La mayoría de nosotros, por razones lógicas de edad, ya estamos jubilados o prejubilados. Obviamente, ya no cuentan con nosotros en el mundo laboral. Todos debemos de haber pasado lo nuestro, cada uno en su centro de trabajo.
Pero todo aquello que hemos pasado los “veteranos” debiera serviros de experiencia a los que venís detrás. Si así fuera, merece la pena el intento.
Abril 2008, diez de la mañana.
Me encuentro en el Realejo, cerca de San Andrés, con Rafael Ojeda Amate, compañero del Colegio Gran Capitán. Nos saludamos y decidimos charlar mientras nos tomamos un café en el bar “el 89”. He de indicar que él ha trabajado habitualmente en Madrid y que, próximo a la jubilación, decidió venirse a Córdoba.
Charlando recordamos bastantes cosas de aquellos tiempos, y mirando una revista que había en el bar me dijo: “Ese es Joan Manuel Serrat, el cantante, Con el coincidí al final de los años 50, en una visita que hicimos al Valle de los Caídos. Allí nos llevaron de excursión a todos los que participamos en el concurso de aprendizaje que se celebró en Madrid, y nos dieron un agasajo. El cantante había participado como tornero por la Universidad Laboral de Tarragona”.
Pidió una copa de ponche y le sirvieron “Ponche Garvey”. Entonces yo le comenté: “Ahora que veo la palabra Garvey, se me ha venido a la memoria lo siguiente:
Era las 4 de la tarde del día 17 de Octubre de 1960, lunes, y estábamos en clase en el Colegio San Álvaro de la Universidad Laboral. Se abrió la puerta del aula y apareció el bedel que nos dijo –Ha llamado el profesor, dice que viene con un poco de retraso, pero que ya está en Córdoba- Entonces, nosotros (unos 22 alumnos) al oír aquello nos pusimos abiertamente a hablar de los temas del día.
Uno comentó lo que había dicho Radio Nacional sobre el incidente ocurrido en la asamblea general de la ONU, en la que el dirigente ruso Nikita Kruchof se había quitado un zapato y había empezado a golpear en la mesa en señal de protesta contra el discurso y la intervención del Embajador de Filipinas, que se había alineado con EE.UU acusando a la Unión Soviética de querer dominar a todos los países de la zona como si se tratara de un imperio.
Otro habló de la presentación con caballos en la Plaza de toros de Córdoba, de el Cordobés,. También comentó la cantidad que al parecer, según los diarios locales, iba cobrar el principiante de novillero, que no era otra que cincuenta y ocho mil duros, unas doscientas noventa mil pesetas (el sueldo de un trabajador de la construcción de 17 años).
Como seguíamos esperando, otro comentó que había visto en la puerta del Colegio San Álvaro, residencia de los frailes, unas 12 ó 13 botellas vacías de fino Garvey. Tanto lo aseguró que, como estábamos en el mismo Colegio, la mayoría salimos a ver las botellas vacías. Efectivamente, allí estaban y todavía olían.
(Yo calculé el precio que debían valer las botellas y dije que estaría en torno a las 35 pesetas por botella, pues en la feria de Mayo de 1959 estuve colaborando en la caseta de “los 14 pollitos” que se ponía por aquellos tiempos en los llanos de Vistalegre, cerca del Hotel Palace y una noche recibimos al bueno de Muñoz, jefe de barra del citado Hotel, preguntando que si teníamos Medias botellas de fino Garvey, pues a ellos se le habían terminado y tenían a una cliente algo especial. Esta cliente era Pinito del Oro, estrella principal del Circo Price, que había pedido dos botellas del citado fino. En la caseta había media docena y les vendieron cuatro, recuerdo que a 35 pesetas cada una)
Con estos tres comentarios el ambiente de la clase se caldeó un poco, máxime para una época en que la juventud tenía dos referentes políticos para sus simpatías por aquellas fechas: John Kennedy, que acababa de ganar las elecciones en Estados Unidos, y Fidel Castro, que había tomado el poder en Cuba.
Al no tener equipo en Primera, escogías otro. Esa máxima del fútbol la aplicábamos también en temas de política. Al no haber partidos políticos en España, trasladábamos nuestras preferencias a los que estaban de más actualidad o simplemente nos eran más simpáticos por sur forma de ser.
Por unas razones u otras la clase, estaba dividida en su opiniones y se habían formado dos auténticos bandos. Sin darnos cuenta, cada uno se alineó a donde creía que estaban los suyos. Como líder de un grupo se erigió por su forma de hablar Herreros, compañero pelirrojo, valenciano él y gran modelista, ya que llegó a ganar varios concursos a los que se presentó. Como líder del otro bando por su dialéctica se erigió el amigo Culeb, murciano él y muy dicharachero.
Allí se habló de lo divino y de lo humano. De la justicia y de la injusticia, del que trabajaba y del que explotaba. No se dejó títere con cabeza. Aunque los demás todos asentíamos con el gesto, los únicos que hablaban eran los lideres que hemos mencionado.
A esto de las 5 de la tarde entró D. Plutarco Wals Marsall, que lo primero que hizo fue disculparse por la tardanza (venía todos los lunes de Madrid, para dar una clase de Derecho Laboral y, como detalle de agradecer, muy rápidamente nos comentaba el MARCA, que nos traía de Madrid, y que por aquellos tiempos a Córdoba no llegaba hasta el martes).
Empezó la clase con el tema que nos tocaba: “El desarrollo de la Ordenanza Laboral Siderometalúrgica”. Sacó de su cartera un librito de pastas color rosa, que eran las citadas Ordenanzas, y las abrió por el capítulo de “Sueldos e Incentivos”, empezando seguidamente a hablar de aquellos… En ese momento empezó a intervenir Culeb diciendo: “Perdón don Plutarco, es que hemos tenido una encendida discusión sobre temas salariales y clases de trabajo, y ahora no estamos en disposición de oír una reglamentación sobre el tema”. El profesor empezó a mirar a todos como extrañado, momento que aprovechó el compañero Herreros para intervenir contándole lo que había pasado con el tema de las botellas de Garvey. Don Plutarco, nos dijo “Por mi parte no tengo inconveniente que Vds. sigan con su debate, pero me encuentro en la obligación de comentárselo al Padre Riera”.
Ante la aceptación de todos se continuó con el debate entre Herreros y Culeb, que alcanzó su momento más explosivo cuando el murciano dijo más o menos literalmente: “Sres., no hay derecho a que un dominico cobre lo que cobra por dar clase y mi hermano para ganar menos tenga que estar prácticamente de día y de noche tirado por esas carreteras jugándose la vida”. A lo que le contestó Herreros: “Mira, lo que hace falta es que en todos los países haya libertad, para que cada uno sea como quiera ser. Todos somos de alguna forma capitalistas. Pues, ¿acaso tú no venderías un piso, un campo o cualquier cosa a quien te diera más beneficio?”. Esa contestación puso más nervioso a Culeb, que contestó: “Aquí lo que hace falta es que venga un Fidel Castro y ponga las cosas en su sitio”.
La clase terminó, y D. Plutarco logró que los dos casi paisanos se dieran la mano. Hoy posiblemente los dos estarán jubilados y recordarán este incidente que demostraba que no había que esperar a los años setenta para que ya hubiera tensiones sociales”.
Terminado de rememorar todo aquello, el amigo Ojeda me dijo: “¡Qué buena memoria tienes!. Te pasa lo que a mí, que también me acuerdo de muchas cosas. Unas de las cosas que recuerdo con más cariño fue cuando me iba a casar, que lo hice en Madrid, y se presentó mi madre que seguía viviendo en Córdoba con unas cuantas “cosas” que ella interpretaba que eran muy queridas por mí. Me sorprendió de forma emocionada cuando deslió un paquete con mucho sigilo y me entregó el albornoz que nos entregaron en la Universidad cuando entramos en el año 1956”.
Después recordamos cosas de fútbol y del amigo De la Haba Acosta, “Di fabini”, para los amigos, y comentamos lo bueno que era jugando al fútbol y al balonmano. Me dijo que fichó de joven por un equipo de la zona de Levante, y se afincó allí definitivamente, y que solía venir por el mes de Mayo y algunos veranos.
Al hablar de fútbol se me vino a la memoria Rafael Gutiérrez, el almeriense, paisano de Castillo, que además de ser un número uno en muchas cosas (todo ello con perdón del amigo Ibáñez Hoyos) era gran aficionado al fútbol y le gustaba hablar de ello. En una ocasión estábamos en clase de Educación Física con el Sr. Omar y saliendo el tema del equipo juvenil, le dijo: “Sr. Omar, la mejor media que Vd. puede encontrar para el equipo juvenil es la de Ojeda-Estévez”. Ese detalle todavía después de 48 años se lo sigo agradeciendo.
Antes de despedirnos, Ojeda me preguntó que cómo nos había ido nuestro periplo laboral en Córdoba y yo le dije:
“Desde el principio de los setenta ya se vivía en mi empresa (Westinghouse) un desasosiego social que se palpaba fundamentalmente en los talleres. La implantación de los sindicatos libres, acompañada por la crisis mundial del petróleo debida a la guerra de los Seis Días (entre Israel y los países árabes de la zona), trajo como consecuencia un retroceso económico a la altura del año 1973. Mi empresa, que hasta la presente estaba ampliando su plantilla (llegó a tener 1.760 trabajadores), dejó de admitir personal y suspendió a los eventuales que estaban a prueba.
En cuanto a tensión, ya en el año 1963, en los talleres de Westinghouse (entonces Cenemesa) apareció un periódico que editaba las Hermandades de Trabajo llamado “Más”. Este periódico traía en su tercera página la famosa parábola del Depósito de Agua. Era una crítica soterrada al sistema de explotación del trabajador, que mientras llenaba el depósito de agua cubo a cubo por un sueldo escaso, los dueños del depósito le cobraban más del doble por un vaso de agua para beber.
Esta parábola marcó un antes y un después en el murmullo social de los trabajadores. Por esas fechas, tres miembros de Hermandades de Trabajo, de Córdoba, José Balmón, Isidoro Castro y un empleado de Banca cuyo nombre no recuerdo, fundaron la primera célula de Comisiones Obreras en Córdoba. Dicha célula se fraguó en el bar parroquial de la Iglesia de Santiago, en la calle Agustín Moreno.
Esta era la situación en que se encontraba Córdoba, y principalmente la empresa en la que trabajábamos Arjona Vázquez, Vázquez Martín, Fuentes Villarejo, Mudarra Aceituno, Fernández Pérez, Martínez Bermúdez, Luque Aranda, Abilio Antolín, Hermanos Gómez Carrasco y yo. Durante un tiempo también trabajaron allí Rando, Zapata, Granados, Aranzana, Rosal Moya, Natera, Tamajón, Pérez Gant y Salcedo. Todos ellos de mi promoción”.
Y me despedí definitivamente de mi amigo Ojeda, no dejando de pensar en todo lo que viví en mi empresa…
Y ahora me dirijo a Vds., los que aún estáis trabajando. Quiero reiteraros algunas situaciones reales vividas durante los últimos 20 años de mi trabajo en la misma empresa, primero como Westinghouse y luego como ABB; todo lo hago para que estas situaciones que os voy a contar puedan servir, en la medida de lo posible, para que tengáis claro que se debe de “Trabajar para Vivir y no Vivir para el trabajo”. Situad siempre al trabajo en el lugar que le corresponde dentro de vuestras vidas.
Pensad que cuando el período de trabajo se termine, como inexorablemente tiene que llegar, tenéis que tener una vida alternativa, cuanto más llena y fecunda mejor. Se pasa mal cuando el teléfono ya no suena. Cuando no tienes obligación de levantarte a diario…
No pretendo ser moralista de nadie, primero porque no tengo categoría para ello, y segundo porque cada cual como ser libre que es tendrá sus propias ideas en todos los sentidos de la vida. Yo no pretendo que este “cuento” incida en vuestros comportamientos. Pero si quiero que, como una lectura más, amplíe vuestra experiencia.
En 1978, una de las primeras empresas que entró en crisis, cerrando y dejando a un montón de trabajadores en la calle fue Luis Aranda Martos. Esta fue la empresa que suministró todo el mobiliario de la Universidad Laboral: mesas de despachos, mesas de profesores, pupitres, mesas de comedores… Luego empezó a trabajar para las grandes constructoras y, al igual que le pasó a otros como, fontaneros, cerrajeros, electricistas, pintores y demás empresas auxiliares, tuvo que cesar su actividad independiente y entrar en el juego de las subcontratas a precios ínfimos.
Antes de cerrar, los trabajadores, para reivindicar una solución a su despido, se encerraron en la zona de Almanzor de la Mezquita Catedral, justo donde está la tumba del obispo dominico Fray Albino, que tanto luchó junto al alcalde D. Antonio Cruz Conde para que la Universidad Laboral viniera a Córdoba. Y, por cierto, fue a instancias del citado obispo la asignación de los nombres de San Alberto y San Álvaro a los colegios de la Universidad. Los nombres de Gran Capitán y San Rafael, se le atribuyen al Alcalde.
Los trabajadores encerrados fueron visitados por muchos políticos, pero el que mejor se retrató fue Ignacio Gallego, dirigente del PCE que salió en todos los periódicos. Pocos días después, los trabajadores salieron de su encierro prácticamente para coger los bártulos de la empresa, pues ésta se había cerrado definitivamente. Les abonaron a los 3 meses la indemnización mínima.
Paralelamente, empezaron a prodigarse por otras empresas varios expedientes de despidos y de suspensiones temporales, especialmente en la Westinghouse y Electro Mecánicas.
En las Oficinas del Paro se veían colas interminables de trabajadores, que después de sus dos años de paro solicitaban la ayuda. Así llegaban hasta los sesenta años de edad. Con dicha edad, no tenían más remedio que jubilarse, puesto que se le acababa la ayuda. A estos trabajadores, cuando les sacaban el salario de cotización, algunos después de haber trabajado entre 35 y 40 años, perdían hasta un 50%. La situación era desesperada para muchos…
Los sufrimientos que se padecían en las fábricas, ya sea por las tensiones sociales, por tantas asambleas, tantas huelgas, tantos encierros, tantos expedientes de suspensión, por la elaboración de tantas y tantas listas… eso maltrató la salud de muchos productores, y un exponente de ello fue la aparición de multitud de padecimientos detectados por los servicios médicos: estados de ansiedad, anginas de pecho, infartos, colon irritable, depresiones… En un plano aparte, también se produjeron algunas separaciones matrimoniales.
Haciéndome eco de estas situaciones, escribí hace tiempo un artículo en un periódico local que titulé: “LOS NUEVOS JUBILADOS”. En dicho articulo denunciaba la situación en que se encontraban cientos de trabajadores que, además de lo mucho que sufrían, en plenitud de condiciones eran despedidos de sus puestos de trabajo, perdiendo en muchos casos una importante parte del sueldo. Yo tenía concretamente un cuñado que estuvo trabajando en Luis Aranda Martos 38 años y le quedó menos del 50% de su sueldo.
Pues bien, he de deciros que el Jefe de Personal de Westinghouse, D. Francisco Moreno, como mi jefe superior inmediato, casi me amonesta verbalmente por dicho artículo diciéndome:
“No Estévez, eso no es así, eso no es así. Tú puedes escribir lo que quieras, pero eso no es así”.
Me reiteró tres veces la expresión “¡no es así!. Él, desde la altura que le daba el cargo, no veía la realidad. O no quería verla.
Desgraciadamente, los hechos vinieron a demostrar que alguna razón teníamos…
El Director de la fábrica de Córdoba, D. Mateo, ingeniero, como Jefe de Fabricación, duplicó la productividad de la fábrica, dotándola de las más modernas instalaciones. Bajo su mandato se construyó en Córdoba el transformador de potencia más grande de toda Europa. Fue una máquina de 120.000 KVA, para Sevillana de Electricidad. Hubo necesidad de apuntalar puentes y todo para su transporte.
Ante su brillante carrera fue ascendido a la categoría de Director de la fábrica. En dicho puesto fue un jefe ejemplar, austero, social y gran trabajador. Sólo tuvo un problema, que no le perdonaron los americanos, patronos de la empresa: no fue capaz de echar a 600 trabajadores a la calle, sencillamente porque las leyes no se lo permitían.
En 1984, teniendo solamente 52 años, tuvo que realizar un viaje a Méjico para resolver personalmente un asunto relacionado con la calidad de unos productos. Tardó ocho días. Cuando volvió se llevó el disgusto más grande de su vida. Al intentar entrar a su despacho, que estaba cerrado, se encontró dentro a un americano, tumbado en el asiento y con los pies encima de su mesa. Por toda explicación le dijo: “El nuevo director soy yo”.
Lo trasladaron a Madrid y lo ubicaron en una mesa vieja, junto a los servicios. A ese departamento le llamaban el cementerio de los elefantes. En 1990, con la llegada de la multinacional ABB al frente de la empresa, fue despedido definitivamente.
Por su parte, el Jefe de Personal fue un hombre que se hizo a sí mismo. Muy joven fue promocionado al cargo, y lo desempeñó con una entrega absoluta. Hubo momentos en que, por su entrega, se sentía el alma de la fábrica, y los problemas y enfrentamientos sociales potenciaron esta situación. Intervenía en todo, y todo el mundo aceptó su liderazgo.
En 1990, un día fue llamado a Madrid para una reunión en Casa Central. Preparó todo su dossier de carpetas de plantillas, estadísticas de absentismo
y todo lo que él creyó iba ser una reunión importante con los nuevos dueños de ABB. De dicha reunión el tenía mucha esperanzas pues según dijo antes de irse, “tenía los deberes hechos”.
No volvió más; en Madrid, por toda reunión, le comunicaron el cese inapelable. Los que lo vieron, quizás exagerando, dicen que hasta lloró. Tenía 56 años. Poco después moriría.
A pesar de estas circunstancias los trabajadores respiraban un poco tranquilos porque sabían por la prensa y el Comité que la empresa sueca ABB realmente estaba dispuesta a comprar la Westhinghouse. Sabedores todos del ambiente de bienestar social que, según decían, se daba en Suecia, todos teníamos las mejores esperanzas.
El Comité de Empresa delegó la voz cantante en las negociaciones en el sindicalista Miguel Pelaéz, responsable del sector de bienes de equipo de Comisiones, asesorado a su vez por el Economista D. Ángel Mullor .
Estas reuniones finalmente fructificaron en un acuerdo cuyos puntos más significativos para los trabajadores fueron:
-Congelaron la antigüedad
-Los quinquenios pasaron del 5% al valor del 2%.
-Quedaron en una media de 2.000.Ptas
-Congelaron las dietas,
-Las redujeron un 40 % de su valor habitual
-Tóxicos, Penosos y Peligrosos
-Eliminaron criterios de tóxicos, penosos y peligrosos. En algunos casos los hicieron desaparecer.
-Partieron la jornada de trabajo
Al personal empleado que tenía jornada continuada desde finales de los años 60, y que la consiguieron a costa de renunciar a subidas salariales, le pusieron jornada partida y le obligaron a comer en la fábrica.
-Aumentaron como consecuencia de ello las horas trabajadas al año.
-Anticipos a Cuenta del Sueldo
-Suprimieron los anticipos a cuenta del sueldo que habían existido toda la vida y que estaban contemplados en las Ordenanzas.
-Economato Laboral
Suprimieron el Economato Laboral, que era otra de las ventajas que tenían los trabajadores de toda la vida.
-En el año 1993, hicieron un expediente de prejubilaciones (con toda la bendición de la mayoría del Comité). 280 trabajadores (entre los 51 a 58 años, ya no quedaban mayores), fueron a la calle perdiendo en algunos casos hasta el 30% del sueldo.
Entre las personas que volvieron a echar iba el Jefe de Personal, que había sustituido sólo tres años antes al cesado anteriormente, y que no era otro que Juan Arjona Vázquez (hijo del peluquero de la Universidad). Trabajador infatigable, como tantos otros, se había entregado en cuerpo y alma a su fábrica. Tenía solamente 54 años. Al poco tiempo murió…
Nada más firmarse este expediente a algunos significados jefes de fábrica de Córdoba, la multinacional ABB les obsequio con un coche BMW.
Finalmente si alguna vez o veis en la tesitura de cualquier expediente de prejubilación o situación similar recordar los siguientes consejos:
1.-No ofreceros nunca VOLUNTARIOS ni para comer con lo dedos.
2.-Si os afectara cualquier expediente de forma inevitable, VELAD EN TODO MOMENTO por el nivel de vuestras cotizaciones, pues de ello dependerá vuestro salario de cotización.
3.-Obligad siempre que podáis que, en cualquier acuerdo, que obtengan vuestros representantes, ESTÉN ELLOS, también afectados…
En el expediente del 93 (280 trabajadores), no iba ningún líder sindical…
El presidente del Comité parece ser que se jubiló con las cotizaciones de Senador, pues lo había sido en una legislatura.
Otro miembro destacado del Comité, nada más firmarse los acuerdos pidió la baja voluntaria indemnizada y lo colocaron de asesor del Presidente de la Diputación (estuvo dos legislaturas). Actualmente está de asesor del subdelegado del Gobierno.
El experto en bienes de equipo pidió una baja indemnizada, y le concedieron además dos años de paro. Luego lo colocaron de asesor del alcalde de Córdoba. Ahora es un prospero empresario de residencias para la tercera edad. Ocupa puesto importante en el tejido empresarial de Córdoba.
En cuanto al asesor económico principal D. Ángel Mullor, después de la negociación pasó a ser el brazo derecho del Sr. Irala, que había sido presidente de ABB. Más tarde continuó con éste en la empresa IBERIA, en donde fue Consejero Delegado. Últimamente, y en el 2007, vimos por la prensa que este Sr. formaba parte de la empresa GALA CAPITAL, junto a Alicia Koplowitz y otros que ofertaban la compra de Iberia Líneas Aéreas.
La realidad de los jubilados es bastante sencilla, tanto si cobran mucho o o como si cobran poco, tienen que esperar todos los años a lo que determine el IPC para ver que subida les corresponde. Mientras y según los medios de comunicación al día de hoy la mayoría de los alcaldes y concejales de los ayuntamientos de España, sean del partido que fueren, se han adjudicado subidas que oscilan entre el 40 y el 60%.
Manuel Estévez
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