Allende (el del mitin del Garvey).

Hablando de Piñón Barberá, (gran amigo del valenciano José Maria Iserte), tengo que recordar la discusión tan absurda (por nuestra parte) que un día planteamos, tanto Vázquez Martín como yo, recién llegados al Colegio. Nosotros nos aferrábamos al absurdo de que en Córdoba había tantos autobuses como en Madrid. El bueno de Piñón nos decía: “Muchachos Vds. deben de estar locos o chalados al decir esa tontería”. Menos mal que medió en el tema Jaime Pons Catalá, que tenía grandes dotes de persuasión, y que por preparación y edad nos ofrecía toda la confianza del mundo. El nos convenció de que en Madrid había muchos más autobuses que en Córdoba. Cerca de nosotros estaba el saguntino Serra, que se mondaba de risa…

Un día estábamos tranquilamente sentados en la puerta de nuestro Colegio y vimos pasar un tren de color totalmente metálico blanco y compuesto de tres unidades. Iba a una velocidad mayor que la habitual. Al parecer eran dos máquinas y en medio un vagón remolque. Todos nos quedamos sorprendidos y con dudas. Al día siguiente, que era sábado, de forma voluntaria unos, y por arresto otros, asistimos a una conferencia que dio el profesor de tecnología del automóvil Sr. Castro. El tema escogido era precisamente el nuevo Tren TAF, que RENFE estaba incorporando en todas las líneas de forma radial desde Madrid a las capitales de la periferia.

Nos aclaró que eran trenes automotores, cuya construcción había sido adjudicada a la empresa italiana FIAT, que estaba suministrando unidades desde 1954. Las unidades motoras iban equipadas cada una con un motor Fiat de 505 CV de potencia sostenida, lo que equivalía a una potencia total de 1000 CV.

Continúo diciéndonos que dichos trenes eran capaces de alcanzar velocidades de hasta 120 Km/h. en llano y de 60 Km/h en las rampas del 15-20 por mil de desnivel. También nos dijo que la empresa de los ferrocarriles españoles esperaba conseguir velocidades de explotación comercial del orden de los 60-70 Km/h.

En cuanto a la capacidad de los trenes TAF era de unos 175 pasajeros. En el vagón del centro ya se incorporaba un pequeño bar restaurante. No había nada más que un tipo de billete único. Además nos dijo que, según parecía, éste era un tren de transición hacía el tren TER y que más tarde vendría la alta velocidad de los trenes TALGO, que ya estaban en proyecto.

Terminó la conferencia dándonos algunos consejos sobre todo –dijo- a los alumnos más jóvenes, que parece ser que habían tomado como diversión el bajar a la vía y poner monedas para que el tren pasase por lo alto, “aunque siempre ha habido un peligro tremendo -prosiguió-, ahora, con la rapidez de estos trenes ese tipo de “juego” es poco menos que suicida. Tengo entendido que las autoridades de RENFE y la Universidad Laboral, están tratando de resolver este problema. Curiosamente, donde más se manifiesta este peligro es en el Colegio San Rafael, y allí están los alumnos más jóvenes” (finalmente, se planteó una reunión para abordar este asunto a petición del Padre Azagra, director del Colegio San Rafael).

Viendo como el profesor se marchaba, ya a la hora de la merienda, salimos fuera del Colegio y miramos hacía la vía. Pudimos comprobar que, efectivamente, ese tipo de “juego” representaba un gran peligro.

En ese momento intervino simpáticamente un compañero de León, quiero recordar que se trataba de Antonio Álvarez: “Nosotros, cuando llegamos los Domingos al Bar Colón, corremos más hacia la Telefónica de las Tendillas que este dichoso tren”. La verdad es que, según me dijo Julián el cartero, era un espectáculo ver a los compañeros internos nada más bajarse del autobús y dirigirse prácticamente corriendo por la calle Osario en busca de la dichosa Telefónica y pedir “número” para la conferencia que, a cobro revertido, les permitía ponerse en contacto con sus familiares y demás seres queridos.

Dos semanas después de aquella charla se vieron las hormigoneras y las palas funcionar. Habían empezado las obras para colocar una valla de protección en la zona de las vías, compuesta de pilares de hormigón armado cada 5 metros y malla de simple torsión de dos metros de altura.

La gamberrada…

Yo reconozco, y ahora lo veo mejor que cuando teníamos 15 años, que algunos éramos muy revoltosos. Yo mismo participé con varios compañeros en una grave gamberrada cuando estaban instalando la citada valla del tren. Metimos a un compañero dentro de uno de los pozos que habían hecho para los pilares (casi le tapaba) y, no teniendo bastante con eso, le echamos otro compañero en lo alto. El de abajo se defendió pegándole un bocado en sus partes al que le caía encima. Gracias a algunos mayores (quiero recordar a Castillo y Eulogio) que estaban por allí y sacaron al “mordido” y al “mordedor”, las cosas no llegaron a mayores. No obstante la cosa se complicó pues el hermano Alejandro, lo vio todo desde la puerta del Colegio.

Con la citada gamberrada nos hicimos acreedores a una sanción y una comunicación por escrito a nuestros padres. Tuvimos que acreditar que habíamos enseñado en nuestras casas la amonestación, y nos advirtieron que a la próxima habría comunicación a la propia Mutualidad. Tengo que agradecer de todo corazón la ayuda que nos prestó en aquellos momentos el Padre Vicente Espinel, ya que comprendiendo nuestra “juventud” nos animó a que pensáramos como los mayores y le hiciéramos caso en todo.

Los patios y el caballero…

En el año 1964 el patio de mi casa en el barrio de San Lorenzo lo presentaron los vecinos al concurso que organizaba tradicionalmente el Ayuntamiento de Córdoba. Era un patio muy antiguo y con muchas flores. La lavadora eran dos pilas con un pozo antiguo, que las siete vecinas se sorteaban durante el día y la noche. Para tender utilizaban unas cañas que llegaban hasta el tejado, altura a la que estaban situados los tendederos para secar las ropas. Era cosa como de circo ver a cualquier vecina, ya con más de 50 años, tender una sábana, que estando mojada podía pesar más de setenta kilos enganchada de la caña. No obstante ellas las movían de aquí para allá con una habilidad increíble para este menester.

Lógicamente, para el concurso de patios los tendederos se quitaron esos días. Era el sábado 9 de de mayo y estaba sentado en mi patio viendo la gente que entraba y salía. Entre los visitantes pude ver a antiguos compañeros de la Universidad, como Juan Quirós con su novia, Paco Morales, Antonio Florido, Manuel Serrano etc. Poco después, hacía las diez de la noche, llegó el Sr. Alejandro San José acompañado del Sr. González, maestro de automovilismo. Al verlos entrar me levanté y los saludé de forma efusiva. Seguidamente, me ofrecí a enseñarles el patio y sus detalles. Un vecino les obsequió con un vaso de vino y una tapita de chorizo frito, que los profesores agradecieron de forma ostensible.

Cuando salieron del patio los acompañé hasta la Plaza de San Lorenzo y la calle del Trueque, donde estaba el patio que había ganado ese año el primer premio (y curiosamente también lo ha ganado este año 2008). Allí nos encontramos con otro viejo “amigo”, el maestro de forja D. Antonio Pérez Flores, que después de un simpático saludo nos invitó a un “medio” en la taberna de la Sociedad Plateros, situada un poco más arriba de la calle del patio. Yo no quise ir, pero ante la insistencia del “herrero” no tuve más remedio que acompañarles. Llegamos a la taberna y nos sentamos en el patio que estaba muy concurrido. Nos sirvieron cuatro medios de “peseta”. El simpático “herrero” se lo bebió prácticamente de un tirón (se vio que conocía el tema). Quiso volver a invitarnos, pero les dijimos que no. Entonces él se marchó hacía su casa que creo que estaba por la Plaza de la Magdalena.

Al salir, el Sr. San José de forma muy respetuosa (él era muy serio), comentó algunos detalles simpáticos de este gran profesional, su genio, sus voces. En este sentido, indicó que su manera de ser la “sufrían” hasta los frailes más significativos. A él le daba igual que fuese el Padre Esparza, el Padre Leonardo, o el mismísimo Padre Cándido. Cuando creía que llevaba la razón le contestaba al más pintado.

El Sr. González, viendo que la conversación era fluida, le pidió al camarero dos cervezas y una copa. Con ellas en la mesa, el Sr. San José se sinceró diciendo que Córdoba le gustaba mucho, que el proyecto de la Universidad Laboral le había atraído, pero él no descartaba la posibilidad de marcharse algún día hacía el norte, porque echaba de menos a lo suyo…

Como era natural, salió la conversación de los alumnos. Entonces, el Sr. San José, con su probada caballerosidad, me hizo los siguientes comentarios: “En la primera promoción de Maestría había grandes alumnos en el dominio del taller. En primer lugar destacó, obviamente, a Miguel Velasco Galiana como campeón internacional de aprendizaje”. Pero eso no impidió que mencionara a otros grandes alumnos, destacando de forma muy especial a José Muñoz Camacho, del que dijo que “tenía unas manos de oro para la profesión del ajuste”. Solamente anotó que, como a otros muchos externos, le faltó la total integración.

Terminada la conversación, le dije al Sr. San José que si querían ver otro patio que había en la calle Velasco. Fue su acompañante González el que dijo que sí. Callejeamos por la calles el Queso, Frailes y Montero, llegando finalmente a la calle Velasco. En ese momento apareció por allí Casilda (la empleada de cocinas), que había salido del horno de comprar una telera de pan y se dirigía a su casa donde vivía con su hermana. Al verla, al Sr. San José se le sonrió la cara (cosa rara en él), saludándola ostensiblemente. Se pudo observar que le caía muy bien. Una vez que vimos el patio, nos separamos, y ellos se marcharon para el centro.

Años más tarde, y en la misma taberna, el Sr. Espejo Jiménez, que vivía en mi barrio, me comentó que el Sr. San José se había casado con una chica paisana suya y que se marchó a la Universidad de Zamora, aunque su domicilio lo tenía en Valladolid donde se criaron sus dos hijas. Al poco tiempo murió. Antes de indicarme este hecho me alabó la enorme categoría profesional y humana que guardaba el Sr. San José debajo de esa mirada tan severa que a simple vista presentaba. “De los diez maestros de taller que entramos el primer año (1956) –me dijo- él era uno de los pocos que tenía su titulo de Maestría en regla”. En calidad humana era un auténtico ejemplo para todos y se preocupaba por los alumnos de forma continuada mientras estuvo en Córdoba. Poco a poco, la pérdida de “peso” de la Universidad lo fue decepcionando.

También me dijo que, al parecer, la simpática y siempre amable Casilda se había casado con el dinámico ordenanza Francisco Serrano Rojas, gran aficionado a los toros y cariñosamente apodado “Serranito”. Este hombre era el que, de forma “oportuna”, nos daba la buena noticia al abrir la puerta de la clase diciendo: “señor profesor es la hora”.

En este menester sustituyó en el Colegio Gran Capitán a D. José María Montalvo, (ordenanza de 1956 a 1958). Éste era un hombre con semblante y estilo de rancia nobleza (no en balde estaba casado con una parienta del Marqués de Villaverde). Según me han contado algunos compañeros suyos, ver comer a Montalvo era una auténtica delicia. En sus modales y forma de andar aparentaba más empaque y gallardía que el mismísimo Jaime de Mora y Aragón, pero sin trampas.

Un saludo para todos los antiguos alumnos y especialmente para mis contemporáneos que ya estarán en la nómina de los jubilados.

(Terminando de escribir esta colaboración me he enterado de la muerte del querido compañero Bermejo Polo. Aunque parezca casualidad, le he dicho al compañero Olmo que estaba preparando una colaboración en la que uno de los sujetos principales era Bermejo y relataba sus competiciones de longitud y las más tímidas de salto de altura. Era muy amigo de Velasco Galiana y Marqués Romero, formando un trío importante de atletas de aquellos tiempos. En cuanto a su faceta de músico he entrado en contacto con un familiar de los Hermanos Báez, que eran los músicos que actuaban en el Hotel el Brillante en los bailes de los domingos. Dichos hermanos le tomaron en aprecio y le dejaban actuar con ellos. Me han prometido localizar una foto en la que aparece junto a ellos).

Manuel Estévez