jueves, 19 de febrero de 2009

EL PADRE VICENTE ARMANDO ROSES

EL GRAN CAPITAN DE LOS DIRECTORES

Estuvo en la Universidad catorce años, pero cincuenta que hubiera estado siempre hubiera sido fiel a su Colegio Gran Capitán y a sus queridos alumnos. Desde el día que el padre Cándido le nombró director de dicho Colegio, toda su vida ha girado en función de lo que él interpretó su Sagrado Ministerio de Director.


El Director que yo conocí


Yo coincidí con él nada más que tres años, pero he recabado información de trabajadores, profesores y alumnos, y todos en su mayoría dan avales suficientes para decir que por mayoría absoluta fue un gran Director.

Las verdades lo único que hacen es elevar a los grandes y exaltar los méritos de los que lo merecen.


Por ello al hablar del padre Roses, tengo que contar mi opinión personal sobre su mandato, referido fundamentalmente a los primeros años del mismo. El padre Roses, con apenas treinta años, fue promovido al cargo de Director, lo que le supuso un cambio de talante y forma de enfocar la vida. Sus dos primeros años fueron muy difíciles, en parte por su corta experiencia y también porque tuvo que afrontar problemas únicos que tuvo que resolver sin dilación.

En primer lugar le tocó un Colegio lleno de alumnos que venían del extracto más popular de la sociedad reinante en aquellos tiempos, hijos de trabajadores en su mayoría manuales, campesinos y parados. Muy distinto por tanto al nivel que se daba en Luis de Góngora, en donde casi todos eran bachilleres.

Por si eso fuera poco, tenía dos aulas la XXIII y la XIV, con un total de 50 alumnos, sin una definición clara de lo que había que hacer con ellos, pues mientras los alumnos de esas aulas, en su mayoría externos, se creían acreedores a todo, la realidad es que muchos no sabían ni las cuatro reglas de primaria. A este respecto, un día Ferrezuelo me comento:: “Mientras Vds. estabais dando trigonometría y esas cosas, algunos de nosotros teníamos que aprender si “hablar” se escribía con “h”.

Afortunadamente este problema lo supo resolver de forma poco traumática y se les dio una salida en forma de curso acelerado –todo el día en el taller-, para que pudieran adquirir los máximos conocimientos de cara al mundo del trabajo que se les avecinaba. Algunos del aula XXIV, se recuperaron afortunadamente para los cursos normales.

También se encontró con el hecho de que al poco tiempo de llegar al cargo, el nivel de “intendencia”, bajó en toda la Universidad, obviamente por razones de presupuesto. Afortunadamente esto fue un periodo de unos meses nada más.

Pero en honor a la verdad tengo que decir que todos los consultados (unos 40), coinciden en decir que en el primero y el segundo año, el padre Roses, no se adaptó con la eficacia necesaria. En primer lugar tenía alumnos que se diferenciaban entre si unos 4 años. En segundo lugar quiso suplir la falta de experiencia con una excesiva rigidez en todas sus actuaciones, sin ofrecer la contrapartida del dialogo o rectificación. En las reuniones de evaluaciones periódicas, era frecuente que algunos profesores, sobre todo, los de taller, tuvieran que interceder por algún alumno, que en el terreno fabril, respondía de forma muy correcta...

Por suerte para él y para la Universidad, pronto llegó a contar con dos sensacionales colaboradores, como fueron el padre Espinel, la bondad y sencillez personificada y el padre Guillermo Santomé, el eterno catequista. Ambos se coaligaron con la madurez del propio padre Roses, e hicieron de él, El Mejor Director de la Universidad Laboral.

– ¡¡Vamos el Gran Capitán de los Directores!!-.


El hombre que fue fraile

Vicente Armando Roses, nació el día 27 de Mayo de 1928 en Asturias, desde muy joven sintió la vocación del sacerdocio. Ingresó en el convento el 29 de Septiembre de 1948. y fue ordenado sacerdote el 4 de Julio de 1954.

En el año 1956 y con 28 años, llegó a la Universidad Laboral de Córdoba, y fue destinado al Colegio Gran Capitán como educador. Allí coincidió con el padre Vázquez, director y con el padre Espinel, padre Polvorosa y padre Conchado, como educadores.

Como educador dio clases de Religión y clases de cultura general a las aulas XXIII y XXIV.

Dio varias conferencias sobre todo en épocas de cuaresma y destacó en una de ellas en la que relató un accidente de ferrocarril que él presenció en su Asturias natal. Valoró la importancia de la fe y destacó el papel de la Providencia.

También recién nombrado director le faltó tiempo para organizar un turno de Adoración Nocturna, fue en el año 1958. Su querida madre le había dicho que el día de su nacimiento, se celebraron en Asturias las bodas de plata de los adoradores nocturnos. El, como homenaje a su querida madre, nada más cumplir los treinta años, organizó dicho turno.

El turno de Adoración, lógicamente fue voluntario y por ello fueron también un buen número de alumnos externos los que participaron en él. Se aprovechó un fin de semana de cuaresma y se adhirió a él un sesenta por ciento del Colegio. Por parte de los externos, seríamos unos quince los que participamos, y fuimos acomodados en la segunda planta para descansar.

La vela se celebró en la Capilla del Colegio, habilitada en los sótanos. La adoración al Santísimo, se realizó por turnos de una hora en grupos de unos quince compañeros. El padre Roses, estuvo prácticamente toda la noche, al igual que el padre Espinel. Solamente descansaron de 5 a 7 de la mañana.

Aquella fue la primera noche que algunos externos cenábamos en la Universidad. De primer plato nos pusieron una sopa de fideos con algo de ajo, y de segundo un buen lomo de caballa aderezado con tomate de lata. Por cierto que la caballa era de la marca OCEANO, La lata de tomates era de la marca –LOS TRES GATOS- el postre fue un plátano.

El Padre Cantueso, pocos días antes de morir y al hablar de sus compañeros los frailes, me dijo: “El Padre Roses era un dominico de una profundidad religiosa edificante…”

Me contaba el Sr. Pantaleón que ya fuera de la Universidad Laboral, coincidió varias veces con él en su Asturias del alma. “Era impresionante ver a un ser humano, que le quitan un riñón, luego una pierna, más tarde la otra, y en ningún momento tuvo ninguna palabra de queja. Aceptaba los designios de la vida con una entereza propia de un Gran Capitán…”

El padre Cándido tiene un elegante recuerdo de este dominico asturiano que supo como nadie identificarse y vivir a fondo su Colegio Gran Capitán

Por la Universidad Laboral han pasado muchos dominicos y cada uno dejó su estela y seña de identidad. En el caso del Padre Roses, no hay duda. Su Colegio Gran Capitán fue el hito que marcó su vida y su misión como persona y religioso.


Quizás queriendo comprobar in situ la capilla de la Virgen de las Angustias, (El año anterior hubo problemas por su traslado), un día de primavera del año 1962, me tropecé con él dentro de la Iglesia de San Pablo, parece ser que venía del dentista y la cara la tenía dolorida. Al principio yo me quedé un tanto parado pero fue él, quien al verme me preguntó: -Pero tu no estabas en Madrid?. No padre, yo me quedé en Córdoba.-¿Y que hace Vd. aquí?, le pregunté – Pues que he venido al dentista que está ahí en las Tendillas y me he pasado por aquí para ver la Virgen de las Angustias. No sé si saben Vds. los cordobeses, que cerca de mi pueblo había una ermita con una Virgen de las Angustia, también muy hermosa, que se veneraba desde tiempo inmemorial, pero a mediados del siglo XVIII, D. Jerónimo Estrada, dueño de la imagen, la trajo para acá,. para Andalucía y la ubicó en la famosa Alameda Apodaca de Cádiz, donde actualmente recibe culto.

Nos venimos para abajo (hacia el jardín de Lepanto), y al pasar por el Realejo, y ante sus preguntas le señalé el domicilio de Juan Quirós Reyes, más adelante le indiqué donde vivía Francisco Navarro Llorente, luego le advertí del domicilio de Francisco Morales Cerezo, ya en San Lorenzo, le indiqué en donde vivía Juan Jesús Navarro Moreno. También le señalé mi calle que era la de Roelas. Quedó maravillado de la Iglesia de San Lorenzo. Le quise invitar a un café y me dijo que no, que tenía la boca dolorida. Seguí acompañándolo hasta el jardín de Lepanto, por la calle Maria Auxiliadora y pasamos junto a la casa de Rafael Natera Hidalgo, la casa de Antonio Sánchez Pérez, de Manuel Huertas de Gracia, de Manuel Serrano Ramírez, de Antonio Marques Romero, etc. Mientras esperábamos el coche de Serranito, me comentó que este chofer “ayudó”, a colocar la primera piedra de la Universidad, ya que por aquel entonces era el chofer de D. Rafael Revuelta Prieto, gobernador de Córdoba.

A partir de aquella fecha ya no volví a verle ni a hablar con él. Solamente a través de antiguos compañeros, Primero fue Mena Simón el que me comentó su muerte, pero fue finalmente el Sr. Pantaleón el que me relató todos sus padecimientos.

Falleció el 3 de mayo de 1999, padeciendo lo indecible con toda la resignación del mundo. Afortunadamente en su Asturias natal, contó con muchos amigos que le ayudaron mucho sobre todo cuando le cortaron las dos piernas.

Cuando salió de la Universidad Laboral y abandonó su Colegio Gran Capitán allá por el año 1969, ya estaba tocado con la diabetes. Entre 1969 y 1971, estuvo en el Colegio Santo Domingo de Oviedo.


En 1971, fue elegido Prior del convento de Caleruela en Burgos, donde estuvo hasta 1974. (por cierto se dio cuenta que faltaba la pila bautismal que utilizan los príncipes). En los años sucesivos volvió a su convento de Oviedo. A partir de 1981, comenzó para él un autentico calvario, cada día se le complicaban sus padecimientos. Físicamente padeció todo lo humanamente imposible, pero en ningún momento perdió su sonrisa, cómplice de su resignación cristiana. Falleció en mayo de 1999, a punto de cumplir los 71 años de edad..

Su espíritu de caridad y servicio quedó de manifiesto en la cantidad y variedad de personas que acudían a él por medio del teléfono . Les respondía desde el lecho o desde una silla de ruedas. Gran ejemplo para todos. Es que los frailes son mucho frailes.

A este respecto me ha dicho en el día de hoy, Santiago Almazán Barba, que trabajó en la Universidad Laboral (Depuradora de agua), y actualmente trabaja en la Escuela Superior de Arte Dramático: “Desde que se fueron los frailes, todo aquello fue en continua decadencia, para trabajadores, alumnos y profesores.”


M. Estévez

3 comentarios:

  1. Joaquín García García de la Rosa10 de febrero de 2018, 2:24

    Únicamente para corroborar su figura como director un nuestro colegio y hacer constar que sus apellidos eran: ROCES SEGURA. Descanse en paz.

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  2. Tutor mío en Oviedo. Recuerdo como me pegaba día sí y día también. Por su enfermedad a mitad de curso le sustituyó el Padre Carmelo Preciado y se acabaron los golpes. El recuerdo del Padre Roces que tengo en Oviedo es nefasto, pésimo. Pagaba su mala salud con algún alumno. Lamentable. Tengo casi 53 años y recuerdo bien sus manos en mi cara. Patético este fraile. De buena persona nada. No montan ni engañen. Pésimo.

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    1. Yo también le vi pegar. Con fuerza. En esa época además de Carmelo, bueno, estaba el Faragó, el Solo, el Mateos... No pegaban, pero eran rencorosos, viles... Roces, igual que Domínguez, y otros, eran serios. Un tortazo, como corresponde, y tan amigos. De paisano a paisano

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