jueves, 4 de junio de 2009

Obras de Arte…

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Desde siempre nos han hablado de muchas “obras de arte” y nos han metido en la cabeza, que el arte era patrimonio de los pintores, de los escultores, de los toreros, de los poetas y literarios, e incluso de algunos futbolistas. Desgraciadamente nunca han caído en la cuenta de otras “obras de arte”, que se han dado en algún tipo de trabajos manuales, realizados por trabajadores excepcionales.

-Cuando sufríamos el tener que hacer una determinada lámina de dibujo, un ajuste o una pieza de torno, nos parecía poco menos que un “arte”, comprobar como algunos compañeros lo hacían todo con tremenda facilidad.

-Igual podríamos decir al comprobar con el “arte” que se decoraban aquellos jardines del patio central.

-En la Universidad Laboral había muchas cosas de arte, en el Paraninfo, en la Iglesia, en los Comedores, en muchos sitios…

-También había “arte” en la sincronización en el trabajo del día a día de aquellos empleados, que mantenían nuestra Universidad como una patena. Ellos sin tanto bombo y platillo como se le da hoy a cualquier centro de aquellas características.

Pero entre tanto “artista” vamos a traer a estas líneas a dos personajes que para mi tienen algo de entrañables.
Me quiero centrar en D. Miguel del Toro, profesor de taller y un auténtico “artista”, en el tema de la soldadura. Este hombre llegó de la provincia de Jaén y parece ser que entró porque venia recomendado por su suegro, que al parecer era el “barbero” del mismísimo Franco.

Bromas aparte, este profesor era una enciclopedia en los temas de soldadura, especialmente en la oxiacetilénica. A él correspondió prácticamente toda la instalación del acetileno y la puesta en marcha de esa sección en los Talleres Generales.

Al poco tiempo de entrar el Sr. Chico, (1958), especialista en soldadura eléctrica, ambos profesores, llevaron a cabo una alta demostración técnica de soldadura, cada uno por un lado, manteniendo un baño común y soldando con electrodos recubiertos de gran diámetro, realizaron una soldadura a tope de una llanta de 40 mm. de espesor. La soldadura la hicieron del tipo ascendente, sobre una altura de 400 mm.


Todo el trabajo lo hicieron perfectamente sincronizados, a pesar de que cada uno estaba por un lado. Para la mayoría de los que presenciamos aquella prueba, pudimos intuir una “obra de arte”. Desde luego quien mejor pueden valorar este trabajo son compañeros como, José M. Vozmediano Valderas, Fernando Sordo Noriega, etc.

Este trabajo fue realizado ante una concurrencia de unos veinte alumnos (Aula 2-A), que quedamos estupefactos.



El Sr. Del Toro, fue una autoridad a nivel nacional en todos los tipos de soldadura, especialmente en la de aluminio. Desde su puesto en el CENIM, enseñó y homologó a media España.

Entre ellos se puede citar a Mateo Maya Sánchez, (Perito Industrial compañero del “cuadernillo”), que siendo responsable del departamento de soldadura de la Westhinghouse, le resolvió un problema técnico al arquitecto restaurador del Gran Teatro de Córdoba, Sr. Gómez Luengo, que llevaba varios días sin dormir pensando en la soldadura de unos pendolones de sujeción para las barandillas de los anfiteatros. El amigo Mateo, le devolvió la tranquilidad del sueño.


En los años 1978, el Ayuntamiento de Córdoba adquirió el vetusto Gran Teatro para transformarlo en una sala moderna. Atrás quedaba toda una historia pasada de funciones de la tarde, en las que el “gallinero”, aquellas simpáticas localidades económicas, lugar elegido por los soldados, y toda clase de juventud, que haciendo un ruido estruendoso al entrar, cuando sonaba el “tercer ringg..”, todo el mundo se callaba y empezaban en la mayoría de los casos, dos películas. Una la que echaban en la lejana pantalla, y otra la que tenía lugar en aquellos asientos, y de la que era la principal protagonista la famosa “cerrita”, que a peseta por cabeza, empezaba su función…Algunos compañeros, estuvieron entre sus clientes.



En otro orden de cosas quiero destacar a otra artista llamada Fernanda Alba Cabello, que desde primera hora estuvo en la Universidad hasta su jubilación. Actualmente vive en el cerro del Campo de la Verdad, plagada de dolores y achaques (79 años).

El arte de esta eficiente mujer trabajadora, su puede relacionar con el brillo que tenían los pasillos de nuestro Colegio Gran Capitán, sus duchas, sus habitaciones y sus aulas. Esta mujer y todas las limpiadoras que como ella utilizaron aquellas seudo-fregonas, de tanto pasar y pasar dicha bayeta a golpe de riñones, dieron pulimento y brillo a aquellos recordados pasillos.


Esta mujer, pertenecía a una amplia familia originaria de Lucena y que llegaron a Córdoba, al principio de los cincuenta. Todos los hermanos además de grandes trabajadores, tenían un arte especial para el cante o el baile. Su hermano Cristóbal, ha sido uno de los mejores cantaores de saetas que han pasado por Córdoba.
Compitió con La famosa Talegona y Luis Chofles, quedándose campeón, varias veces. Recuerdo una entrega de trofeos celebrada en el Circulo de la Amistad, donde el padre Alberto Riera, (ligado a la Hermandad del Amor), presidió el Jurado que le otorgó el primer premio al hermano de Fernanda.



Finalmente he de indicar que Fernanda, y todos sus compañeros trabajadores de la Universidad Laboral, fueron de un lado para otro porque ningún Ministerio se quería hacer cargo de ellos. Solamente al final de su trayectoria profesional fueron reconocidos como seudo-funcionarios.

Contrasta la situación que tuvieron que soportar estos trabajadores, profesores y empleados de la Universidad Laboral, con la de algunos de los funcionarios de hoy en día, que en algunas Instituciones, da la sensación de que para poner un sello en una carta, se necesitan tres funcionarios…

M. Estévez

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