Lo importante en la vida es haber colaborado, al progreso y a la paz, utilizando para ello nuestra sincera entrega en el marco de la libertad.
En primer lugar te quiero citar a una serie de personas, que estando vinculadas a la Universidad por aquellos tiempos, por desgracia no pudieron terminar el proyecto inmediato de vida que se habían planteado.
1.-En primer lugar y por cariñoso respeto tenemos que mencionar a la esposa de un profesor y a dos compañeros que les sorprendió la muerte en pleno curso de la Universidad Laboral.
Fue en el año 1958 cuando la esposa del Sr. Schmidt, profesor de Educación Física, no pudo “terminar” el joven proyecto de vida que se habían planteado desde que llegaron a la Universidad Laboral. El accidente les sorprendió en plena juventud y conmocionó a toda la Colonia de San José. Al parecer ella iba montada en la parte de atrás de la Vespa que montaba su marido, y mientras circulaban placidamente por la calle Cruz Conde de Córdoba, inexplicablemente, ella se cayó de la moto, golpeándose fatalmente en la cabeza. El entierro celebrado en la Universidad Laboral, constituyó un autentico duelo. Desgraciadamente fue el primer entierro que tuvimos en la Universidad.
En el año 1964, el compañero Diego Zarco González, estando en el comedor cenando se sintió con los sudores de la muerte, y a pesar de la pronta reacción de sus compañeros falleció en la madrugada. Según cuentan los compañeros aquello cortó la respiración a toda la Universidad. Incluidos alumnos, docentes y personal empleado.
Finalmente en el año 1978, tenemos la reseña que nos facilitan los compañeros de que José Julio Martínez Ponferrada, alumno externo falleció el día 22 de Noviembre del mismo año. Sólo contaba quince años.
Después de estos lamentables fallecimientos “dentro” de la Universidad, tenemos que mencionar a otras significadas personas que no “terminaron” de forma sorpresiva el proyecto en el que se habían embarcado.
2.-En segundo lugar quiero citarte a los que no terminaron, por propia voluntad.
El primero que optó voluntariamente por no “terminar” fue el padre Fraile, el primer Rector, que casi de forma inesperada abandonó el barco de la Universidad para refugiarse en un convento trapense.
El padre fraile era un religioso con mucho prestigio en la orden de los dominicos. Era un hombre de grandes magnitudes, proyectos y números. Algo no debió cuadrarle cuando “no terminó” el proyecto de la Universidad Laboral.
Al poco tiempo de entrar en el Monasterio Trapense de Palencia, la comunidad religiosa vende en 1960 la fábrica de chocolates que históricamente habían elaborado con todas sus formulas antiguas de fabricación. (¿casualidad?) El otro día hablando con García Popa, este me dijo que el padre Fraile podría andar por Méjico.
3.-En tercer lugar hay que citar a los que no pudieron “terminar” por razones disciplinarias.
Paquito Estévez Jurado, es el prototipo de un grupo de alumnos del Colegio Gran Capitán, que con sus continuas “travesuras”, le complicaban continuamente la vida a los directores del Colegio. Primero el padre Vázquez y después el padre Roces, por lo que estos se vieron obligados a no dejarles “terminar”. el ciclo de cursos que hubieran tenido previstos.
Este grupo de alumnos nunca se adaptaron a la disciplina de la Universidad y desde primera hora pedían a voces que les dieran “larga”. Supongo que en otros colegios pasaría algo igual o parecido.
Como anécdota he de indicar que el simpático alumno de los años 56-57, al que últimamente le tocó la primitiva, me ha confesado que a él también lo echaron..
4.-En cuarto lugar tenemos forzosamente que citar a la gran cantidad de compañeros que por razones académicas no pudieron tampoco “terminar”.
En el curso 1957-58, se formaron en el Colegio Gran Capitán dos aulas (XXIII y XXIV), en donde se le dio cabida a todos los alumnos del primer curso que habían sacado un número elevado de suspensos (45 alumnos). Según me ha contado Ferrezuelo (aula XXIII), la mayoría de ellos eran conscientes de que no estaban preparados y en muchos casos no servían para el nivel de estudios que allí se impartían. No era lógico que mientras en los cursos normales estuvieran dando, por ejemplo, razones trigonométricas y logaritmos, etc. etc. y la mayoría de nosotros, estuviéramos haciendo cuadre de sumas y dictados. Por esa razón nos fuimos yendo poco a poco por la puerta de atrás. No obstante en el aula XXIV, hubo algunos que se pudieron recuperar. La Universidad intentó solucionar la salida de estos alumnos, dándoles la posibilidad de hacer “jornada intensiva” de taller.
En el aula XXIII, había compañeros que hubo que enseñarles prácticamente a leer correctamente.
Entre estos alumnos hay que destacar a Bellido, aquel muchacho de cuerpo enjuto, alto, rubio con el pelo rizado, hijo del arropiero (el que tenía el carrillo de arropías, tabaco y caramelos, junto a los talleres pre-vocacionales. Este hombre (su padre), era una excelente persona y comentando un día con el fotógrafo que merodeaba por el Colegio Gran Capitán (Vacas, aquel que iba montado en bicicleta de carreras y era cojo), Le dijo –Mi hijo ha suspendido hasta el recreo-.
Todo en estos compañeros no fue negativo, pues yo conocí a varios externos que pertenecían a esas aulas y en su vida laboral han tenido una buena proyección. Telefónica, Elecnor, Cepansa, Asland, etc. fueron empresas en Córdoba que contaron con sus servicios.
También se dio otro grupo de compañeros que por razones personales o desconocidas, optaron por abandonar la Universidad y no “terminar”, lo que en sus primeros Tests, dejaron entrever que querían estudiar.
Esa circunstancia de no “terminar”, se dio en todos los Colegios. A este respecto hay que tener en cuenta que de la avalancha de alumnos que llegamos a la Universidad en el periodo 1956-57, y que se pueden ver en la fotos de conjunto del Colegio Gran Capitán que aparecen en la página Web (Ver apartado de Laborales, especialmente –Telésforo Garrido Córdoba, o el desaparecido Alberto Tabares). En esas fotos de conjunto se puede ver que al menos un 45% o más de los que aparecemos en ella no llegamos a “terminar”.. Concretamente el Colegio Gran Capitán, de unos setenta alumnos externos que entramos en los primeros tiempos, la Maestría Industrial, solamente la terminarían unos 15.
Entre los compañeros más representativos del grupo que “no terminó” en la Universidad por razones muy particulares hemos elegido a Gonzalo Fernández de Córdoba.
Gonzalo Fernández de Córdoba Marques (1956-60)
Este compañero tampoco terminó y no creo que le afectaran ninguno de los planteamientos que hemos expuesto anteriormente.
El en su test de entrada cuando le preguntaron su vocación el contestó que quería ser Ingeniero Industrial. (Terminó la carrera por libre en Córdoba), aunque se realizó profesionalmente en el sector de la banca.
Para muchos de nosotros, Gonzalo, era un líder y lo veíamos dotado de unas cualidades morales y éticas que lo delataban como un gran compañero educado, decidido, valiente y bastante simpático.
En el aspecto deportivo según me han comentado algunos compañeros y entre ellos Juan Cebrián Quesada, Gonzalo, era un gran deportista y un aventajado en la Educación Física.
Era de los mejores en Gimnasia artística, balonmano y campeón de la Universidad Laboral en lanzamiento de peso.
Reunía todas las cualidades del mundo para triunfar en su Colegio Luis de Góngora, sin embargo NO TERMINO, ya que se marchó de la Universidad Laboral en el año 1960.
El pasado día 26 de Julio, “Maite” una de las jóvenes que trabajaban en los comedores por aquellas épocas y al comentarle como había pasado el tiempo me contestó: -El otro día me crucé con Gonzalo y al verle todo el pelo blanco le dije- -Con los cafés que yo te he puesto en el comedor, y hay que ver como han pasado los años, (en alusión al pelo). Y “Maite”, siguió diciéndome, -Yo le cuento muchas cosas de aquellos tiempos a mis nietos y les cuesta trabajo creérselas.
Maite, era una señorita que estuvo trabajando en los comedores desde el año 1956, hasta el 1966, en que dejó la Universidad Laboral para casarse. Actualmente a sus 69 años denota un aspecto inmejorable, repleto de buen gusto y elegancia en el buen vestir. Claramente se puede observar que la vida le ha ido de forma muy positiva. Ella fue la que me aclaró que el nombre de “Maite”, es un simpático y cariñoso apodo que le puso un alumno de Capacitación Social, que era de Bilbao. Un día en el comedor y en atención a ella le cantó la famosa opereta de Luis Mariano, y desde entonces y de forma cariñosa la llamaban Maite.
Con el tiempo he podido averiguar que el tal alumno de Bilbao se llamaba José Luis Romeral Torrontegui y trabajaba en la Fábrica Cenemesa de Erandio (Bilbao). Por razones de salud (Asma) pidió el traslado a la fábrica de Córdoba (1974), Murió en Córdoba, viviendo en la Barriada de Occidente (Los Olivos Borrachos). al principio de los años 90, a los 63 años de edad. Como todos los vascos era muy enamorado de las corales y las operetas.
Finalmente tenemos que citar al grupo que a mi juicio puede ser el más extenso y que no pudieron “terminar”, por razones socio-económicas.
Para situarnos en el ambiente social que se respiraba en muchas de nuestras casas, razón fundamental de nuestros “abandonos”, tenemos que situarnos en la opinión histórica que nos indican los expertos.
El historiador Juan Díaz del Moral en su libro –Historia de las agitaciones campesinas andaluzas-, editado en el 1929, nos viene a decir:
“En el año 1652 tuvo lugar en Córdoba el motín del hambre en el que las clases sociales más desprotegidas se levantaron contra la injusticia del hambre, la carestía y las secuelas de la peste. Concretamente en el barrio de San Lorenzo, fueron las mujeres las que dirigiéndose a los hombres que se encontraban refugiados en las tabernas, los pusieron de –cobardes y maricones- con ello querían incitarles a que protestaran por la situación de paro y de escasez que se padecía en toda la ciudad. La actitud de muchos hombres fue tradicionalmente la misma, ganaban 10 y entregaban en la casa 3, siendo la mujer la que tenía que “administrar” lo poco que le entregaban.”
El Sociólogo Amando de Miguel en 1995 pública un libro llamado “La España de nuestros abuelos”, donde apoyándose en la España novelada de autores como Pardo Bazán, Clarín, Unamuno, Blasco Ibáñez, Azorin y Ramón J. Sender entre otros, nos recrea las costumbres de principios del siglo XX, y nos describe como en muchas casas populares en donde el analfabetismo lo inundaba todo, el cabeza de familia “administraba” y repartía de forma “peculiar” su sueldo mensual, entregando para la economía de la casa lo menos posible y en cambio él para su taberna y juergas se quedaba con la mayor parte. Era lo que habían hecho sus padres y ellos no podían ser menos.
Juan Díaz del Moral y Amando de Miguel nos recuerdan que de antiguo en muchas casas populares, la escasez económica era la tónica predominante, constituyendo un autentico lujo que los hijos estudiaran más allá de los catorce o quince años.
En los años 50, estas pintorescas circunstancias eran aún habituales en muchos hogares españoles sin distinción de municipios, pillándonos a muchos de nosotros totalmente de lleno.
De esta forma cuando volvíamos de vacaciones, algunas de nuestras madres y después del lógico saludo, nos preguntaban –Y de trabajar cuando- y no es que nuestras madres nos quisieran menos que otras, la realidad es que necesitaban nuestra aportación mensual a la maltrecha economía de la casa. Nosotros mismos podíamos comprobar que no teníamos ni un “duro” para nosotros.
En este grupo tendríamos que incluirnos bastantes pero para no herir susceptibilidades, no mencionaré a los muchos que nos ocurrió algo parecido.
Entre tantos y tantos que “no terminaron” justo es mencionar a algunos compañeros, empleados y padres dominicos que no solamente terminaron sino que llegaron hasta el final.
Entre los dominicos tenemos que destacar :
Al padre Zabalza, al padre Erviti y al hermano Atilano, que aguantaron prácticamente hasta última hora, ellos junto a bastantes empleados y profesores, recibieron un homenaje el día 16 de Marzo de 1978, como personal que ingresaron en la Universidad en el bienio 1956-57. Fueron en total 140 personas las que “aguantaron”, a las que se le entregó un Diploma conmemorativo. También las hermanas dominicas, Asunción Jiménez Vicente y Rosario Relea Ayuela.
El acto estuvo presidido por el rector, que dirigió unas emotivas palabras y contó con una intervención muy humana del D. Manuel Gómez Lama. Todos los asistentes fueron obsequiados con una comida que se celebró en los comedores del centro.
Entre todas estas personas como hemos dicho hubo bastantes profesores como Francisco Zueras, González Ripoll, García Pantaleón, Gómez Lama, Ramón Arroyo, ,Juan Alcántara, Barroso Jiménez, Carrillo de Albornoz, Rafael Espejo, Chica Torres, José Luis Fernández, Juan García, González Sastre, Pedro Pérez, Sanz de Lara López, Guillermo Schmidt, López Reyes, etc. etc.
Entre los empleados varones es justo recordar a:
Abílio Antolín, (el mejor chofer), Arjona el barbero (el aristócrata), Borrego el de las Calderas, (tarzán), Manuel Cruz Carrascosa, (el que estaba siempre relajado), Matías (el chato), el que arreglaba las persianas, Merino Flores (el bueno del agua), El padre de Trócoli Espejo, (el uniforme), Julián García, (el eterno cartero), etc, etc.
Y entre las mujeres aquellas maternales personas que miraban por nosotros como si fueran alguien de nuestras familias, quiero citarlas a todas.
Fernanda Alba Cabello, Josefa Baeza Segura, Rafael Barba Díaz, Emilia Castro Ramos, María Dublino Bermuda, Benita Garrido Castro, María Gutiérrez Morales, Manuela Herrera Castellanos, Fuensanta López Carmona, María Lora Romero, Ana Madueño Ruiz, Isabel Mesa Pallarés, Felisa Montilla Tirado-Hidalgo, Marina Puerto Gallardo, Dolores Ramírez Gómez, Gloria Ríos Cubero, Concepción Ruiz Pérez, Josefa Salazar Trenas, Francisca Sanmatías Ramirez, Rosa Lubián Mayuer.
Al hablar de mujeres forzosamente hay que hablar de atractivo, de buena presencia, de coquetería…Pero es justo también añadir que gracias a su encomiable labor hicieron funcionar, las cocinas, los comedores, la limpieza, el costurero, la lavandería y todo lo que tocaban con una Calidad Optima.
Mi amigo de Peñarroya (Antonio Murillo Murillo), y que actualmente se encuentra trabajando en Zaragoza, habrá echado de menos en esta relación a su “Benavente”, pero he decirle que aquella mujer, no “terminó”.
Hablando del amigo Murillo, todavía recuerdo los portes de ladrillos que dio él y sus compañeros, para colaborar con el “padre ladrillo”. El alma de estas colaboraciones era sin duda el padre Guillermo Santomé, (papa Oso), que era un gran líder de la solidaridad, actualmente debe encontrase por Madrid..
Por otra parte y volviendo a hablar de “aquellas” mujeres, tenemos que decir que la relación entre un hombre y una mujer es lo normal. Tanto ella como él, están hechos el uno para el otro. Era normal que en donde había tantas mujeres jóvenes y atractivas, surgieran siempre planteamientos de atracción con tantos jóvenes de edades similares como había en aquellos Colegios, de Góngora, San Alberto y Gran Capitán.
Como ejemplo de naturalidad en la relación tenemos que citar a dos componentes de la familia de la Universidad Laboral de aquellos tiempos, que no “terminaron”, en sus planteamientos iniciales, porque decidieron cambiar el curso de sus vidas, casándose. Me refiero al secularizado padre Méndez (autor de la obra Más allá del Mar), que se casó con Marina, la señorita que trabajaba en el costurero.
El terminar o no terminar fue parejo por todos los Colegios, pero en los que más se notaba era en el Gran Capitán y Luis de Góngora, no obstante en aquellos primeros tiempos los que seguíamos teníamos tiempo de enfrentarnos en las pistas de atletismo.
Estas competiciones fueron de mucha tensión competitiva, todo el mundo quería ganar y existía un pique “con lo señorítos” del Góngora que era apasionante. Era lógico, los alumnos del Colegio Luis de Góngora, por su nivel de estudios y su supuesto nivel social “un poquito más alto”, se les consideraba más habituados a las prácticas deportivas.
Con motivo de la fiesta de San José Obrero de 1958, que así se denominaba por aquellas fechas el primero de Mayo, se disputó un enfrentamiento de atletismo entre ambos colegios. En aquellas fechas las pistas de competición aún estaban en bastante buen estado
Al caer dicha fecha en jueves se aprovechó el “puente” de jueves a sábado para la celebración de las pruebas. Todavía recuerdo que aunque el Colegio Gran Capitán, había conseguido con Marques Romero, Julio Rivas, Velasco Galiana, Álvaro Valcacer, y Diego Parejo Polo, los primeros puestos, la dichosa puntuación que se utilizó –Tabla Finlandesa-, no decantaba un claro vencedor. Al medio día del sábado estaban las cosas muy igualadas entre ambos Colegios, y la expectación se disparó por las nubes a tenor de la cantidad de compañeros que llenaban aquellas instalaciones.
Creo que fue Rafael Gutiérrez (El de Almería), el que se acercó por allí y nos dijo, compañeros -tranquilos- que la última prueba que queda por disputar la ganamos nosotros de calle, pues José Villen Alcaide, (el mistico), es el mejor fondista que hay en la Universidad.
Las cuentas de la tabla Finlandesa, nunca las entendimos muy bien por aquellos tiempos, pero eso no quita para que en la prueba final de fondo, todos los alumnos del Colegio Gran Capitán, que nos la prometíamos muy felices, nos quedáramos sorprendidos, cuando vimos correr por parte del Góngora, a un compañero que en una primera impresión parecía que había venido de Biafra, pero que corría como un consumado fondista. El compañero Villén, que en las primeras vueltas encabezaba la prueba con cierta autoridad y confianza, se vio sorprendido cuando en las últimas rondas “El simpático pellejitos”, que así le apodaban cariñosamente, dejaba atrás a todos los que participaban en aquella prueba. José Maria Gálvez Rivera, que así se llamaba este alumno externo del Luis de Góngora, ganó a lo gran campeón.
Este alumno externo vivía en la Avenida de Medina Azahara de Córdoba, según me ha dicho el compañero Padilla, este alumno tampoco “terminó”. Quiero que el “niño de Salamanca”, tome nota del simpático “pellejitos”.
El mencionado “pellejitos” gran amigo de Mariano del Águila Águila, fue el primero que nos comunicó cuando íbamos en el autobús para la Universidad, que el día anterior (últimos de Abril), se había estrellado en la Sierra de Cuenca el avión en el que viajaba el atleta Joaquín Blume, con su novia y parte de su equipo. Esta noticia se cundió como la espuma en las pruebas de exhibición atlética que se celebraron en el Gimnasio de la Universidad aquel sábado por la mañana. En esta demostración si que nos ganó el Colegio Luis de Góngora. -¿Cómo subían la soga?, ¿Cómo saltaban el potro?. Vamos que da gloría recordarlo.
Amigo Zambrana, lo prometido es deuda.
M. Estévez
Yo fui compañero de curso de Martinez Ponferrada, y es cierto que causo una gran conmoción en sus compañeros, tanto es asi que aquella mañana cuando no llegó a la Universidad y su vecino del barrio de Fatima, y compañero de curso tambien Mena, nos informó de lo sucedido decidimos interrumpir las clases y buscar un sacerdote que oficiara una misa por su alma. Me acuerdo muy bien de él porque era un "fiera" en francés el año anterior habia conseguido yo la maxima puntuación en esa asignatura y el a quedo detrás a poca diferencia, ese año se premiaba la mayor puntuación con un viaje a un château frances, el profesor de francés D. Miguel Angel García Peinado llamó a mis padres para convencerles de que renunciara al viaje en favor de Martinez Ponferrada, al cual ya le habían diagnosticado su dolencia cardiaca y lo avanzado de su enfermedad, jamas me enteré si hizo el viaje o no, no obstante yo renuncie a el en su favor.
ResponderEliminar