Pero es que en la foto hay detalles que tienen un fondo de originalidad y relación histórica.
Aparece una placa de homenaje a Manolete y la fecha de su muerte, ocurrida en Linares en 1947. El toro que mató al torero se llamaba "Islero". y era de la ganadería de Miura. En el Bar Colón colgaba una gran foto de este toro.
También se ve a un dominico, nada menos que el Padre Fraile, rector por aquellos tiempos de la Universidad Laboral. Pues bien, los iniciadores de la ganadería de Miura fueron los frailes dominicos de Sevilla. Los monjes cartujos de Jerez que, como cobradores del "Diezmo", recibían de todas las ganaderías la décima correspondiente, juntando durante años ganado de varios encastes. Pero fueron los dominicos de Sevilla los que a finales de 1700 les compraron una vacada completa a los citados monjes. Con el tiempo y sabia dedicación lograron el encaste típico de los miuras. Después de la desamortización de Mendizábal esta ganadería pasó en 1842 a D. Juan Miura. Este propietario es que le da el nombre a la mítica ganadería.
Y siguiendo con la foto…
El primero empezando por la izquierda es Antonio Arjona Vázquez , buena persona y mejor compañero. Nada más salir de la Universidad se colocó en la empresa Cenemesa, en la que progresó profesionalmente. Después de la Transición se dedicó al mundo sindical. Tuvo alguna intervención en la extinta Hermandad de ex alumnos que se fundó el 21 de febrero de 1962.
En el centro está el Padre Fray Miguel Fraile, toda una autoridad en la Orden de Predicadores que por su excelsa preparación fue designado para llevar a buen puerto ese ilusionante y magno proyecto que suponía la Universidad Laboral de Córdoba. Debido a la oposición que contra la política social de Girón se desató en el Gobierno, hubo un recorte en los presupuestos y las Universidades lo sufrieron. Como consecuencia de ello,, el Padre Fraile dimitió y se retiró a un convento de cartujos. De esta forma vino el Padre Cándido que se adaptó perfectamente a la nueva situación. Todavía recuerdo las palabras de un profesor de Física y Química, que se jubiló a último de los noventa y en esos días en los jardines del Campo la Merced me decía :
"Entré con veintisiete años en la Universidad Laboral y aquello, con el cuadro de profesores que tenía, con la categoría intelectual y docente de aquella treintena de dominicos que la coordinaban, suponía para mí como embarcarme en un gran portaaviones; con el paso del tiempo y los distintos cambios políticos, bajamos al nivel de un crucero, de un destructor... Ayer me jubilé y me da la sensación de que he llegado en una patera".
El segundo por la derecha el que está al lado de Arjona el barbero, es Pérez Gant, del Colegio Gran Capitán, aula XXIX. Este compañero pasó por la vida como a hurtadillas. La verdad es que no tuvo mucha suerte. Murió relativamente joven, dejando esposa e hijos.
Para el último lugar dejo al amigo Teodoro Pérez de Pedro, Viana. Aún no sé de dónde sacaba tiempo para tanta actividad. Lo mismo estaba actuando en el teatro, corriendo campo a través, bailando danza vasca, jugando a balonmano, en los toros, o jugando al fútbol. Y luego, que conste, era uno de los más aplicados y responsables. Yo hablaría personalmente con él muy pocas veces, pues no coincidimos en la misma especialidad; pero como me gustaba mucho jugar al fútbol le seguía en sus evoluciones como futbolista. Todavía recuerdo el partido de primeros de Abril del año 59, en el campo que había detrás de los talleres pequeños. En ese partido la Universidad jugó contra el Amparo de Córdoba. Ganó la Universidad 3-1. El amigo Viana marcó dos goles. Cuando veía jugar a Quini en el Barcelona -jugador de control y remate-, me acordaba de él. En ese partido se lesionó Eulogio López, con un golpe en el riñón.
Recordando a Teodoro traigo al pensamiento a muchos alumnos internos del Colegio Gran Capitán, que siempre demostraron una integración total en el centro. Por ello supieron sacarle a aquel tiempo un rendimiento que se me antojó óptimo. Para ser sincero, he de indicar que a algunos externos nos costó más trabajo dicha integración. Y eso lógicamente repercutió en el rendimiento de cada uno. Al final creo que, gracias a Dios, la sola estancia en la Universidad de aquellos años fue un capital incalculable que nos llevamos todos.
Todos los compañeros de aquella época deben recordar con un cariño especial este bar ubicado en la Plaza de Colón, que en aquellos tiempos era prácticamente el centro de Córdoba.
Este bar era, por así decirlo, la parada central de los autobuses de la Universidad Laboral. Allí era frecuente ver a alumnos, profesores y empleados que bajaban del coche o esperaban subir a él. En esto de los coches, aunque los conducían grandes profesionales, todos teníamos nuestras preferencias en cuanto a la velocidad. La mayoría opinábamos que el Sr. Abilio era el más veloz. Con el tiempo el Sr. Molina le fue comiendo el terreno. Felipe, Latorre y a última hora Serranito, eran más tranquilos.
En cuanto al bar en sí, por dentro era amplio, confortable y con buen servicio; todo ello bajo la coordinación de su dueño, Luis Moreno Posada. Estaba bien decorado y era acogedor; tenía un amplio mostrador situado en la parte derecha del local. En el centro disponía de un salón bastante amplio, con cómodos veladores en torno a unas ordenadas mesas. Al fondo los servicios, y en el lado izquierdo disponía de tres estancias o cuartos reservados con puertas independientes. La primera según se entraba a la izquierda estaba dedicada al torero. De sus paredes colgaban multitud de cuadros con motivos taurinos, Como camareros había dos empleados, Antonio, que tenía gafas y Rafalín, sobrino del dueño, que era más bajito. Ambos eran de trato agradable.
Al parecer, a últimos del mes de abril de 1943, terminada la feria de Sevilla, vino a Córdoba el empresario taurino Pagés, reuniéndose con Manolete y su apoderado en el reservado primero de la izquierda. Allí trató el empresario sevillano de asegurar el contrato del torero cordobés para la feria de abril del año 1944. En la anterior, que acababa de terminar, no había podido contar con la presencia del Califa cordobés.
Según parece, se reunieron en este bar por exigencia de Manolete, huyendo de los periodistas que les esperaban en la puerta del Hotel Regina, lugar habitual donde se hospedaba el empresario sevillano cada vez que venía a Córdoba. Paco Cerezo, que se consideraba amigo personal del torero se molestó mucho porque la reunión no se celebrara en su Bar.
En cuanto a los precios del bar en aquellos años finales de los 50 y principio de los 60, eran más o menos los siguientes:
Lógicamente, los precios estaban en función con los sueldos que había en aquella época. Un peón de la construcción en jornada normal ganaba 250 pesetas a la semana.
Las tapas eran bastante variadas, destacando los calamares, la carne con tomate, los riñones al Jerez, la ensaladilla, los callos, etc. En cuanto a los callos tenía una disputa permanente con la taberna Paco Cerezo, ya que éste los ponía de forma insuperable.
Era un bar puntero en Córdoba para aquellos tiempos, pues incluso ponía terraza de verano con toldos de protección.
El coche lo solían coger la mayoría de los profesores que vivían en Córdoba, como casi todos los empleados, ya que eran muy pocos los que tenían coche. Por eso, es de recordar cuando el Sr. Lubián, profesor de matemáticas, se presentó una tarde del 1958 montado en su "ICETA", de aquellos que se abrían por el capó delantero. Causó una expectación general en toda la zona de recreo. Era una imagen un tanto grotesca ver al citado profesor, con tanta humanidad a cuestas, bajándose de aquel coche tan pequeñito. El Padre Bartolomé Vicens, tan bromista él, se reía a carcajadas en la puerta del Colegio Gran Capitán, donde había terminado de dar su clase de matemáticas en el aula XXVIII, y era acompañado por Ruperto Álvarez Prieto, Ruper, como le llamaba cariñosamente el padre Bartolomé, siempre que estábamos en clase.
Era normal que entre espera y llegada del coche, tanto profesores como empleados se tomaran su café y copa, cosa muy habitual en aquellos tiempos. También se tomaban algunos "carajillos". Navarro el barbero (El patillas), era muy buen cliente en estos menesteres.
Como anécdota, recuerdo todavía con cariño una tarde en la que al pasar por el bar Colón vi en la puerta al Sr. Sanz de Lara, al que tuve la osadía (tenía 24 años), de preguntarle por la resolución de una ecuación de segundo grado, que un grupo de compañeros y yo nos habíamos planteado en un rato de ocio en el trabajo sin lograr resolverla. El Sr. Sanz de Lara, por toda contestación, sacó el lápiz del bolsillo de su taquillo, que como siempre era de madera de cedro, y en un periquete, resolvió la ecuación. Qué gran profesor y mejor matemático era este caballero.
Este bar desapareció en el año 1967 al ser comprado por una importante inmobiliaria de Córdoba. En su lugar se levantaron unos lujosos bloques de pisos, y las propias oficinas de la inmobiliaria.
La plaza de Colón era uno de los lugares de Córdoba más emblemáticos, por sus jardines, por su amplitud, por sus "niñas", por todo. Era además el recorrido final de los autobuses de la Universidad Laboral. Hoy dicha Plaza se encuentra muy modernizada en cuanto a los edificios de su contorno. De ella han desaparecido bares emblemáticos, como Casa Paco Cerezo, Bar Rinvi, Bar Roma, Bodegón de Diéguez y el citado Bar Colón. Solamente quedan el Bar Puerto Rico, y junto a la Torre Malmuerta, Casa Paco Acedo.
Los jardines de la Merced, también llamados de Colón, están ubicados en el Campo de la Merced. Reciben el nombre de la Merced debido al convento de dicha Orden que hubo en este lugar, hoy Palacio de la Diputación Provincial. Como paseo, el Campo de la Merced fue iniciativa en 1835 del Sr. Conde de Torres Cabrera, alcalde de la ciudad. De esta época son los cimientos para la fuente que habría de ocupar el corazón del jardín, su centro húmedo.
Estos jardines se encuentran actualmente muy renovados y los paseos de antaño se han modificado con una arquitectura moderna, habiendo desaparecido aquellos estanques cuadrados con dos niños, uno a cada lado del estanque, impulsando el agua por la boca.
También se ha remozado la fuente central, así como el cerramiento de los jardines a base de unos paños de balaustrada de época y unas puertas sobre muretes muy decorativos. También gozan de un alumbrado acorde con el estilo arquitectónico que representa todo el conjunto.
Los cuatros paños de edificaciones que rodean el jardín se parecen muy poco a los de aquella época, pues aunque siguen ocupando el mismo espacio, la renovación y modernidad de los edificios le da a todo el conjunto un aire de gran plaza. El único edificio que sigue igual que antes, es el de los cristales de Victoriano Villar, lindero al Bar Colón.
En la plaza de Colón discurrió buena parte de la juventud de Manolete, pues aunque el vivió en la Plaza de la Lagunilla, sus amigos y la zona de sus juegos estaban entre la Plazuela del Moreno y la Plaza citada. El solía juntarse con sus primos Cantimplas, Niño Dios, y Palitos, y con sus amigos, el Toto, el Fernandi, el Luichi, el Camará, el Chiquilin, y los hermanos Fernández Fogyy. Todos ellos, jovencísimos, tenían perdida la cabeza por el mundo del toro. En un principio jugaban con un carro-toro con cabeza de mimbre, y lo hacían en los bajos del Viaducto del Pretorio. Y lo anecdótico del caso, según me ha contado Antonio Fernández Fogyy, es que en esos juegos del toro, el que estaba casi siempre con el carro-toro, era el mismísimo Manolete. Todos sus amigos abusaban de él por prudente.
Actualmente, de aquel grupo de amigos viven los hermanos Fernández Fogyy y el Carpanta, los tres ya muy mayores. Precisamente Antonio Fernández Fogyy, el único amigo de sus juegos que está disponible en el día de hoy, hablándome de Manolete me comentaba, con mucha pena y evidente dolor, cómo una persona, tan buena, tan honesta y noble, como fue el torero, ha sido calumniado tan gravemente por un consabido grupo político que, tras la guerra, propaló por los pueblos que Manolete practicaba la suerte de matar con los presos. Dicha monstruosidad solamente se le ocurre a gente que viven inmersos en el resentimiento y el odio de forma permanente.
Otra polémica referida al torero Manolete es la que hace alusión al tema de la bandera. Se ha comentado mucha veces por ahí que cuando llegó a Méjico a torear se negó a salir a la Plaza si no se quitaba la bandera republicana. Esto igualmente es falso.
Manolete se entrevistó en Méjico, a petición propia, con D. Antonio Jaén Morente, intelectual y político cordobés que se había exiliado durante la guerra civil. Este Sr. en sus memorias da cuenta del detalle del torero, que nada más llegar a tierras mejicanas fue a visitarle al Centro Andaluz. Allí mantuvieron una entrevista cariñosa entre cordobeses recordando cosas de su querida patria chica. De resultas de esta reunión, el citado intelectual califica en sus memorias al torero "como un joven cordobés de altos valores morales".
Igualmente, D. Indalecio Prieto, también en sus memorias, relata el encuentro que tuvo con Manolete en Méjico. Fue a petición del propio torero, que era todo un ídolo allí. Quedaron en verse en un restaurante de la ciudad mejicana junto un grupo de republicanos exilados. D. Indalecio iba habitualmente a este restaurante que tenía la atención hacia él de ponerle siempre en su mesa una banderita republicana. Pues bien, en esta reunión que iba a tener con Manolete, y para que el torero no se pudiera encontrar incómodo, ordenó al restaurante que retiraran dicha banderita. Según D. Indalecio, en dicha reunión hablaron profusamente de España, y él reconoce públicamente en esas memorias que le causó una grata sorpresa e impresión el joven torero cordobés.
Finalmente me dirijo a todos los compañeros que un día paseasteis por Córdoba, y os digo que el embrujo de su calles, su olor a azahar, la belleza de sus patios y el esplendor de sus cruces de mayo, os echaran siempre de menos. Hubo un tiempo que fuisteis para ella ciudadanos ilustres de su mejor hidalguía. Córdoba siempre os recordará con el corazón abierto.
Manuel Estévez
Según tengo entendido , Don Antonio Jaén Morente no escribió sus memorias. Sabe usted de donde salió esta información de la anécdota con Manolete?? Muchas Gracias
ResponderEliminarLa contestación a esta pregunta la ha enviado el autor del artículo, Manuel Estévez Recio en forma de un nuevo articulo que se puede ver en este mismo blog el siguiente enlace:
ResponderEliminarhttp://estevezrecio.blogspot.com/2009/10/el-busto-de-la-calle-cordoba-de.html
bajo el título El busto de la calle Córdoba de Veracruz.
A Manuel -y a mi- no nos gusta dirigirnos a personas de las que desconocemos su identidad.
PRECIOSO EL ARTICULO Y MUY INTERESANTE.
ResponderEliminarÁNIMO Y PROMETO SEGUIR CON INTERÉS TODO LO QUE PUBLIQUES.
UN ABRAZO. BARTOLOMÉ BRAO MEDINA
Antes que nada quiero agradecer la respuesta a mi pregunta. No me identifiqué porque no encontré la manera, o no la entendí, de seleccionar un perfil, no por ocultar mi identidad. Una disculpa por ello, pero sigo sin poder hacerlo. Soy GLORIA CASTRO URIARTE, mexicana y gran admiradora de Don Antonio Jaén Morente e interesada en cualquier información que tenga que ver con él. Gracias. (gloriacas3@hotmail.com)
ResponderEliminarEN ESTE BAR COLON TRABAJO MI PADRE COMO CAMARERO LO MISMO QUE EN EL DE PACO CEREZO, MI PADRE ERA ANTONIO ROJAS FERNANDEZ, Y TRBAJABA EN LA FABRICA DE VICTORIANO VILLAR, ERA EL COBRADOR POR ESO TODO ESTO ME TRAE MUY BUENOS RECUERDOS.
ResponderEliminarYo conocí a tu padre de joven cuando vivía en el Jardín del Alpargate, (esquina de la Calle del Agua), Antonio Rojas, como se llamaba su padre, estuvo trabajando fundamentalmente en el Bar Paco Cerezo, que también estaba en el Campo de la Merced, luego más tarde pasó al Bar Colón, que era propiedad de Luis Moreno, el que luego sería suegro de Rafael Jaén, aquel jugador de fútbol que dio buenas tardes al Córdoba CF. Tu padre se colocó luego en Victoriano Villar, gracias a la amistad que entabló por buena persona, con Eduardo López, el encargado de dicha tienda. "El pelos rubios". Después tu padre se colocó también de cobrador "Guillermo" que fue mozo de espada de Manolete. Hemos hablado de buena gente y bueno es recordarla..
ResponderEliminarTengo una foto en la que esta mi padre, Antonio
ResponderEliminarRojas Fernandez, con un grupo de personas delante de un coche, que segun mi padre era de
Manolete, que lo trajo de Mexico, pero no se como
ponerla para que la vieran ustedes, sin mas un
abrazo y espero la respuesta.
Hola Rafael
ResponderEliminarLo que desees que se publique, me lo has de enviar a mi correo:
jaolmo@laboraldecordoba.es
Lo integraré en el artículo de arriba
Un saludo