Hoy me ha llamado Felipe Esteban y me ha dado mucha alegría el poder hablar con el después de más de 48 años. Al principio le confundí con Eulogio pero él me rectificó –Soy Pipe-, es que me han dicho que has escrito algo sobre mi y te llamo para darte las gracias- Hombre, le dije, eso no tiene importancia yo he reflejado en mi colaboración la opinión que la mayoría del Colegio Gran Capitán de aquella época teníamos de ti. Que eras un -Hombre Bueno-
Me dijo también de que a pesar de que una vez jubilado no le gustaba utilizar el ordenador, iba procurar entrar en Internet para ver nuestra página. También me indicó que me iba a mandar una foto con los de Valladolid, para que pueda ver como se encuentran en la actualidad. Igualmente me comunicó que al gran medio-fondista de aquellos tiempos, Gallardo, le iban a operar de una cadera, eso no obstante, no le impide que siga siempre con el aire de líder “natural” que siempre tuvo. No obstante el paso del tiempo es inexorable.
A fuerza de ser sincero siempre he mantenido que los internos de aquella época estabais más integrados y armonizados en el colegio que nosotros los externos. Vds. lograron amistades más sólidas y duraderas que nosotros. Y como fiel reflejo está ese maravilloso grupo de Valladolid donde os seguís reuniendo con frecuencia. Ahora me explico porque Fernando Alonso ha podido ganar dos campeonatos del mundo con el R27. No cabe duda de que se ha tenido que notar vuestra estimable aportación en los circuitos y las suspensiones. Renault han sabido explotar al máximo la gran categoría humana y profesional de vuestro grupo de Valladolid que ha trabajado en esas instalaciones durante más de 38 años. Además tienen Vds. la ventaja de gozar de vez en cuando de la “bendición” siempre cariñosa del jovial padre Zabalza.
Nosotros en cambio los externos que nos quedamos en Córdoba, aún trabajando en las mismas empresas, lamentablemente no hemos cultivado esa amistad y simplemente nos hemos limitado al –hola y el adiós- Eso es un fenómeno que siempre me lo he planteado y nunca he llegado a entender. No cabe duda de que la convivencia en ese internado del Colegio Gran Capitán, os hizo más grandes de cara a la amistad y la solidaridad. De verdad que es para envidiaros.
Los antiguos romanos cuando moría un atleta miraban hacia el Cielo y decían que el astro de la vida el Sol, se fortalecía con el vigor de sus músculos. Los griegos en cambio cuando perdían un músico miraban al mar y admiraban el rizo de las olas, que según ellos reflejaban el humano acorde del músico que fallecía. Nosotros los compañeros de aquella época en el Colegio Gran Capitán sentimos la muerte de nuestro compañero Ramón, con un dolor que nos quema el corazón y una pena que se adentra en el horizonte de aquellos recuerdos….El buen recuerdo es tan bondadoso que nos mantiene eternamente jóvenes y nos permite vernos siempre llenos de vida…
Se me viene a la memoria el comportamiento de Primitivo Terrón Montero con el desaparecido compañero Diego Parejo, que pudo morir con más paz, agarrando la mano de su amigo del alma. Comportamiento que se vuelve a repetir con el reciente canto a la amistad que ha hecho Antonio Campos Carrasco por su amigo Ramón Bermejo Polo. su compañero del Colegio Gran Capitán tan dotado para el atletismo, para el fútbol y cualquier deporte que representara juventud.
Era muy bueno en salto de altura y mejor aún en el salto de longitud. En esta última disciplina mantuvo unos duelos muy interesantes con Álvaro Valcacer, “quien como buen leonés solía pegar muchas voces y era muy escandaloso”. No sé quien hablaba más si su paisano Eulogio o él. Hablando en serio tengo que reconocer que ambos eran de los compañeros más serios y buenos de fiar que había en el Colegio. Para ellos un apretón de manos valía más que siete contratos, y su discreción y austeridad no estaba reñida con su alto nivel de capacidad que demostraban frecuentemente en su trayectorias escolares. –Me cago .. en la puta-, era el insulto más grande que se les ocurría.
Ponía el amigo Ramón tanto interés en las competiciones de salto que en una ocasión y al tener una bota de clavos algo rota, se pinchó en un tobillo cuando caía al foso, ese accidente le tuvo más de un mes alejado de toda competición, incluso de su baile y su batería.
Antonio Armenteros
Estuvo allí…
Trabajó en el baile del cine España en aquellos años de 1957 al 1965. Ahora anda por mi barrio, pero por aquellas fechas vivía en la Huerta de la Reina en la calle Colombia muy cerca del citado cinema España en donde se daban los bailes que organizaba la empresa Cabrera, y en los que tocaban los Hermanos Díaz.
Estos hermanos según él, eran cuatro; Pepe tocaba el saxofón, Manolo (fallecido en Mayo pasado), tocaba la trompeta, Diego tocaba la pianola y Rafael (el besugo), tocaba la batería. Todos los hermanos se solían alternar con los instrumentos.
Siguió diciendo …
El local era como un patio grande en donde abundaban las macetas y hacía la parte derecha había dos viviendas en donde vivían el casero (gran amigo mío), y otro vecino más. El recinto estaba situado junto al Hospital Municipal y la calle Beatriz Enríquez. Lo acomodaban para el baile, incorporando una pequeña tarima para los músicos y una barra tipo ambigú (ahí trabajaba yo), en la parte izquierda en donde se solían vender gaseosas, refrescos y algunos “valgas”, hoy llamados “tintos de verano”.
Según Antonio Campos a ese baile es al que acudía el amigo Bermejo Polo todos los domingos que podía. Era curioso, mientras unos compañeros iban corriendo hacia las Tendillas para llegar a la telefónica, ellos corrían por el viaducto del Brillante hacia el baile.
Era tal la pasión que demostraba por tocar la batería que un día el amigo Campos le dijo al “Besugo” –deja a mi compañero que toque un poco que lo sabe hacer muy bien- a lo que el “Besugo”, más o menos de su edad, accedió y pudo comprobar lo bien que tocaba.
Me dice Armenteros que el “besugo”, era el más joven de los hermanos Díaz y podía tener más o menos la edad de Ramón Bermejo y por ello hicieron buena amistad, hasta el punto de que ya Ramón nada más llegar se incorporaba como un batería más. Solo su condición de estudiante interno, le privó de tocar en el año 1959 en la caseta Sobre La Marcha, una de las casetas de más postín de la feria de Córdoba.
Formó parte del grupo …
El otro día en el hogar del pensionista del Sector Sur, hablé con Diego Díaz, que me comentó que en la feria de aquel año, el trabajo les salía por las orejas y los Hermanos Báez, le pidieron un batería de apoyo, pues tenían que actuar en dos casetas importantes; en la de el Circulo de la Amistad y en la caseta Sobre la Marcha. Por ello le ofrecieron un turno de tocar a Ramón (el laboral), pero él renunció pues estaban los exámenes encima y aparte su condición de interno se lo impedía. Una lástima pues el chico de “la laboral” conocía todo el repertorio de Renato Carazzone, que era lo que se tocaba por aquellas épocas.
A estos bailes solían asistir antiguos compañeros externos como Juan Jesús Navarro Moreno, Paquito Estévez, Quirós Reyes, Francisco Espino, Manuel Huertas, Francisco Llorente y bastantes amigos suyos.
Conoció todos los ambientes …
Pero queriendo completar esta información hoy me he puesto en contacto con un antiguo compañero, Paquito Estévez Jurado que era asiduo a aquellos bailes y a todos los saraos festivos que había en Córdoba por aquellos tiempos. Estuvo en nuestro Colegio y se le apodaba cariñosamente con el mote de el “chuli”. Paquito desde muy joven estaba metido en todos estos jaleos y fiestas que se daban en Córdoba. El me ha confirmado que efectivamente vio varias veces al compañero Bermejo tocar la batería y que lo hacía muy bien por cierto.
También me ha insinuado que por aquellos tiempos hubo una buena “hembra” que tocaba algunas veces el saxofón y que demostró mucho interés por el compañero de Cáceres, Esta muchacha –me dice- creo que se marchó a la región de Murcia.
En cuanto a las fotos me dijo – en aquella época- no había fotógrafos para plasmar estos momentos.
El paso del amigo Paco Estévez Jurado por la Universidad, fue bastante efímero. Paquito, tenía un grupo de amistades en la Universidad que eran punto y aparte, porque nunca se adaptaron a la disciplina que se estilaba en el Colegio Gran Capitán.
Este grupo fue varias veces amonestado porque ellos en sus “comportamientos”, creían muchas veces que estaban en Córdoba. Para ellos los sótanos de la Universidad, eran una prolongación de la Calle Cruz Conde, con sus niñas incluidas…
Este grupo lo formaban habitualmente, Paquito Estévez, Olmo, el hijo del que tenía el bar en el Paraninfo, De la Haba “Di Fabini”, y Carmona “el Pelos”. Varias veces fueron expedientados por la dirección del colegio. Paquito y Carmona fueron expulsados, los otros dos se marcharon al poco tiempo. Ninguno terminó la Oficialía.
LA CATA DEL VINO
Estando en la cata vinícola que se celebra todos los años por el mes de mayo en la explanada del Pretorio, probé vinos de Montilla y Moriles, pero en un Stand, también probé un vino dulce que me recordaba el “Málaga Virgen”. Y como beber este vino y no acordarse de los malagueños del Colegio Gran Capitán de aquellos tiempos.
Miguel Velasco Galiana, es malagueño y era un tipo muy correcto y simpático. Disfrutaba mucho cuando Quirós Reyes, le decía cualquier chirigota y se reía a carcajada limpia con las cosas de Huertas de Gracia. Era noble y buen compañero. Todavía recuerdo lo que disfrutó el día 9 de noviembre de 1960, (entrábamos a talleres, 3 de la tarde), con la noticia que oyó en Radio Nacional, referente a que John Kennedy había ganado las elecciones americanas. No cabe duda de que el sentía simpatías por aquel líder.
Amaba el atletismo y era un enamorado del salto de altura en el estilo clásico, es decir el rodillo ventral. Aunque respetaba mucho a su paisano Plaza como saltador, no le gustaba su estilo de “tijera”. Tampoco le agradaba la técnica de acometida frontal de Fenollosa (del Colegio Luis de Góngora), campeón inalcanzable de la Universidad de aquellos tiempos.
Galiana tenía un brazo que era un “látigo” lanzando el disco, especialidad de la que fue un gran campeón. Pero también de sus brazos de atleta pendían una manos con tanta sensibilidad, que con las limas de precisión entre sus dedos lograba auténticas maravillas de calidad insuperable, dignas de un campeón internacional. Además tenía un arte especial `para manejar el “tiralíneas” y la “bigotera”, que contenían aquella oscura caja de compases que nos entregaron como material de dibujo cuando entramos en la Universidad.
La asignatura de dibujo por aquellos tiempos era bastante difícil, pues aunque dominaras los conceptos teóricos, tenias evidentes dificultades para representarlos en aquellas láminas a tinta, donde los “espesores”, los “empalmes” y los “centros” del dibujo en cuestión a tinta tenían una enorme dificultad.
Para colmo de los colmos, por aquella época tuvimos un profesor llamado Mateu, que aparte de explicarse muy mal, pues parece ser que el bigote le dificultaba la normal pronunciación, tenía el fatídico criterio de puntuar siempre con normas muy cicateras.
Este ocasional profesor lo único que tenía de positivo, es que de vez en cuando aludía a “sus chicas del Instituto”, y con ese rollo terminaba las clases. Fue un profesor con criterios incluso peores que el Sr. “Cotas”.
Pero al amigo Galiana esto no le importó, pues su porvenir se lo labró como Delineante en el Ayuntamiento de Málaga. Se ve que debió triunfar pues según me dice el Sr. Pantaleón, que últimamente se encontró con él en Málaga, vio como se acababa de bajar nada más y nada menos que de un Mercedes.
El paso inexorable de la vida y del tiempo, pues del PTV del Sr. Lubián que tanta risa causó al padre Bartolomé cuando allá por los años 58, irrumpió en la Universidad, pasamos al moderno Mercedes del amigo Galiana.
Fue gran amigo de Bermejo Polo y el montillano Antonio Marques y formaban un trío potencial de grandes atletas. Algún día espero poder preguntarle porque utilizaba el apellido de “Galiana”, cuando en realidad según dice él era “Galiano”.
La explicación que nos dé él por supuesto nos valdrá. Queremos creer que no obedecerá a un cambio de “chaqueta”, de esos que tanto se llevan ahora, pues el amigo Galiana, estoy seguro no es de esos “tipos”.
Manolo Estévez
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