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Todos los que elegimos la Especialidad de Ajuste y Matricería en aquellos tiempos, sabíamos lo que significaba –Aquel ajuste-. Era la prueba que más fama tenía entre todas las que hicimos en aquellos planes de cursos.
Luego cuando la mayoría accedimos al mundo del trabajo en la especialidad, era la prueba que nos ponían en casi todas partes como llave de ingreso.
En los planes de taller, se empezaba con un poliedro al que había que dejar a espesor y conseguir el paralelismo de todas sus caras.
En segundo lugar se hacía un ajuste sencillo de macho y hembra, fundamentalmente en ángulos rectos. Y después de éste, venía una serie de ellos que iban aumentando paulatinamente su dificultad.
El último de los ajustes era la DOBLE COLA DE MILANO, después se hacía un compás de –punta y baile-, partiendo de dos piezas fundidas. Entre ejercicios y ajustes se intercalaban prácticas, de cepillo, taladro, mármol y trazado. Ya en maestría, aparecieron las pequeñas matrices de paso, cuyo trabajo lo alternamos con ciclos de forja, chapistería, soldadura, torno y fresa.
A mi personalmente me tocó hacer la matriz del SIETE., y desde la placa sufridora inferior, placa de desahogo, placa matriz, punzón cortador, punzón de paso, guías, placa porta-punzones y placa sufridora superior, todo lo realizábamos bajo la atenta mirada de D. Francisco Valenzuela (+). Este cordobés, fue el profesor que llevó a la Universidad los conocimientos de matricería y utillaje por primera vez. Con él llegaron las limas cola de “rata”. A mediados de los años sesenta se marchó de la Universidad y se colocó en el sector de la joyería en donde se dedicó a diseñar y fabricar “cortadores” para la fabricación de fornituras (piezas) de platería. Por todos los Talleres que pasó siempre se llevó con a su aprendiz “predilecto”. (Villen Alcaide), hermano de aquel otro Villen, que perdió la final de fondo con “pellejitos”.y le dio el triunfo al Colegio Luís de Góngora.
Los restantes profesores de la sección se encargaban de las labores de ajuste, máquinas y montajes.
El Sr. Obdulio (+), con su oronda y pacifica humanidad, atendía a la llamada por su segundo nombre de pila. Aportaba serenidad y una pasmosa tranquilidad para resolver las dificultades que se nos presentaban a diario. Muchas veces, reclamabas su colaboración para “arreglar” algún vértice y te solía decir: -Ahora cuando termine de fumarme el cigarro, iré para allá. La prisa no existía para él.
El Sr. Acero (+), era una excelente persona, profesionalmente quizás el más “basto” pero era muy accesible, entrañable y cariñoso. No obstante, había días que daba la impresión que había discutido con la “suegra” y ello se le notaba hasta en el “tupé” que se le veía alborotado. Su sencillez en el vestir era peculiar, pocas veces utilizó la corbata. Era muy atento con todos los alumnos.
El Sr. Valle, más que un ajustador era un excelente mecánico en montajes y desmontajes. Manejaba bastantes máquinas, con conocimiento total. Era quizás el más “corto” en genio, pero no por eso demostraba continuamente una corrección exquisita. Al venir de una gran empresa “La letro”, le costó adaptarse a las labores de docente. Actualmente es el único que aún vive, pero con una enfermedad que le tiene postrado en una silla de ruedas.
El Sr. San José (+), era el jefe de la sección y tenía un nivel completísimo en todos los campos de la mecánica. Fue el primer profesor de taller, con titulación de maestría industrial. Era extremadamente educado y respetuoso, y se planteaba como un reto permanente el ser lo más justo posible en el tema de notas.
Bastantes veces nos preguntamos que criterios de puntuación se seguía para valorar las prácticas de taller. Fue, ya estando fuera de la Universidad, cuando allá por el año 1963, y coincidiendo con el Sr. San José en Córdoba, con motivo del festival de Los Patios, cuando tuve la oportunidad de preguntarle por este “criterio” de puntuación.
El me dijo que los criterios de valoración descansaban fundamentalmente en la suma de tres sumandos A+B+C, que representaban a otros tantos parámetros, además de algún coeficiente subjetivo.
Parámetro A (Su valor era del 0 al 3)
(Disposición)
Este parámetro valoraba la disposición y el método para hacer el ejercicio. Implicaba dejar a medida y escuadra las piezas que intervenían en el ajuste, así como realizar su trazado y el desbastado de alojamientos. En la practica todo el alumno que realizaba un ajuste, por este parámetro tenía 3 puntos.
Compañero Antonio Ramos Obispo, de Córdoba, y el Profesor Sr. Valenzuela. El compañero Ramos Obispo, fue posiblemente el externo más brillante a nivel de calificaciones de toda nuestra primera promoción. En la vida laboral desconozco como le ha podido ir.
Parámetro B (Su valor iba del 0 al 4)
(Calidad de acabado)
Medía lo “cilíndrico” del ajuste, la doble-postura del punzón, y el nivel de acabado del conjunto.
Parámetro C (Su valor iba del 0 al 3) (Tiempo ejecución)
Valoraba el tiempo invertido en la realización del trabajo. Todos los trabajos, tenían un tiempo asignado. La desviación a más, se penalizaba bajando el valor de la puntuación.
Los criterios de media se hacían extensibles al trimestre.
En la primera promoción del Colegio Gran Capitán, coincidimos alumnos que habíamos nacido en el 39 y el 44. Posiblemente uno de los mayores, fuera nuestro Teodoro Pérez de Pedro, gran deportista y mejor futbolista, y el más joven pudo ser el salmantino Plácido Baz Benito, recientemente fallecido.
Y lógicamente la diferencia de edad, implicaba distintos niveles de conocimientos sobre todo en las prácticas de taller, Mientras unos, sólo habían visto por ejemplo una lima para jugar al “pincho”, otros, los mayores venían con cursos de formación profesional. Esta circunstancia se dejaba notar en el ritmo de hacer los ejercicios.
Por todo aquello en aquel curso de Ajuste y Matricería, había alumnos de varios niveles. Pudiendo citar como más destacados a:
Rafael Gutiérrez.
“El Majo”
Velasco Galiana
Muñoz Camacho
…./.
Más adelante y en matriceria, el que era un fuera de serie y posiblemente el mejor no era otro que Francisco Castillo, de Almería, hoy precisamente he estado hablando con Enrique Suárez Tena, que compitió con él muchas veces en aquellos concursos. Sus conocimientos eran de una matriceria de alto nivel tipo “Mario Rossi”. “No sé si finalmente se dedicó a esta actividad, pero lo que te puedo decir es que sin dudad era el de mayor nivel de toda los contendientes que yo he tenido en frente..
Estos compañeros se “bebían” los ejercicios, mientras algunos, los más jóvenes tuvimos que aprender a “limar plano”. Por todo ello, muchos de nosotros “tardábamos” más de la cuenta en la realización de los ejercicios, bien por nuestra inexperiencia, o porque dedicábamos más tiempo a los “corrillos” y a las “tertulias”. Resultado, el factor tiempo nos rebajaba la nota.
Esa diferencia de edad y de formación nos enriqueció a muchos, sobre todo a los más jóvenes. Pero si bien es verdad que esa diferencia era un inconveniente, por otra parte era una experiencia enriquecedora. No por hacer bien la DOBLE COLA DE MILANO, teníamos garantizado el triunfo en el trabajo.
En el año 1960, vino a la Universidad Laboral, un empresario alemán, tal vez el Jefe de Personal de una empresa de Dusseldorf, que vino a explorar el terreno pues estaban interesados en mano de obra cualificada de la Universidad Laboral. Con ellos venia un dominico P. Salvador y Conde, muy bajito por cierto, que era capellán de emigrantes, lógicamente hablaba perfectamente el alemán, después de hablarlos cosas de tipo general a los que allí acudimos; unos interesados y otros por curiosidad, El Padre Salvador, nos tradujo lo siguiente: “El Sr. Wangert, dice que a su empresa, lo que más les interesa de Vds, es la preparación integral que se os supone y la capacidad de discernir entre problemas y soluciones que sobre la marcha se os presentaran. El centro y sus planes de preparación, son una garantía para todos nosotros. (en clara alusión a todos los empresarios alemanes).
En esa ocasión no se llegó a ningún acuerdo. Un año después, se presentaron otros empresarios, con ofertas concretas, y ya no venia el fraile traductor, ahora venían con su intérprete y su secretaria, en incluso algunos en avión privado. En esta ocasión hubo compañeros que llegaron a firmar contratos a nivel personal. Claramente se ve, que hasta los mismos empresarios de fuera lo que buscaban era la “energía potencial” que se nos suponía.
Por todo ello podíamos decir que además de la lógica prueba profesional, fueron las enseñanzas humanas que aprendimos de profesores, empleados y compañeros, lo que muchas veces nos guió para un mejor caminar por el difícil mundo del trabajo. .
Efectivamente además de la lógica prueba profesional, fueron las enseñanzas humanas que aprendimos de profesores, empleados y compañeros, lo que muchas veces nos guió para un mejor caminar por el difícil mundo laboral. .
Padre Jesús
Nos dio oportunos consejos generales de educación y urbanidad
Fue fundamental las enseñanzas que adquirimos del Padre Jesús, aquel dominico del “labio partido” y el pelo a rizos, y que fue el que nos enseñó a saber “estar” en todos los sitios y a saber escuchar a todo el mundo. Este dominico se marchó de la Universidad a principio de los sesenta y estuvo durante mucho tiempo en Texas, colaborando con el mundo hispano. Después de bastante tiempo por tierras americanas, prácticamente volvió para morirse en España. Todavía cuando voy alguna vez a comer a un Restaurante, o a cualquier celebración familiar, agradezco de todo corazón sus delicados consejos.
Aprendimos
Saber nadar y guardar la ropa
Como sabéis todos los compañeros de la primera promoción de Maestría, el compañero Juan Quirós Reyes, era el líder natural de una parte del pequeño grupo de externos que llegamos hasta el final. Posiblemente era el mayor en edad, y el más ocurrente y chistoso. Él, era el que muchas veces proponía a los demás pequeñas “travesuras” y el se lavaba las manos. De forma sutil escurría siempre el bulto. Fue un precursor de la ciencia que hoy llaman “SABER NADAR Y GUARDAR LA ROPA”. La obsesión de su vida, era la de conseguir el titulo de Perito Industrial, según parece se lo había prometido a sus padres, y por ello luchó lo indecible hasta que lo consiguió. Cultivó y exploró todas las técnicas del “copiado” y por ello era un admirador convencido de la “chuleta”, en todas sus formas. Como es natural, todas estas habilidades, no le restaban ni un ápice para ser una excelente persona y muy constante. Al final de su periplo de estudios, con toda seguridad, podría haber elaborado perfectamente una tesis sobre las distintas técnicas del copiado. Concretamente el libro “Mario Rossi”, se lo podía haber entregado por capítulos al bueno del Sr. Berrocal.
Comprendimos
Lo importante que era ser constantes
El otro día que estuve hablando con Eulogio López Álvarez, me comentó que le había visitado Ezequiel Tena Ferrer y que le había dado mucha alegría. Estuvimos comentando las “enseñanzas” que este compañero nos había dado a todos, ya que en los primeros tiempos empezó siendo el último en mucha cosas, pero a base de tesón, el amor a sus padres y su sentido de la responsabilidad, se encaramó en las lista de Peritos Industriales, que obtuvieron mejores notas. Después de su periplo de trabajo para la empresa Iberdrola, en el sector de las Centrales Nucleares de este país, ahora está colaborando en un proyecto en Laguna Verde (Méjico), en donde con un grupo de expertos, están aumentando la potencia de dicha Central Nuclear. En la actualidad se siente rodeado de sus 11 hijos y sus veintitantos nietos. Es un hombre tremendamente feliz y coherente como lo fue toda su vida, con una rica vida cristiana..
Se aprendió el valorar
A la persona que defiende con ardor lo que cree y siente
Era una clase posterior a los exámenes de un trimestre en la asignatura de Matemáticas, y el profesor no era otro que el Sr. Arjona, aquel profesor que se escondía detrás de aquel bigote, “cenefa de vello” que tenía debajo de la nariz, y que daba la ligera impresión de que “hablaba”, a la par que su dueño.
Estábamos dando trigonometría y el mencionado profesor estaba enfrascado en la pizarra desarrollando la fórmula del seno del ángulo (a+b). Cuando ya iba por la parte inferior de la pizarra a punto de terminar, se oyó una voz en forma de latigazo que retumbó en toda el aula.: “ESO ESTA MAL, ESO NO ES ASI” . El Sr. Arjona, sorprendido se dio la vuelta y haciendo una mueca con la cara y el bigote, pregunto. “QUIEN HA VOCIFERADO DE ESA MANERA, POR NO DECIR OTRA COSA”. En ese momento y de los pupitres del centro, se levantó un compañero bastante corpulento y con un semblante de cara muy saludable y pelo rubio que por algo se le llamaba simpáticamente el “MAZORCA”, Una vez en pie y señalando aún con su pluma estilográfica que el solía usar, dijo: “HE SIDO YO, YA QUE HE COMPROBADO QUE DESDE EL TERCER PUNTO, LA DEDUCCION ES ERRÓNEA”. El Profesor, mirando de arriba abajo al simpático “MAZORCA”, le dijo: ¿Qué es que no hay otra forma más educada de advertir el error?. “PUES SI, LE DIJO ,“EL MAZORCA”, pero puestos a hablar, Vd., acaba de darnos las notas del pasado examen y como siempre ha montado una especie de circo, lleno de ironías y de risas a costa de los compañeros que han suspendido. Dicho esto, el Sr. Arjona se calló y siguió su demostración. Pocos dias después tuvo un accidente de coche y fue sustituido por el Sr. Arroyo. Aquí el compañero, de cuyo nombre no me acuerdo, y por ello lo he mencionado por su simpático apodo, tuvo la valentía de hablar claro. Y que conste que el había sacado buena nota, ya que era un consumado matemático. Pero tuvo un sentido de solidaridad para los suspendidos…
Aprendimos
A evitar que nadie se aprovechara de nuestros trabajos.
Como hemos dicho antes, las notas de taller eran la suma de tres parámetros, siendo el más gravoso para nosotros el del “tiempo empleado”. Ya que, bien porque muchos estábamos verdes en el manejo de las limas, o bien porque perdíamos bastante el tiempo, la verdad es que las notas no tenían muchas veces un valor apetecible para algunos de nosotros.
Quizás por ello, un compañero llamado Aban Cerro, demostró en aquellos momentos ser un simpático “pillo”. Él, quiso resolver el problema del “tiempo empleado”, y optó, por entrar en el almacén de la sección, y no tuvo nada más que coger varios “ajustes” ya terminados de uno de los mejores ajustadores de la Sección, José Muñoz Camacho, desgraciadamente desaparecido en accidente de moto al final de los años setenta. El “pillo” del amigo Aban Cerro, partiendo del ajuste bien terminado, solamente le daba un afinado superficial, que sólo le hacía perder unas décimas de espesor general. Al entregarlo en el plazo que tenía estimado, durante un trimestre consiguió la puntuación de 9.
Esta irregularidad, que la llevó a cabo con dos ajustes nada más, se detectó porque hubo necesidad de localizar los ejercicios del citado José Muñoz Camacho, que junto a los de Miguel Velasco Galiana, los iban a exponer en una de las salas nobles del Paraninfo. También se expusieron trabajos de los compañeros: Vozmediano, Murall Vila, Garrido Córdoba y Jaime Sordo Noriega, como alumnos de las naves de forja y soldadura..
Una de las piezas que “desaparecieron” del compañero Muñoz Camacho, no fue otra que la DOBLE COLA DE MILANO. ¡Estaba tan bien hecha que fue puntuada dos veces!, La DOBLE COLA DE MILANO, fue la prueba que nos pusieron a muchos como “llave” para entrar en el mundo del trabajo. D. Manuel Olivares Nieto, Jefe de Herramental de la Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica, era un técnico de reconocida fama nacional en temas de utillaje y matriceria. Además se tenía por un gran entusiasta del nivel de preparación que se impartía en la Universidad Laboral y colaboró en varios cursos de Utillaje. Un día y en un comentario de confianza me dijo allá por el año 1970: “A principios de los años sesenta, un tal Fuentes Villarejo, que venía de la Universidad Laboral, hizo una DOBLE COLA DE MILANO, prácticamente perfecta”. Severiano Fuentes Villarejo, que así es su nombre completo, fue alumno del Gran Capitán, y siendo alumno interno, era un amigo inseparable de SERAFIN GUERRERO AMEZCUA, el que se ve en el banco del amigo Eulogio y también fue un artista con las limas en la mano.. Hoy de la DOBLE COLA DE MILANO, no queda nada más que el testimonio oral que nosotros podamos aportar. Ha dejado de ser la “Llave” de la profesión.
M. Estévez
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