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EL TRIANGULO EQUILÁTERO Y LA BONDAD del compañero Juan González Cabello
EL TRIANGULO EQUILÁTERO Y LA BONDAD del compañero Juan González Cabello
A mediados de 1958 Juan González Cabello (17 años), fue un compañero del Colegio Gran Capitán, que durante aquellos tiempos, formó parte de los alumnos, que por unas circunstancias u otras estaban encuadrados en grupos de alumnos, a los que la Universidad, interpretó que lo mejor era darles una formación “acelerada”, para que accedieran al mundo del trabajo. Se encontraban ubicados en las Aulas XXIII y XXIV, en donde solían estar los compañeros que no compaginaban el ritmo de los estudios, con sus buenas cualidades para los trabajos manuales, o bien por otro tipo de razones.
Incluso algunos se unían a estos grupos de forma voluntaria, necesitaban colocarse. El compañero González Cabello, debió ser uno de ellos, pues en aquel año había accedido voluntariamente a un curso acelerado de montaje y ajuste. Todo esto ocurría en su segundo año de estancia en el Colegio Gran Capitán. (1958).
Por similitud de carácter, congenié muy bien con él, y enseguida me enteré que era un hábil ajustador. Yo en el primer año era bastante “lento” en hacer los ejercicios de taller, eso hizo que tuviera dificultades para terminar los tres triángulos, que junto con el primer paralelogramo a medida, constituían el ejercicio de aquel primer año en ajuste, que además se completaba con otros dos ciclos, de Electricidad y Carpintería (Talleres pequeños).
El bueno del profesor de taller, D. Obdulio, nos advirtió a un pequeño grupo de alumnos, posiblemente los más atrasados en las practicas de taller de aquel primer año, que D. Pedro Pérez Flores, responsable en un principio de la sección de ajuste (No funcionaba todavía la sección de tornos), tenía pensado suspender al que no entregara el ejercicio completo.
A mi no me daba tiempo prácticamente para terminar la pieza que completaba el ejercicio, y las perspectivas las tenía negras. Me faltaba el triángulo equilátero y no había forma de solucionar el problema, ya que estábamos a mediados de Junio, y dentro de unos días terminaban las clases e taller.
CARREÑO Y BARBARIN
Un día sábado por la tarde y acompañado por los compañeros Vázquez Martín y Contreras Contador, nos fuimos a los campos de deportes a ver un partido de fútbol entre el equipo juvenil de la Universidad y la Cultural Balompédica, equipo ubicado en la barriada de la Electro Mecánicas y los Olivos Borrachos. Este partido era de mucha tensión, pues al parecer estaba en juego algo del campeonato, por ello había una gran expectación e incluso vino gente de Córdoba para ver jugar a su equipo la Cultural. Por aquellos tiempos era famosa la pareja de medios volantes que tenía el Atlético de Bilbao, y que no eran otros que Mauri y Maguregui.
Pero también es verdad, que si el equipo de la Universidad, tenía buen portero en Eulogio, y un gran delantero en Teodoro, la media de aquel equipo no se quedaba atrás, pues tanto Carreño como Barbarin, tenían una calidad indiscutible. Carreño, era la fuerza y la contundencia, además de su gran sentido de la colocación y Barbarin, era la técnica y la visión de la jugada. Lástima que de estos compañeros, que se hicieron famosos en el fútbol modesto cordobés vistiendo la camiseta de la Universidad, no tengamos ningunas noticias, pues sería muy interesante saber también de ellos. El partido se celebró en el campo que había junto a los talleres de “Fundición” y las pistas de Atletismo.
El partido por lo que se vio estuvo interesantísimo. Pero yo más que estar pendiente del mismo, pensaba y pensaba en el famoso “triángulo”. Sabía que llegaba el día y no lo tendría terminado. En una fase del partido, me pareció ver algo de luz en mi problema. Se trataba de que había visto al amigo Cabello (así le llamábamos), con un grupo de vecinos de su barrio (Olivos Borrachos), viendo el partido. Le pedí a Julián Contreras que me acompañara y me situé muy próximo al grupo del amigo Cabello. Yo, a toda costa quería entablar conversación con él, para plantearle el tema de mi “triángulo”, pues nos habíamos enterado que a él le habían acudido algunos estudiantes de peritaje y maestría de Córdoba, para que les ayudara en la ejecución de sus ejercicios de ajuste..
Cerca de su grupo provoqué que Contreras me dijera: ¡Que te pasa, que ni siquiera miras el fútbol, con lo que te gusta!, -a lo que yo respondí. –Mi pensamiento está pendiente del jueves en que termina el taller, y me falta un triángulo para completar el ejercicio, si no lo termino me suspenderán..- Todo esto lo dije bastante alto para que el grupo del compañero Cabello, lo pudiera oír. El, muy callado y reservado, no dijo nada, pero si lo dijo un vecino suyo que estaba próximo a él, (un tal Manolin), que sacándolo a barrer le dijo: “Anda Juan, échale una mano a ese compañero y aunque sea en el tornillo de mi casa le haces esa dichosa pieza que tanta falta le hace.
Al terminar el partido, y al hacer hora para la merienda, nos quisimos dar una vuelta por el Gimnasio y la piscina cubierta, y allí nos volvimos a encontrar con el espigado Cabello, que junto a Mariano del Águila y otros, se estaban fumando un cigarro en los huecos de la piscina cubierta. Estuvimos un rato con ellos, y poco después, decidimos todos, volver al Colegio por los pasillos de los sótanos. Al pasar por la panificadora, Julián Contreras, que conocía a varios panaderos, consiguió que nos dieran un par de “bollitos” de aquellos que nos daban en la merienda. Por proximidad a mi, me dio una de ellos, pero yo se lo facilité a Cabello, el cual había comentado momentos antes que después de fumarse el cigarro “ideales”, tenía bastante “gazuza”.
De allí, nos dirigimos a los vestuarios y duchas, para prepararnos para la merienda y la marcha a Córdoba. El lunes siguiente, no pude ver para nada al amigo Cabello, a pesar de que mi madre me había dicho que le hablara de pagarle “algo” por hacerme la dichosa pieza. No lo pude ver, porque para más complicación, a mi me tocó esa semana repartir la comida de mi mesa y ello suponía además recoger los platos, con lo que llegaba más tarde al “recreo”, a punto de empezar las clases y el horario de taller. Esa noche no tuve oportunidad de verlo, por lo que resignado y muy apenado marché a mi casa con todas las esperanzas pérdidas.
El martes por unas razones u otras tampoco me fue posible verle en todo el día, y solamente cuando nos estábamos montando en el autobús, se acercó ante mí diciéndome de forma muy sencilla, y después de desliar un pequeño envoltorio en papel cebolla: Toma Estévez, aquí tienes tu dichoso triángulo, esta tarde te lo he terminado, lo empecé el domingo por la mañana en casa de mi vecino Manolín González, (Matricero de profesión,) Entre ayer y hoy, lo he rematado aquí en nuestros talleres. –Sorprendido de alegría le dije: ¡Que te debo! Y, el me contestó; nada, que me vas a deber, eso no tiene precio, yo lo hago con mucho gusto, por los compañeros y aquí estoy para lo que necesitéis.
Gracias al bueno de Cabello, saqué adelante aquel primer curso de taller, en donde habíamos hecho prácticas iniciales de Electricidad, Carpintería y Ajuste. Ya en vacaciones de verano fui al barrio de Cabello (Los Olivos Borrachos),y le di las gracias a su simpático vecino (Manuel González).
Allí me enteré que era nada más ni menos que Jefe de Sección de Matricería en la Constructora. Más tarde solamente coincidí un par de veces con el amigo Cabello en Córdoba, pero al poco tiempo le perdí de vista. Pero a pesar de ello, me quedé para siempre con la imagen de un GRAN COMPAÑERO.
Toda la altura de su cuerpo era fiel reflejo de su enorme sentido de la humanidad. Cuando el otro día me enteré por la página Web de su muerte, se me formó un nudo en la garganta que sólo las lágrimas por la pérdida de un gran compañero, lograron suavizar, la tensión de mi garganta.
He hablado con Rafael Ojeda, Paco Morales y otros compañeros, sobre el bueno de Juan González Cabello, y todos coincidimos en asegurar, que toda su estatura, que era importante, se quedaba pequeña ante la grandeza, sencillez, y la bondad de su corazón.
Descansa en Paz, Compañero
P. D.
Otra cosa
Me acaban de mandar un correo que habla de "Cisma", Yo, como aficionado a la historia el único cisma que conozco es el -Cisma de Occidente, que afectó y en forma importante a la Iglesia Católica.
Al final tendrás algún día que publicar una colaboración que tengo preparada con el nombre de: LAS DISTINTAS UNIVERSiDADES LABORALES, en función de los periodos de tiempo en que transcurrieron los aconteceres de nuestra querida Universidad Laboral.
Solamente el edificio permaneció inalterable, porque lo demás fue cambiando con el devenir de los tiempos y las circunstancias que influyeron inevitablemente en él..
Por ello, hablar de Universidad Laboral de forma subjetiva o partidista, estará enfrentado siempre con la Universidad que nos tocó vivir a cada uno de nosotros.
La pirámide de edades que históricamente acumula la Historia de la Universidad, tiene una altura de de 30 años. Todo un mundo.
M. Estévez
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