sábado, 12 de abril de 2008

4. La Universidad Laboral de Córdoba, crisol de Hombres Buenos

Hombres buenos, prudentes y eficaces, que, para suerte de todos nosotros, hacían funcionar maravillosamente la Universidad Laboral. Córdoba, en su sabiduría, tan antigua y secular, sabe apreciar las cualidades que pueden definir a un hombre "bueno".


En la Córdoba callada y sola, que la historia nos relata, la bondad parece ser que es cualidad generalmente de hombres sencillos, callados y grandes cumplidores de sus trabajos.

En Córdoba hemos conmemorado recientemente la Semana Santa, en la que la mayoría de los creyentes (entre los que me incluyo), recuerdan la vida, pasión y muerte de Jesucristo, universalmente considerado como un hombre "bueno".

Queriendo ver a la Virgen de los Dolores, hemos estado en la Plaza del Cristo de los Faroles. Por ello no hemos podido dejar de acordarnos del compañero Pipe Esteban, que entre sus recuerdos de hace 48 años nos presenta ufano una foto ante el mismo Cristo.


Qué buena persona era, y supongo que seguirá siendo el bueno, de Pipe; qué buen "tercio", como se decía antiguamente, y qué servicial.

Hombre de muy pocas palabras, pero de un gran corazón. Verlo jugar al balonmano constituía todo una espectáculo; ¡cómo se lanzaba en plancha en el disparo a puerta! Era uno de los jugadores predilectos del Sr. Omar, el cual lo llamaba siempre de forma cariñosa por su apelativo Pipeee.

Este gran vallisoletano abandonó la Universidad en el 1960, dejando una estela de hombre "bueno". El Sr. Omar con su voz filtrada de mallorquín y sus constantes gritos de ¡arriba!, ¡arriba las manos!, ¡atrás!, ¡defended!, no paraba de dirigir cualquier partido.

Sentía pasión por el balonmano. También tenía a su cargo el equipo de fútbol. Era un profesor con mucha capacidad y sobre todo con detalles humanos.

Era un placer para los oídos escuchar la conversación entre Pons Catalá y el citado profesor; parecía un murmullo de agua oxigenada. Pons gran aficionado del Español de Barcelona defendía a capa y espada que la pierna izquierda del extremo españolista Camps valía más que todo el Barcelona de Helenio Herrera.

El Sr. Omar lo pasó muy mal, al igual que el resto de sus compañeros de Departamento, cuando en el desgraciado accidente de coche en el cruce de la Fuensantilla (Esquina al Hospital Militar) perdió la vida el Sr. Liz. Ante un frenazo brusco, el Sr. Alcántara, que iba en el asiento de atrás, golpeó con la cabeza al Sr. Liz, sentado en el asiento delantero, produciéndole la muerte.

Fue a principios del año 1962. El profesor muerto era responsable del Baloncesto en la Universidad Laboral. Estábamos en la Universidad Laboral de Sevilla, Eulogio López Álvarez y yo, y nos dio la noticia del accidente D. Francisco Valenzuela, maestro de matricería que subía todas las semanas a Córdoba.

Al hablar de aquellos tiempos no puedo olvidarme, y más en estas fechas, del desaparecido Diego María Parejo Polo. Qué ejemplo para todos, especialmente para los más jóvenes por su plena disposición para cualquier cosa.

Jugaba al balonmano, al fútbol, practicaba atletismo, corría muy bien el medio fondo… Todo su cuerpo atlético estaba lleno de bondad, era amigo de sus amigos. Siempre tenía una sonrisa amable para cualquiera.

Se sentía feliz porque, según decía, jamás necesitaba el peine. Le hacía mucha gracia cuando los cordobeses mencionaban de forma espontánea la palabra "canela", que era muy habitual por aquellos tiempos para significar que una cosa estaba muy bien.

Él cariñosamente, cuando se dirigía a algún externo, le decía ¿qué pasa canelita?. Recuerdo que cuando rodaron la película "Hola Muchacho", el regidor del cámara quiso darle una cazadora de color chillón, para que sirviera como punto de referencia del cámara en su toma de planos de los espectadores de las gradas.

Para ello, solían escoger alumnos que tuvieran una morfología "distinta" de lo normal. Ante la petición del regidor él, medio en broma medio en serio, le contestó; "¿Cuánta tela me vais a pagar por sacarme en la película?.

Pues yo quiero pasta como le dais al Yul Brynnel ese, ya que yo soy más guapo que él y tengo más pelo". Ante esta contestación, el ayudante de rodaje, echándose a reír, pasó de largo con la citada cazadora.

Diego Parejo era así, y decía lo que pensaba. A primeros del año 1960, El profesor de Educación Física, D. José Luis Fernández Cochele, quiso introducir la gimnasia sueca a base ejercicios con troncos de árboles apoyados en la nuca.

Estos ejercicios solamente le gustaban a Diego y a unos pocos. Todos los demás acabábamos molidos. Al poco tiempo la quitaron.

Antes de las vacaciones de Navidad del año 1958, un día en la puerta del Colegio Gran Capitán, estábamos Eulogio López, Piñón Barberá, Haro, Pineda Medel, Diego y yo.

El bueno de Parejo Polo nos comentaba cosas muy simpáticas de su tierra y entre ellas nos decía."Tengo ganas de ir a mi casa, para comerme dos huevos fritos con chorizo, Mi madre me los pone de forma sensacional, es que se me hace la boca agua nada más de pensarlo".

Así era Diego María, sencillez, bondad. Parejo Polo era un hombre "bueno" . Tenía los aires de Conquistador propio de su tierra.

También a la hora de hablar de hombres buenos y cumplidores se me viene a la memoria aquella historieta tan simpática que nos solía contar don Julio García en los últimos minutos de clase.

Me refiero al personaje "Gregorio". Aquel campesino que llenaba su casa y el campo de honradez y era el prototipo de hombre "bueno" que muchos nos imaginábamos por aquellas épocas.

Curiosamente eran los mejores del aula, Ibáñez Hoyos, Francisco Castillo, Rafael Gutiérrez, Velasco Galiana….etc. los que le solían pedir este ratito de historieta.No hacía falta trabajar en el campo, ni ser "Gregorios" para ser considerado como un hombre "bueno".

En la Universidad Laboral y en aquellos Sótanos, Oficinas y Departamentos docentes, había muchos trabajadores en general que cumpliendo con eficacia sus cometidos nos daban todas las garantías de preparación, eficacia, seguridad y confort que necesitábamos como alumnos. Y no cabe duda: eran Mujeres y Hombres "buenos".

Es difícil traer a todas esas personas en este relato, por lo cual me he permitido seleccionar solamente a dos de ellas; una de arriba y otra de abajo.

En primer lugar quiero mencionar a D. Félix Merino Flores, empleado que posiblemente muchos de los alumnos nunca llegaron a conocer.

Este buen hombre trabajó en la construcción de la Universidad Laboral, contratado por la empresa constructora Agroman S.A..

Al terminar las obras, y desde que se hicieron cargo del centro los Padres dominicos, fue contratado por éstos como hombre de confianza para llevar la estación depuradora del agua.

Estación que fue instalada por la empresa vasco-francesa DEGREMONT.

Su cuerpo bonachón, siempre imbuido en un mono azul a tirantes, lo delataba, más que su enorme estatura.

A pesar de su sencillez, era un empleado que realizaba una labor muy importante.

No podemos olvidar que de él dependía la potabilidad del agua que se consumía en la Universidad Laboral, y el mantenimiento y distribución de la misma.

Para ello disponía de una cuadrilla de cinco trabajadores, y en caso de necesidad, recurría al personal del cortijo.

En un principio la estación depuradora dependía técnicamente de EMACSA, pero al principio de los sesenta pasó a depender totalmente del organigrama de la Universidad.

Lógicamente el bueno de D. Félix Merino tuvo que superar un examen de asimilación que le certificó técnicamente para ser Jefe de dicha estación.

En el control de la salubridad y protocolos dependía del Departamento de Química de la Universidad, y solía despachar con el Sr. Moyano.



Diariamente obtenía muestras de los grifos de cada Colegio, para el control de potabilidad y nivel de hipoclorito. De estos datos llevaba sus registros pertinentes.

Una vez a la semana se enviaban una serie de muestras para hacerle el correspondiente análisis bacteriológico en los laboratorios de la Farmacia Municipal, que estaban en la Plaza de San Salvador.

Más de una vez debió hablar con D. Fernando Kindelán, jefe de dicho laboratorio. Cada quince días repetía estos protocolos de análisis, pero a un rango superior, en los laboratorios de la Delegación Provincial de Sanidad, que estaba en la Avda. de la Republica Argentina.

Además controlaba el funcionamiento de las bombas que subían el agua desde el canal hasta la estación potabilizadora, con todo lo que implicaba su mantenimiento.

Era una labor que tenía que realizar a trabajo permanente, tanto de día como, a veces, de noche. Al principio iba a recogerlo a las seis de la mañana de todos los días el chófer Serranito.

Más tarde, cuando se estableció el coche para el servicio de los empleados, solía cogerlo en el Jardín del Alpargate, cerca del cuartel de Lepanto.

En periodo de clases trabajaba toda la semana, incluidos sábados, domingos y festivos. Para él no había descanso, ni puentes, pues la salubridad del agua para tantos alumnos era una labor sagrada para él.

Disfrutaba de sus descansos acumulándolos por tramos en período de vacaciones. Así estuvo hasta que se jubiló a los setenta años. No se le conocen faltas al trabajo, ni siquiera por accidentes.

Fue un dechado de profesionalidad y de lealtad a su empresa. Se jubilaría a los 70 años, allá por el año 1979. Desgraciadamente al poco de jubilarse murió en el año 1985, a los 76.

Se disponía a entrar en el portal de su casa en Córdoba, y su corazón dejó de bombear falleciendo en el acto. ¡ El que tantas bombas había arreglado ¡

Para el que no la recuerde, la estación potabilizadora se encontraba un poco más arriba del Canal de Riego que pasaba entre las moredas, y que estaba situada detrás de los Colegios S. Alberto y Luis de Góngora. De dicho canal y al principio de los años sesenta, se bombeaba al día unos 650.000 litros de agua, para su depuración, según datos estadísticos que obraban en sus documentos.

En segundo lugar quiero mencionar a D. Francisco Zueras Torrens, profesor de dibujo que se hizo famoso por una frase que define perfectamente su bondad: "Sres. Os ruego encarecidamente que hagan Vds. el favor de guardar silencio".

Cuando la clase de dibujo lineal se complicaba un poco surgía esta frase que como hemos dicho define a un hombre "bueno" de verdad.

Tengo que decir que, aunque no tenía un verbo fácil, como profesor tenía una categoría profesional y humana que se salía.

Eran simpáticos el cruce de diálogos entre el citado profesor y el compañero Vázquez Martín, que aunque muy buen fresador por cierto, tenía también algunas dudas al hablar. Al valenciano Jose M. Iserte, jefe de aula, le hacía mucha gracia el bigote del Sr. Zueras, sobre todo cuando le goteaba el sudor.

Por aquellos tiempos solamente tenía un buen mostacho. Todos sabemos que la asignatura de dibujo industrial siempre ha tenido muy mala fama por los criterios tan cicateros de puntuación utilizados por casi todos los profesores de la materia.

El Sr. Zueras era diferente. Con el estabas relajado, pues tenía unos criterios de puntuación más acordes con muchachos que veían por primera vez en su vida el dibujo industrial. Te puntuaba y siempre te decía "Vd. puede mejorar".

Se enorgullecía de que su ancestros por parte materna viniesen de Italia. Él, que amaba el arte, se identificaba perfectamente con lo que este país hermano supuso en el Renacimiento.

Más que profesor de Dibujo, era un excelente artista, y gran crítico de arte, siendo miembro de varias Academias, incluida la de Córdoba. Son muchas las iglesias de su Barbastro natal que dan fe de su obra artística. En Córdoba vivió desde 1956, hasta su muerte en 1992.

Su estancia en Córdoba le hizo participar en la vida artística y cultural de la ciudad, hasta tal punto que se sentía un enamorado convencido de la ciudad de la Mezquita. Siendo un gran crítico de arte y un gran artista, su exquisita bondad le hizo que fuese reconocido públicamente con el honor de ser pregonero de la Semana Santa de Córdoba de 1980.

"Efectivamente, fue aquí en Córdoba donde comprendí del todo las razones del Barroco, sus temáticas y sus distintas formulaciones expresivas, todas ellas, por cierto, admirablemente representadas en los templos cordobeses y en el aparato procesional de su incomparable Semana Santa….".

Un día en la inauguración de una exposición de arte en Montoro (Córdoba), me cuenta un amigo de su tertulia en aquella época: "nos sorprendió a todos cuando relató su periplo de exiliado republicano en Francia, fue en la puerta de la Ermita junto a López Obrero.



Según él, la guerra le pilló en aquel bando, y cuando terminó dicha contienda, huyó hacia Francia por los Pirineos. Allí lo metieron junto a algunos compañeros en un campo de concentración, en el que no fueron muy bien tratados por los franceses. Para más "inri", la vigilancia la ejercían unos soldados senegaleses, por lo que no había mucha coordinación en el control del campo.

Él y sus amigos, hartos de estar allí, decidieron huir y volver a España, pues, en conciencia, según él aseguraba, no tenían nada que temer. Entraron otra vez por los Pirineos, y al llegar a España fueron detenidos por la Guardia Civil, que se portó correctamente con ellos.

"Ya ven Vds -dijo en el año 1956-, ingresaba contratado por la Universidad Laboral Onésimo Redondo de Córdoba, obra cumbre del Sr. Girón". No cabe duda de que la bondad innata de este hombre, no le dio la espalda.

Creo sinceramente que él con su comportamiento fue un ejemplo de reconciliación real entre los españoles de ambos bandos. Poco tiempo después y en una entrevista del Diario Córdoba, relataba lo que ya había contado en Montoro como primicia.

En Córdoba y en la Universidad Laboral dejó huellas de su arte en forma de maravillosos murales. Quizás el último mural de su vida se lo encargó a su familia en forma de lápida, que es la que aparece en la sepultura que tiene en el cementerio de San Rafael de Córdoba.

La lápida tiene frases que resumen perfectamente la vida de este hombre que hasta para morir debió rogar encarecidamente que se guardase silencio. El olor azahar que se palpa por las calles de Córdoba por estas fechas, es el aliento bondadoso de todas las personas Buenas, empleados, profesores y alumnos, que han pasado y trabajado por esta Universidad, que todavía perdura.

Córdoba y todos nosotros los tendremos siempre en lo mejor de nuestro corazón.

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