lunes, 5 de mayo de 2008

PATATAS AL COLUMPIO

Cuando hemos oído hablar de la Universidad Laboral de Córdoba a lo largo de tantos años, se nos ha venido a la mente sus portadas más emblemáticas que casi siempre son en orden a su importancia, la Iglesia con su torre, el Paraninfo, el teatro Griego, los Colegios, el Patio central etc. Luego hemos recordado algunos hechos acaecidos durante el periodo de nuestra estancia, tanto los buenos como los malos.

Para todos los jóvenes que pasamos por la Universidad en aquellos tiempos, aquello significó una oportunidad de Oro, de poder escalar hacía arriba en nuestras esperanzadas y bonitas ambiciones. A nosotros no nos importó de quien fue la decisión de que la Universidad fuera una realidad A nosotros nos brindaron dicha oportunidad y quizás unos más que otros, todos luchamos por labrarnos un futuro.

Hubo políticos que intentaron cambiar el significado y las intenciones de las Universidades Laborales, por ser obra del régimen anterior, vamos como si las hubiera costeado alguien de su bolsillo particular. Incluso hubo políticos que desde dentro del mismo régimen, caso de los “tecnócratas” se oponían al proyecto de Girón, y no hicieron nada más que poner dificultades y obstáculos.

Determinados autores que cuentan la historia de aquella época relatan los enfrentamientos que por causa de las Universidades se produjeron en el seno del Gobierno entre el Ministerio de Trabajo y el de Educación. Incluso la Universidad clásica (se comentó por aquellos tiempos), hizo manifestaciones de protesta en Madrid, por el plan de estudios de las laborales que permitía que la formación profesional y el bachiller laboral pudiera ser puerta de entrada a especialidades que tradicionalmente estaban destinadas para ellos. Vamos que se oponían a la posibilidad de que los hijos de los mutualistas les pudieran quitar “cuota” de trabajo.

Hay que resaltar la campaña de engaño y desinformación que sobre las Universidades Laborales, llevaron algunos medios de comunicación como “Radio Pirenaica”, emisora que con sede en Rumania, y dirigida por el comunista Pedro Aldámez, “era la voz libre sin censura del régimen”. Esta emisora después de un programa que tenía todos los viernes y que denominaban “Fuerzas Armadas”, y después de hablar con toda clase de elogios del lanzamiento del primer satélite artificial, (lanzamiento de los rusos del famoso Sputnik I) pasaban a criticar abiertamente las realizaciones del gobierno español, y llegado el tema de las Universidades Laborales, decían: “Con estos centros el franquismo pretende quitarle a la clase trabajadora a sus mejores hombres para dejarla definitivamente sumida en la ignorancia…”

Opiniones parecidas o similares aparecían en la publicación Cuadernos de Ruedo Ibérico, publicación de 1961, y más tarde en Cuadernos para el Dialogo, que fueron las primeras ventanas por las que se asomaban la mayoría de los políticos opuestos al régimen.

También el mismo padre Pérez que habitualmente estaba en el Colegio San Álvaro (Capacitación Social), en una conferencia que nos dio sobre Cotizaciones y Mutualismo, mostró su disconformidad con bastantes cosas de las Universidades Laborales. Esta charla fue en el año 1960. El se apoyó fundamentalmente en que los trabajadores no controlaban las cuentas de las mutualidades. Cierto. ¿Pero es que acaso ahora en democracia los trabajadores controlan algo de sus Cotizaciones, de su IRPF, controlan algo de los presupuestos del Estado?.

Por el contrario la mayoría de la orden de los dominicos apostaron desde el primer momento por la Universidad Laboral y lo que representaba en su “currículum” de educación.

Primero fue el padre Fraile aceptando el reto de gobernar el gran barco (que decía el Sr. Pantaleón), cosa de la que se sentía muy orgulloso como se lo manifestó el día 1 de septiembre de 1957, en conferencia de prensa que ofreció a los veintisiete periodistas que acompañaban a los aprendices de ocho países de Europa que visitaron la Universidad Laboral de Córdoba, para admirar sus instalaciones.

También apoyaba y se identificaba totalmente con este proyecto el Obispo de Córdoba, el dominico Fray Albino Menéndez Reigada que con motivo de una visita que hizo al Santo Padre en Roma, (16 Octubre 1957), entre otros presentes le entregó personalmente a su Santidad Pío XII, un albúm detallado de fotos de la Universidad Laboral de Córdoba. Seguidamente el obispo de Córdoba expuso en un seminario social ante el cardenal Cicogniani las ventajas que representaba para los hijos de los trabajadores el proyecto de la Universidades Laborales.

De forma más próxima el padre Rafael Cantueso, que estuvo en la Universidad 20 años, y a preguntas de algún periodista local contestaba:

“No he querido ir a la Universidad cuando me han llamado para el cincuentenario, porque así me lo habían aconsejado. Sobre todo me daría mucha pena ver aquella Iglesia tan bonita y de la que fui párroco convertida en un frío salón de actos,

Quien lo ha visto me ha asegurado que no es ni sombra de lo que fue. La alegría de aquella casa…Pero hay que vivir el presente.

Aquello fue una obra de Franco y su equipo de gobierno. Pero la laboral supuso oportunidades de estudio para muchos jóvenes que de otro modo no hubieran podido acceder a él. Son muchos los alumnos que hoy son personas importantes en su profesión, y que cuando me ven por Córdoba, me recuerdan con cariño aquellos inolvidables años. Yo respeto a esa época y a las personas que hicieron posible el funcionamiento de la Universidad Laboral.”

La realidad fue que en 1957, a la Universidad Laboral de Córdoba, no se le reconocía “capacidad docente” para formar tribunales de examen, al menos en el Colegio Gran Capitán, por lo que tuvimos que pasar por lo siguiente:

-El primer curso de 1956-57, en enseñanzas profesionales se consideró Nulo, es decir que no sirvió de nada.

Por lo que el grupo más granado y preparado posiblemente que hubo en el Colegio Gran Capitán, perdió tontamente un año.

-En el curso 1957-58, se encontraron dos promociones (por eso las diferencias de edades), que sus exámenes finales tuvieron que realizarse ante unos tribunales compuestos por profesores ajenos a la Universidad.

Solían ser profesores de Escuelas de Formación Profesional, y como presidente de dicho tribunal venía de Madrid el director del Colegio la Paloma de Madrid que de lo único que me acuerdo era del apodo que le asignaban los estudiantes (Mr. Jaque). Nombre que se le daba en función de su supuesta dureza y rigor. No hace falta decir que aquello supuso una bofetada sin manos para el plantel de profesores y catedráticos que había en la Universidad.

Contra todos estos imponderables surgió el compañero Ángel Madrid Pintor, excelente compañero y buen profesional en las materias fundamentales, no así en las asignaturas que llamábamos de relleno (o paja), en las cuales era un maestro consumado en arte del “copieteo”

Estábamos en los exámenes de revalida de la asignatura de Organización Laboral y Relaciones Laborales que era común para todos. El aula de examen totalmente llena con todos los alumnos de oficialía (primera promoción 1960), la presidencia del tribunal compuesta con el Sr. Jaque, de Madrid, tres profesores de Peñarroya y el Sr. Gómez Lama, en representación “única” de Córdoba. El examen era la citada asignatura de Organización Laboral y Relaciones Laborales.

Cuando nos incorporamos al mundo del trabajo nos dimos cuenta de la importancia de la asignatura que habíamos dado y que estaba contemplada en la labor asignada al Instituto de la Seguridad e Higiene y Medicina en el Trabajo, que fue creado en 1944. En las empresas esta labor la tutelaban los Comités de Seguridad e Higiene en el Trabajo. A principio de los años setenta la eficacia de estos Comités era muy importante, y por si fallaba algo, los impectores de trabajo Sres. Caracuel y Zafra hacían el resto.

Hoy en Córdoba a pesar de tanta información mediática sobre “Los planes de prevención de riesgos laborales”, vemos que en las obras públicas de las calles la mayoría de los trabajadores no tienen casco, no tienen mono de trabajo y no tienen calzado de protección.. Pero más aún, hay trabajadores que utilizan potentes radiales de corte, que cortan desde una simple tabla, a la más dura losa, sin protección individual alguna, ni tan siquiera para los viandantes, con el enorme peligro de accidente que ello supone.

Seguimos con el examen …

Comienza el examen y dice el Sr. Gómez Lama portavoz del tribunal. “A todos los alumnos se le ha entregado inicialmente un folio con las preguntas, además de un folio en blanco marcado con la firma del tribunal, a medida que los alumnos vayan necesitando más folios en blanco, se irán levantando y recogiéndolos de esta presidencia. Por favor que haya compostura en todos los alumnos.

Ángel Madrid en dicho examen esperó todo el tiempo del mundo a que se dieran las circunstancias que él esperaba: Primera, que el padre Roses, se pusiera a charlar con el citado Mr. Jaque, por lo cual este Sr. y por respeto al director se levantó de su asiento y se puso junto a él. En segundo lugar uno de los alumnos “pata negra” Antonio Ibáñez Hoyos, se levantó a depositar su examen pues ya lo había terminado. Entonces, el compañero Madrid, se levantó raudo detrás de él y se dirigió a la mesa de la presidencia “a coger un folio limpio”. Realmente lo que hizo fue coger el examen que acababa de soltar el bueno de Ibáñez. Con el “trofeo”en sus manos se fue a su sitio, copio diligentemente todo lo que quiso y incluso dejó que algunos compañeros más “aprovecharan” también la oportunidad. Todo transcurrió con total normalidad, evidentemente no era la primera vez que aquello ocurría. Preguntado por esta experiencia sencillamente contestó –Simplemente he querido vengar a nuestros profesores-.

En cuanto al tema de los tribunales igual suerte corrieron los que estudiaron Peritaje.

Al parecer esos problemas unidos al recorte de los presupuestos inicialmente previstos, determinaron la marcha del Padre Fraile, con dos años nada más de mandato.

Menos mal que todos hemos tenido la gran oportunidad de formarnos nuestra propia opinión. Lo que nosotros hayamos vivido o experimentado no puede nadie decirlo por nosotros, por mucho que quieran inventar.

Mi primera visita palmo a palmo de todas las dependencias de la Universidad, la hice acompañado por mi madre en un día de puertas abiertas, en atención a los alumnos nuevos de aquel curso. Era el mes de Noviembre de 1957, y se estrenaba en el teatro Griego la obra clásica MEDEA . Para dicho acto habían invitado a los padres de los alumnos externos.

Muchos padres se presentaron al mediodía aprovechando los autobuses que salían del Bar Colon. Estos padres fueron recibidos en el Paraninfo por un empleado (quiero recordar que se llamaba Zamoranos), el cual acompañó a cada padre al Colegio de sus hijos. Por cierto el Sr. Zamoranos era un autentico figura con una máquina de escribir en las manos.

Lógicamente a mi madre y a mi nos llevaron al Colegio Gran Capitán, y permanecimos en el hall del colegio hasta que nos atendió el padre Espinel (fallecido), que lo hizo de forma exquisita como siempre solía actuar. Éramos cuatro alumnos y siete acompañantes que a las 12 horas decidió hacer de cicerón y empezó a enseñarnos la Universidad.

Empezamos por la iglesia que, aunque todavía estaba sin terminar impresionó de forma espectacular tanto a los alumnos como a nuestros padres. Seguidamente nos llevó al edificio del Paraninfo que una vez más nos dejó boquiabiertos a todos.

Desde el Paraninfo pasamos por el teatro Griego, el patio central, con su estanque y sus maravillosos jardines, cuidados maravillosamente por un grupo exquisito de jardineros al mando de Juan Gómez, (el que vivía en la casilla de la carretera).

Más adelante nos pasaron al Colegio Gran Capitán, haciendo hora para que los compañeros volvieran del comedor y nos enseñaron las aulas, las salas de estudio, salas de juegos, la biblioteca y hasta las duchas. Todos nuestros padres quedaron maravillados ante tanta esplendidez y modernidad de las instalaciones. En ese momento las hermanas Fernanda y Araceli Alba Cabello, procedían a la limpieza de los pasillos, que brillaban como una patena. Mi madre particularmente quedó asombrada de la monumentalidad de todo, incluso de la forma tan eficaz de limpiar, ya que ella –comentó- todavía fregaba con las rodillas en el suelo.

Viendo el padre Espinel que los alumnos ya venían del comedor por el pasillo habitual, nos llevó al grupo a esa dependencia por el patio central, donde una vez más mi madre se asombró con los arriates de rosas y pensamientos que había por todo el patio.

Llegamos a los comedores en la zona del Luis de Góngora, donde también acababa de llegar el padre Jesús, con un grupo de alumnos del colegio San Álvaro (Capacitación Social), a los que aprovechando la comida, les iba a dar una clase de -urbanidad en el comer-. A nosotros que éramos 11 (siete padres y cuatro alumnos). Nos invitaron a la comida y a la clase.

La comida la sirvieron Casilda, su hermana y su sobrina, ambas hermanas muy agradables y diligentes. En cuanto a su sobrina, por joven, guapa y buen tipo, era la admiración de todos los alumnos mayores.

La comida fue del todo apetitosa y la comimos con frugalidad, de primer plato nos pusieron unas exquisitas habichuelas a la vinagreta con su huevo duro, de segundo plato un lomo de caballa en aceite de oliva exquisito y de postre una naranja de Palma. El padre Jesús se lució dándonos sus consejos en las formas de comer. Después de 48 años todavía mi familia y yo pelamos la naranja como el nos enseñó.

Mi madre quedó alucinada y empezó a dar gracias a todo el mundo y felicitó a Casilda por la vinagreta, a lo que Casilda honradamente le contestó, -No Sra. nosotros solamente la hemos servido, la cocinera es Concha López y su ayudanta Ana Dueñas. Entonces el padre Jesús las llamó, y salieron de sus dependencias y todos los comensales las felicitamos.

Por cierto que mi madre en ese ambiente de confianza que se respiraba se atrevió a decir: “cuando yo tenía 14 años como mi hijo (allá por el 1920), una de las comidas más celebradas en muchas casas de los barrios como San Lorenzo eran las PATATAS AL COLUMPIO -oyendo esto Carmen la cocinera se apresuró a preguntarle –Sra. y que eran patatas al columpio- a lo que mi madre le contestó –era un guiso de patatas que en vez de carne se le echaba una cola de bacalao a la que se le quemaban previamente las agallas y se le echaba bastante colorante para darle sabor- A falta de carne la cola del bacalao le daba un gusto extraordinario, y se le decía patatas al columpio, porque cuando ibas a coger algún trozo con la cuchara daba la sensación de que se columpiaban dentro del caldo. De postre cuando era verano y si lo había se nos daba un áspero membrillo.

Mi madre me dijo -esto que estoy viendo es de película- parece como un sueño -¡Que bonito el Colegio Gran Capitán! – Yo le dije:

“El doctor Vallejo Nágera en su libro de Locos egregios” y refiriéndose al gran Califa omeya Abderramán III, en la página 40, pone en boca del Califa : “He reinado más de cincuenta años, en victoria o paz. Amado por mis súbditos, temido por mis enemigos y respetado por mis aliados. Riquezas y honores, poder y placeres, aguardaron mi llamada para acudir de inmediato. No existe terrena bendición que me haya sido esquiva. En esta situación he anotado diligentemente los días de pura felicidad que he disfrutado: SUMAN CATORCE. Hombre, no cifres tus anhelos en el mundo terreno.” Hasta aquí el comentario del doctor Vallejo. Otras fuentes insinúan o sospechan que esos catorce días de felicidad que este Califa disfrutó durante sus cincuenta años de poder absoluto, se los debe al vino de Montilla que bebió como buen omeya a escondidas durante esos días..

De Montilla además del exquisito vino, tuvimos en la Universidad Laboral de Córdoba, un compañero que se llamó Antonio Marques Romero, que fue sin duda durante el periodo 1956-61, el mejor atleta de cuatrocientos que pasó por la Universidad.

Era un placer verla correr en la curva de los 200, con las palmas de las manos hacía abajo, aceleraba e iba dejando a todos sus competidores atrás. A mayores competidores mejores marcas. Por boca de los profesores de EF., se comentaba que de haber estado en una Universidad americana, con los adelantos y los medios que estas tenían, hubiera obtenido galardones olímpicos. El daba la sensación de que no hacía esfuerzo, y además tenía una forma de recuperación casi instantánea, que a veces desconcertaba hasta a los técnicos. Le tocó competir con grandes especialistas como Escalante García, o Rando Corella.

Antonio Marques, era un diamante en bruto y quisieron probarlo también en el 100. Recuerdo que lo hicieron competir con Julio Rivas González y Primitivo Terrón Montero entre otros. El resultado final es que resultó una maravillosa prueba en donde Marques se impuso por muy poco a Julio y a Primitivo. La marca que hizo el ganador hizo concebir esperanzas a los profesores de EF. de que tenían un potencial ganador a nivel nacional en los juegos escolares. Desgraciadamente se lesionó en las pistas del estadio de Lepanto en Córdoba (las pistas eran un desastre) y tuvo al parecer una rotura de fibras. Aunque intervinieron los equipos médicos del Córdoba CF, con el entrenador Roque Olsen a la cabeza, ya no volvió a ser el que era.

En esta comentada prueba de 100 metros lisos, sorprendió de forma muy interesante Primitivo Terrón, pues demostraba que a sus cualidades académicas, dibujo, taller, matemáticas etc. añadía otra cualidad atlética que sumar a su categoría de número Uno jugando al balonmano. Primitivo era el mejor jugador de balonmano que tenía la Universidad según propia expresión del Sr. Omar.

Pero Primitivo además de una buena “rotulación”, yo le copié el CÓRDOBA, que solía poner porque me gustaba mucha la tilde sobre la O, que ponía y hoy después de 48 años sigo con ella. Pero Primitivo vuelvo a insistir tenía un problema y es que soñaba despierto, muchas veces lo veíamos por el pasillo diciendo: Toñi, Toñi, … y llegamos a preocuparnos, menos mal que nos dijo un compañero posiblemente de los más bajitos del Colegio junto a Inocencio Blanco y que le apodaban cariñosamente “Trujillo”, que no le pasaba nada solamente era que estaba enamorado.

Primitivo ha sido fiel a la amistad de su amigo y paisano Diego Parejo Polo hasta el último momento de su muerte. He sabido que Primitivo estaba allí donde su amigo le necesitaba, y como no podía ser menos en el trance final de esta maravillosa criatura que fue Diego. La muerte de su amigo del alma la notó por la rigidez de la mano que le tenía cogida junto a la cabecera de su cama. Allí junto a los familiares de Diego, también estaba Toñi, la esposa de Primitivo.”

Después de la función teatral, mi madre y yo cogimos el autobús de los empleados que nos trasladaría a Córdoba. Nos bajamos en Cañero en compañía de Melero el fotógrafo y el Sr. Campoy, que al parecer se iba llegar al Colegio Salesiano a ver a su hermano José Maria (Salesiano). Por el camino mi madre comentó varias cosas y como no, halagó las comidas. Melero le dijo –Es que después de la guerra se han pasado muchas hambres-, y ahora que aquí se come bien esto parece otro mundo.

Mi madre como era mayor que el fotógrafo, le contestó que efectivamente después de la guerra se pasó mucha hambre, pero le dijo: “yo que nací a principios del 1900, le puedo decir que el hambre en Córdoba viene de antiguo, pues a mi por ejemplo con 15 años se me descolgó el estomago de no comer, y ese tipo de padecimiento, junto al de las pupas en las piernas de los chiquillos por falta de nutrición estaba a la orden del día por aquellos años. Mire Vd. si teníamos hambre por aquellas fechas (años 30), que cuando se presentaban las elecciones, iban los partidos políticos regalando kilos de carne, de garbanzos y de habas para comprar la voluntad de los votantes. Aquí en mi barrio de San Lorenzo, había una tal Pilar la “tuerta” que se dedicaba a esos menesteres.”

El Sr. Campoy que había permanecido callado y llegado este momento dijo – En Córdoba a finales de 1800, cuando vinieron a Córdoba los “viajeros románticos”, ya describieron el atraso, el hambre y la insalubridad que vieron por las calles de Córdoba. Más tarde Pio Baroja, en su novela la Feria de los Discretos, recrea todos estos problemas en la Córdoba de aquellas épocas. Por tanto el hambre y el analfabetismo había sido endémico en Córdoba desde finales del 1800.

Como reflexión final mi madre una mujer que luchó mucho para sacar sus cinco hijos adelante me insinuó: “Con una juventud como la que he visto en la Universidad Laboral, alimentada, jovial y bien formada, creo sinceramente que jamás se hubiera dado una guerra”.

Manuel Estévez

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